Preguntas a Franco “Bifo” Berardi // Diego Sztulwark
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El último libro
de Franco “Bifo” Berardi publicado en Buenos Aires1 conecta con
aspectos decisivos de los procesos de sujeción que determinan nuestros modos de
vida y nuestra coyuntura política. Su planteo central consiste en describir la
transición de un mundo en el cual la relación entre cuerpos y signos era
procesada a través de la sensibilidad -concatenación
conjuntiva- a un régimen en el que solo operamos con signos ya codificados,
con combinaciones preestablecidas por una previa compatibilización -concatenación conectiva-. Esta
transformación obedece a la revolución informática producida en las últimas
décadas en el semiocapitalismo -el capital que se valoriza en la producción de
signos- y se debe tanto a un cambio tecnológico como a una ruptura ontológica
que consiste en la pretensión de autonomía del signo con relación a su referente
(en el lenguaje: significante/significado; en las finanzas: dinero/trabajo). En
otras palabras, el animal humano sufre las consecuencias de su acción sobre el
entorno -la info-esfera, poblada ahora de flujos de información que circulan a
velocidad del vértigo- al que ha modificado de un modo irreversible y ahora
sólo aspira a adaptarse a él. El infinito de la emisión de la información
deviene incompatible con la capacidad de recepción-metabolización del cerebro
individual y social: imposible para la mente humana. Esta transformación del
entorno resulta así inseparable de una mutación antropológica que el autor
describe tanto desde el punto de vista de los nuevos patrones tecnológicos, como
desde el nuevo poder de las finanzas y las patologías que asolan a los sujetos.
La revolución
digital trastorna el modo en que se vincula el cuerpo con los signos. La concatenación
conjuntiva era capaz de captar signos no verbales y asociarlos según dinámicas
de creación sensible de la experiencia. La concatenación conectiva, en cambio,
se caracteriza por un aumento sin precedentes de la capacidad de manipular
signos en velocidad, siempre que esos códigos sean previamente compatibilizados
y esté disponible uno de ellos para vincularlos. El efecto de esta mutación en
los modos de concatenación tiene para Bifo un efecto de pérdida de
sensibilidad, de sensitividad (táctil), de sensualidad (placer-dolor). Pérdida
de todos los componentes productores de empatía. La desensibilización general
neutraliza el poder crítico de la cultura y anula la disposición del tiempo
necesario para los vínculos eróticos, ambos componentes fundamentales de los
contrapoderes. La derrota de la sensibilidad es inseparable de una derrota
posible que no es achacable a la innovación técnica sino al hecho de
desarrollarse bajo las condiciones definidas por grandes corporaciones
capitalistas.
Este fenómeno de
desensibilización (que abarca una desensualización, una desensitivación) repercute
en otra dimensión de la experiencia del pasaje en curso: la consolidación de
una disposición evolutiva-adaptativa de la mente al entorno cambiante y la pérdida
de un sentido de lo histórico y de lo político fundados en el papel de las
facultades exaltadas por el viejo humanismo como lo fueron la voluntad de
transformación, la interpretación de la realidad y el poder la decisión. En
lugar de voluntad transformación, el paradigma conectivo ofrece códigos para la
integración compulsiva, acompañada de toda clase de patologías (fatiga, stress,
depresión, pánico); en lugar de la interpretación experimentamos un aumento incesante
de la complejidad sin caósmosis (palabra
con la que Guattari denominaba la emergencia de una nueva consistencia producto
del aumento de la complejidad; la caómosis posibilita nuevas subjetivaciones,
no nuevas sujeciones!); en lugar de decisión (elemento central de la política
revolucionaria) ordenación de lo caótico por la vía del algoritmo (nueva
teología matematizada).
El
semiocapitalismo digital -captado con el método “operaista” de la lucha de
clases como “composicionismo” (lectura de las variaciones de los aspectos técnicos
y subjetivos de la cooperación proletaria)- resulta inseparable del poder de
las corporaciones sobre la programación y los mecanismos de sometimiento del
“intelecto general” (del que hablaba Marx). No se plantea para Bifo, por tanto,
la cuestión de un deseo de retorno al pasado (nostalgia de la explotación
fordista de la fuerza de trabajo) ni una fobia a la tecnología. La única fobia
que el texto registra se dirige al capital, y es expresada en términos
estéticos como el rechazo al purismo de raigambre teológica que prepara el
espacio liso en el cual el signo se deslinda del cuerpo sensual y productivo y
se entrega al código, conectividad sin resto al que se subordinan las formas de
trabajo y sobre el fondo del cual reina el poder financiero. Este purismo, curiosamente,
ha afectado a su más serio oponente, el leninismo, cuya pureza revolucionaria (vinculada
por Bifo a una expresión del cristianismo ortodoxo ruso) ha conducido a un
voluntarismo catastrófico. De manera que ya no contamos con la política revolucionaria
clásica para rechazar el dominio semiocapitalista actual, ¿con qué responderemos
entonces para evitar el colapso?
Preguntas a Bifo
- Partir de una
lectura en dos bloques homogéneos de la época “conjuntiva” y de la “conectiva”,
¿no produce un efecto demasiado contundente? Si la transición es tan plena y
lograda, ¿no se nos pierden matices y posibilidades necesarios? Por ejemplo,
¿no cabe preguntar por la presencia de lo sensible al interior del mundo
organizado por el paradigma conectivo? Y esta sensibilidad, ¿cómo se da en el
mundo actual? ¿Se presenta solo de modo patológico?
- ¿El fin de la
política tal y como la tomamos de Lenin implicaría el fin de toda política?
Siguiendo esta vía, ¿no se corre el riesgo de idealizar el pasado de una
cultura humanista como si ella no hubiera sido también la más deshumanizante?
- En el contexto de
la Argentina de la posdictadura, contamos con tres grandes momentos públicos reconocibles
de sensibilización en medio del terrorismo de Estado, el neoliberalismo más
crudo y la brutalidad patriarcal del paradigma conectivo: las Madres de Plaza
de Mayo; el movimiento piquetero de 2001 y el movimiento actual de mujeres.
¿Cómo leer este potencial de contrapoderes en la época de la conectividad?