#preparando el 3J: Haciendo visible la red que nos sostiene: conversación con Rafaela Pimentel // Susana Draper
Conversación con Rafaela Pimentel, miembra de Territorio Doméstico un grupo autónomo de mujeres inmigrantes que han sostenido un modo colectivo y horizontal a lo largo de una década. TD ha sido un sitio crucial para visualizar el tema de los cuidados desde la voz de mujeres migrantes que trabajan como empleadas de hogar así como para desentramar una serie de luchas específicas, entre ellas por la ratificación del Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo con el que España debería implementar el derecho a la organización y dignificación del trabajo doméstico. Territorio ha sido un espacio inspirador en su forma de sostener un habla sobre los cuidados como forma de relación social cotidiana y grupal. Estos son fragmentos de una conversación que tuvimos hace tiempo sobre la forma en que Territorio replantea y configura el mundo de los cuidados desde su hacer colectivo.
*
-¿Cuándo
comienza Territorio Doméstico?
- En TD comenzamos en el 2006
al ver que todas estábamos pasando por una situación igualitaria: trabajo
invisibilizado, esclavizado, compañeras a las que no les daban ni de comer en
las casas... Entonces TD ha sido un espacio que hemos ido creando muchas
mujeres diferentes con diferencias en cultura, en idioma, en organización.
Muchas han partido desde cero, otras han estado organizadas desde antes de
unirse. Pero siempre todo era horizontal: no tenemos una líder que dice
"secretaria general, presidenta" – NO-. El primer día de mes nos
reuníamos y hacíamos un taller y a la segunda semana del mes, asamblea. Entonces,
decimos: “vamos a hablar de tal y cual punto.” Pero de reprente, nos llegaba
una mujer con una situación super dura: la habían echado de la casa, no tenía
papeles, la habían golpeado -lo que fuera. Nosotras ahí apartábamos todo. Era
un momento de espacio para que esa mujer hablara si quería hablar. Nos contaba
lo que había pasado y todas nosotras estábamos ahí, escuchando. Y a partir de
eso, contábamos también que nos había pasado a otras, que estaba pasando, o que
estábamos en la línea de que nos pasara esa situación. Esa mujer entonces no se
sentía sola. Lo que le pasaba a ella, le había pasado a otras mujeres. Y
entonces ahí se comenzaron a hacer los juicios que TD ha comenzado a ganar.
Compañeras que eran sin papeles pasaron por esa situación y les decíamos:
¿quieres denunciar? Si quieres denunciar, entonces el colectivo te apoya. Y no
es fácil denunciar: imagina que tú no tienes papeles. Te llaman, te amenazan,
te dicen que te va a buscar la policía porque tú no tienes papeles... y tú no
sabes con quién te has metido. "Ya
vas a ver lo que te va a pasar." Todo eso que te dicen, no es fácil
sostenerlo. Hay compañeras que dicen "yo no denuncio... lo dejo así y me
largo." Pero hay otras que decidieron hacerlo y que hemos acompañado con
el respeto. Eso ha formado también parte
del empoderamiento de las compis, de ir
dejando el miedo.
Los miedos
-Hablamos de una situación de precariedad y esclavitud que a lo largo del tiempo ustedes visualizaron. ¿De qué formas comienza el empoderamiento capaz de lidiar con el miedo?
-Hicimos una hoja: "Consejo de empleadas poderosas" para ir trabajando ese miedo que teníamos cuando la señora te decía cosas, te denunciaba de robo, no te quería pagar, te decía que no hacías las cosas... entonces vimos que teníamos que tener hojitas en que pudiéramos decir: "No. Yo sé esto y yo hago esto. Yo sé de leyes. Yo sé lo que me corresponde." Esa parte la hemos trabajado mucho porque sabemos que el miedo existe. Cuando hicimos la primera manifestación, que se hizo en el 2008, cuando salimos a la calle, había muchísimas compañeras que trabajamos dos meses para hacer la mani, pero muchas compis no podían salir.. estaba muy crudo el tema de pedir papeles en la calle. Y salió la idea de ponerse pelucas porque muchas compis no pudieron participar en la manifestación pero estuvieron con las pelucas en la acera de enfrente mirando porque no pudieron participar. ..porque el miedo, era un miedo que nos atravesaba a todas y sabíamos que había compañeras que no podían. Eso lo fuimos trabajando mucho también, buscando herramientas y formas de lucha de que las compis no se quedaran fuera como la pasarela o coger canciones tradicionales y darles la vuelta, y desde ahí una compi no estando frente pero estando detrás puede cantar y puede revolucionar un poco todo el tema de las canciones... Son herramientas que hemos buscado para que las compis puedan trabajar ese miedo.
Y también lidiar con el miedo pudiendo hablar de cada una, sabiendo que cada una pasamos por lo mismo, que no es una cosa que solo te pasa a tí; eso da empoderamiento porque sabes que no estás sola, que le pasa también a otra compañera y nos damos fuerza las unas a las otras. Al principio de TD fue uno de nuestros trabajos mas brutales: asambleas enteras que se hacían rondas: a ver, ¿cómo estoy hoy? Y compis que no tenían familia aquí, que no tenían con quién hablar, media hora hablando sobre qué les pasaba, qué les estaba pasando, la situación de sus hijos fuera, de su madre, de su marido que la llamaba porque ella se salió de ahí corriendo, porque la amenazaba.... Y eso hacíamos: hablábamos y luego cantábamos una canción y nos abrazábamos y sabíamos que todas estábamos en eso. Y que sin nosotras no se mueve el mundo. Imagina: da miedo terrorífico saber que estás sola en una casa y que sea la señora la que te señala, la que te diga... y que tú no tengas familia aquí, y no tengas ni siquiera una asociación ni a nadie que te respalde. Muchas mujeres que hacen de internas y que veíamos solitas en un banco en la plaza, estarse ahí esperando el momento para irse otra vez a trabajar... Entonces desde el espacio de TD, el miedo lo hemos trabajado desde ahí. Ha sido super importante.
Y compañeras que ahora mismo
pueden hablar, pueden dar una charla, pueden hablar de cuidados, pueden hablar
de cadenas globales de cuidados... Ha sido en el día a día. Ahí en Territorio, todas somos iguales, tenemos
saberes y los compartimos y nos damos fuerza, nos sostenemos. La que tiene voz y puede ser más tirada p’alante
y puede tomar un micrófono y hablar,
pues p’alante. Y la que no puede hablar pero puede participar en un sketch de
teatro, y puedes decir lo que te pasa a través del teatro, que no necesitas
técnicas de teatro para hacerlo, sino que tú lo cuentas, cómo lo vives, pues lo
haces desde ahí. El teatro para nosotras ha sido una herramienta muy
importante. También la radio, el hacer entre todas guiones para hacer obras de
teatro, nos hemos ido metiendo en el día a día de eso porque es lo que te puede
dar fuerza y decir: “pues si, mira, soy importante en esto, yo sí puedo hacerlo.”
O si puedes pintar una pancarta, pues bien. Porque
al final de cuentas, cuando salga lo que se ha producido, tú te ves ahí y eso
genera confianza y eso quita mucho miedo. Porque tú te ves en ese proceso.
Al principio cuando nos
invitaban a nosotras éramos como dos o tres las más dadas para hablar en la
tele o radio, porque éramos las más lanzadas y cuando nos llamaban, compañeras
decían, “ ay no, yo no me veo ahí, que vaya la Rafa, o esta o aquella”... Y yo
una vez dije: “Aquí todas sabemos y yo me muero de miedo cuando me dan un
micrófono y cuando hablo pero luego pasa un poco y ya me pongo a hablar...”
Pero eso le pasa a cualquiera. Entonces, ahí cuando nos invitaban, decíamos: “A
ver, cuántas salimos, quién quiere. Vamos a hacer una comisión y entonces lo
miramos entre todas, cómo lo vamos a hacer. Quedábamos un día, comenzábamos a
hablar como una tertulia..” Una compa iba escribiendo, lo limábamos, sacábamos
4 páginas, lo leíamos... y ya está.
Entonces ahí comenzamos a sacar esa herramienta y ha sido super potente.
Ahora mismo somos 6 o 7 compañeras que podemos ir y nos podemos sentar en una
mesa, hablar en televisión, hemos hecho cortos sobre cuidados (*), hemos
participado en programas de radio, hemos ido a Amsterdam, Zurich, Viena,
Italia, o sea hemos ido a montones de países compañeras que no nos imaginábamos
que íbamos a estar sentadas un día hablando de esto. Entonces, en Territorio ha
sido importante saber que todas tenemos
saberes y que lo que tenemos que saber es exponerlo en común y no coartar a
nadie, ni decir “no, tú no sabes.”
Sabemos que tenemos diferentes cualidades,
que podemos valer para una cosa más que otra, pero no es porque tú no lo
puedas hacer. Hay que incentivar a que tú hagas eso. Yo pienso que si hubiéramos
dejado las cosas tal cual eran, en las formas de hacer antiguas, en que había
una asociación, una líder...mira, nada habría cambiado. ¡Eso no! Si no cambia
nada, te tienes que revisar tú y mirar qué has hecho para que solamente se
visualice el trabajo generado sobre tí y que no puedas haber hecho un trabajo
para que se haya multiplicado. Si realmente todo cae sobre una persona, si todo
cae sobre tí, entonces no has hecho un trabajo político. Tu tienes que
contribuir para que eso pueda pasar a otras compañeras, que se vean y que sí lo
puedan hacer. Y esas herramientas te van
quitando esos miedos.
Los saberes invisibles
-Hablemos un poco de los saberes invisibles, que socialmente se asumen como cosa que viene con ser mujeres: saber limpiar, cocinar, cuidar niñxs. Se asume que el trabajo doméstico no necesita formación y sin embargo, esto es algo que ustedes en Territorio Doméstico y también en el emprendimiento en que algunas de ustedes se embarcaron junto a más gente, Senda de Cuidados, se comenzó a enfatizar la capacitación a través de talleres que visibilizan un trabajo que requiere de saberes.
-Cuando alguien llega al trabajo, lleva encima mucha cosa invisible: cocinar, comer, limpiar donde vive..
En Senda de cuidados (*) hay una comisión de formación. Nosotras hacemos los cursos para hombres y para mujeres: cursos de cocina y cursos de cuidados. A veces, nos llegan cursos a través de los servicios sociales. Hay cursos que nosotras no podemos dar, porque son cursos muy caros. Como somos un proyecto en el que no hay recursos, sobrevivimos por ahora a través de la cooperación de gentes amigas, que han colaborado para que podamos sacar el proyecto ahí, pero todavía no es viable por sí mismo. Entonces, lo que hacemos es agarrarnos de las redes que hay. Cuando alguien nos dice: “pues allí están dando un curso de geriatría,” vemos posibilidades. La gente muchas veces no puede hacer esos cursos porque hay que pagar y hay gente que a veces ni siquiera tiene para comer o hay veces en que no tiene ni siquiera para pagarse un transporte. Entonces, hemos intentado conseguir cursos que son un sábado o domingo por la mañana y haciendo cajas de resistencia, intentamos darle transporte a esas personas para que puedan hacer el curso. Comprarles unos tickets a esas personas y que por lo menos hagan el curso. Hay cursos básicos de cuidados y luego avanzados, que es para cuidado de personas que están enfermas, que tienen historia de Alzheimer, entonces ahí hay una compañera enfermera, que es voluntaria, un fisio también, que es voluntario que es de la red de Lavapiés, Ferrocarril Clandestino; hay compañeras de Territorio como voluntarias para también enseñar sobre los cuidados y sobretodo, sobre el manejo de la casa, de cómo tratar a una persona, de cómo poner una sonda, etc. Hay como un equipo ahí donde se está haciendo ese trabajo y los cursos se hacen de esa forma. Si consiguiéramos más cursos más seguidos, sería mejor, pero son muy difíciles de conseguir. Pero estamos ahí en eso. En Territorio con cuatro compañeras estamos haciendo Gestalt y ha sido porque han dado unas becas a través de otra asociación. Es un curso super caro pero lo estamos haciendo. Entonces estamos haciendo ese curso porque generalmente, cuando buscamos algo, no hay tiempo, no hay espacio, ni manera de tú hacer algo aparte del empleo que estás desarrollando. Nosotras hemos conseguido eso pero es muy difícil porque mira, dentro de la universidad, nunca se ha tomado esto en cuenta. Por ejemplo, estamos llegando de a poco a la Universidad pero es porque tenemos gente ahí metida que ha intentado levar el tema.
Sí nos hemos sentado muchas
veces en mesa con sociólogas, antropólogas... pero que ni te tomaban en cuenta.
Eras como una cosa ahí y ya está. O te llamaban para que contaras tu historia
en forma de victimismo o más nada... Sin
embargo, ahora sí, últimamente se está notando un cambio. Pero es porque
hay gente que está metida ahí. Te llaman desde las uni, porque son unos saberes
que no son reconocidos socialmente y nosotras creemos que sí, que tenemos
muchas cosas que aprender pero también que tenemos
muchas cosas que enseñar. Y eso para nosotras es super importante pero va
muy lento. Imagínate todas las problemáticas que se dan a las que hemos traído
títulos desde fuera -es una travesía legitimarlo. Hay muchas gentes que dejaron
eso por el camino porque son tantas las trabas que te han puesto que... Es muy
complicado.
Por otro lado, no hay siquiera
un programa donde se pueda hablar desde las escuelas sobre el servicio
doméstico y de los cuidados, hablar con los niños sobre eso. Porque desde ahí
se va moviendo un montón de cosas: nosotras estamos con la crianza en los
hogares y esos niños con los que estamos nosotras en la crianza, son los niños
que van a ser la otra parte luego y
va a depender mucho pero que nosotras tampoco podemos hacer mucho, porque
estamos trabajando en desigualdad. Nos pagan para hacer ese trabajo y a menos
que tengas una relación muy estrecha, no puedes decidir – decir, "bueno voy
a decidir que ese niño haga esto, vamos a educar a ese niño." Muchas veces
nos dicen: "yo le pago a usted para que haga esto y esto." Yo a usted
le estoy pagando aquí para que trabaje, pero mi hijo puede hacer lo que quiera."
Son barreras.
La única manera en que podría
cambiar algo es que se hable de esto en las escuelas, así como ahora tibiamente se está hablando de
violencia de género en los colegios, porque es desde ahí que tú comienzas hablándole a niños y niñas sobre el tema de los
cuidados, de porqué tu mamá está haciendo esto, porqué tu papá no hace esto, o sea: cómo se reparten las tareas en la casa, qué
haces tú en la casa, las responsabilidades que tú tienes, aunque seas un
niño de cinco años, qué haces tú, aunque sea llevar la ropa al cesto, o por lo
menos que le des un beso a tu madre porque te ha hecho unos alimentos y de
ellos te nutres tú., mientras tú estás haciendo los deberes. Ni eso. Los niños
no valoran eso. Dicen: tú eres mi madre, tú estás ahí para hacerlo.
-Es curioso cómo en general nunca queda tiempo para
pensar en que en el cuidado de niñxs se teje un futuro. Esto es algo que
ustedes enfatizan; pienso también en Mujeres creando, en Bolivia, que tienen
sus talleres para pensar el cuidado. Pero fuera de esto, hablamos de cuidar
niños como algo automático, un servicio, sin cuestionar qué es cuidar un niño,
de qué forma en la visión que tenemos sobre ese cuidado se está forjando un
futuro diferente o no.
Yo tengo una amiga peruana que
me dice, “a mí no me gusta cuidar niños,” y desmonta la idea de que es un saber
que traes. Somos mujeres pero no tenemos por qué ser mamás. Son etiquetas que se
ponen, que están dichas automáticametne: sos mujer entonces puedes cuidar
niños. Somos expertas en temas de la casa porque a martillazos nos han metido
eso pero sabes... Podemos ser expertas
en otras cosas.. Y bueno, si somos expertas en eso, que se nos valore. Eso se
lo digo a las compis: cuando haya que negociar con las empleadoras (vacaciones,
días festivos, paga, horarios), les digo: "tenemos que echar mano de nuestra
sabiduría y nuestra expertez, si eres buena en la cocina o en el cuidado de
niños, cuando vayas a negociar, pide eso ahí, haz que tu saber tome la
alternativa de hablar. Tu negocias desde lo que tú sabes. Porque hay muchas
mujeres que sabemos cocinar bien, y ese día que cocinas algo que les gusta
mucho, ese día tendrás que saber usar esa sabiduría para negociar.
-Hablemos un poco de la abolición, cuando se dice de
abolir el trabajo doméstico. ¿Qué piensas? Ustedes luchan por hacer visible la
situación de esclavitud del trabajo doméstico, pienso en las
pancartas-consignas: "se acabó la esclavitud" "sin nosotras no
se mueve el mundo"
...o "querían brazos y llegaron personas"...
Eso para nosotras son consignas pero son
como una filosofía. Son filosofía, pero
no se lo ve como problema filosófico. Recién comienza a existir como tema.
Esa pregunta de abolir el trabajo doméstico o no es complicada. ¿Cómo la
pensamos? Es una historia compleja.... “destapemos las ollas”. Me pregunto: Tengo
54 años, soy empleada de hogar hace 23 años: ¿yo qué hago? Otra decía: ¿y yo
qué hago con mis padres? Hemos metido este tema como clave porque son cosas que
se van destapando como cáscara de la cebolla y habrá que ver qué es lo que hay
ahí... Lo que estoy clara es que el empleo de hogar y los cuidados, son cosas
que te han dado herramientas y fuerzas, y que si está ahí, y te da cosas, vamos a hacerlo político. Como podíamos
haber hecho que muchas mujeres estuviéramos trabajando en comedores, en
empresas o vendiendo arbolitos. Eso también puede ser político. Y es lo que
dice Silvia Federici: hay que sacar todas las ollas fuera. Y desde ahí, fijate
tú, cuantos frentes abiertos hay. Si
somos la mujeres la que lo hacemos, entonces que se pague - que se paguen
comisiones. Y que cuando estén con las agendas políticas, que el cuidado forme parte
de las agendas políticas y que no se esté recortando la ley de dependencia, los
derechos sociales, que ahora mismo hace muchísimo tiempo que se quitaron los
comedores de las escuelas, y estamos volviendo muchas mujeres a la casa a hacer
comida, porque somos nosotras las que tenemos que ir a recoger a los chicos y
hacer comida, porque estamos en esa dinámica todavía de que los hombres no se
hagan cargo... Habemos muchas mujeres solas que tenemos a los hijos, a los
sobrinos, y que tenemos que salir corriendo de un trabajo a otro a
recogerlos... ¿Y qué está haciendo el estado ahora? ¿Qué hacemos? Se nos va la vida. Corremos como
locas, que el autobus, el tren... vamos a buscar a los críos, los llevamos a la
casa, comen, y luego otra vez los tenemos que llevar al colegio... los dejamos
ahí, volvemos a trabajar, luego, si el crío tiene que ir médico, lo llevamos al
médico...Se nos va la vida en esa historia. Entonces, lo que tiene que haber es
leyes que participen y se hagan para que no se esté viviendo de esa forma. Y
que no se haga que nosotras después de haber dejado lo privado, que nos
obliguen otra vez a volver y que nos obliguen otra vez a tener que hacernos cargo
de los padres y que se nos vaya la vida. Y que muchas veces hayamos tenido que
dejar los trabajos que tenemos fuera para volver a cuidar a nuestros padres. ¿Por
qué? porque no hay una ley de dependencia que lo ampare. Porque la ley de la
pensión que ellos han hecho su lucha se están evaporando...
Esas son las cosas que tenemos
que ver. Y si desde los servicios domésticos y los cuidados tenemos que
abanderar todo esto, cogerlo y tenerlo y visualizarlo de esa forma, yo le veo
la importancia política.
Vengo de mi país, trabajando
allí en ONG, asociaciones de mujeres, de hombres, barriales, reivindicativas.
Luego he llegado aquí y me he puesto a trabajar en empleo de hogar pero yo sí
organizada, soy feminista, estoy en grupos feministas, en Territorio, en otras
alternativas, en Senda... O sea: estoy ahí porque creo que esto es una forma
política de visualizar algo que estoy haciendo y que creo que esto tiene que
estar en la palestra y que tiene que tener reivindicaciones justas. Porque no
es justo que habemos una cantidad de mujeres haciendo un trabajo que es
importante para la sociedad, y que estemos incrustadas todavía en un régimen
especial donde hace apenas un año y medio que teníamos que esperar 29 días para
que una mujer pudiera tener una baja laboral. Psicológicamente estás fatal
porque estás haciendo un trabajo con familias que te tratan a lo bestia y a lo
perro, y viviendo una esclavitud total.. Entonces, todo eso genera una mala
salud en las mujeres que estamos haciendo este trabajo. Que tú no tengas
derecho a paro, que no tengas un contrato, que cuando tú vayas a comprar un
televisor aquí hay gente que te dice "usted tiene que tener un
contrato". Pero que una empleada de hogar esté trabajando ocho, nueve, doce
horas en una casa y que no pueda tener un contrato que te valga para comprar un
pasaje de viaje, o un televisor para pagar poco a poco... En una sociedad
europea que hay millones de millones por debajo... donde se están robando el
dinero público... y que hayamos mujeres metidas en un régimen haciendo un
trabajo tan precario y tan esclavizando como ese... eso no se puede tolerar. Y
nosotras seguimos en la lucha y lo que queremos es que algún día podamos hacer
una huelga de cuidados.
Los movimientos en la plaza. Los sindicatos
-¿Cuál es la relación de Territorio con los
sindicatos?
Nosotras hemos tenido una
pelea super grande con los sindicatos, salen los informes que ellos hacen y a
nosotras no nos preguntan nada. Y las
reuniones las hacen en horas que las mujeres no podemos estar ahí. Tienen un trabajo privilegiado y no se mojan
haciendo las cosas de la casa. Porque todavía hablan, tienen el verbo y el
vocabulario de “yo ayudo.”
No puedes decir “es que no
vienen los inmigrantes” “es que las mujeres no se organizan” Pues no, no es
verdad. Porque este colectivo se ha organizado pero hemos tenido que buscar
consenso donde nos podamos ver. Por eso nuestras actividades son los fines de
semana, los domingos, los festivos porque son los días en que podemos. El día
que las internas pueden salir. Es la única forma que tenemos de contactarnos.
Pero si tu no sabes esas formas de organizar, de atraer a la gente, entonces no
digas que no sabes porque no estamos ahí.
Cuando llegué aquí, en las luchas
de los inmigrantes los que estaban eran los nacionales. Si ellos no hubieran
salido, aquí no se habría conseguido cosas de las leyes de extranjerías. La
tarjeta sanitaria, que nos han quitado, pero se logró luchando para que
tuviéramos eso.
Es un trabajo tan precario y
difícil en igualdad de negociación.. porque no puedes decir “me voy porque
tengo médico.” Hay mujeres que de su
trabajo dependen los medicamentos para su madre, padre; tú no te estás jugando
solo tu trabajo: si te echan, te jugás la vida de muchas personas. No todo el
mundo puede jugársela.
-¿Cuál es la relación que han tenido con diferentes
feminismos? Ustedes han funcionado en otro espacio de lucha, Eskalera Kararola,
un espacio con una historia de lucha en el feminismo...
-Nosotras empezamos con tres
compas que estaban en Eskalera: Silvia, Amaia, y luego con las mayoría de las
mujeres de la Eskalera. Yo pienso que cuando tú hablas las cosas, lo vivencial,
es super importante. Cuando tú vives como lo que tú hablas, y lo vives, creo
que ya tienes otras connotaciones.
Empezamos ahí y seguimos ahí y creo que somos uno de los grupos en que en
Eskalera estamos super cómodas con ellas y ellas con nosotras. Si has elegido
un trabajo que es el de los cuidados, esa fuerza de ese montón de mujeres que
estamos ahí, esa forma de luchar por algo con esa frescura, que también ha
estado aportando para muchas feministas, eso ha ayudado a que esto que el proceso
que hemos tenido, la fuerza de haber estado en el 8 de marzo, hemos salido un
montón de mujeres el 8 de marzo, eso ha aportado al movimiento feminista.
Ha habido también
encontronazos con algunas feministas en otros ámbitos. Por ejemplo, una vez, un
dijo “siempre luchando contra eso, y ahora las empleadas de hogar salen con
esto.” Una compa colombiana salió y dijo: mira, lo primero que quiero decir es
que las empleadas de hogar han sacado una lucha que estaba escondida abajo de
la alfombra. Y salimos a reivindicar nuestro derecho, con todos los miedos y
con todas las cosas. Con papeles o sin papeles. Aquí hemos sacado eso. ¿Por qué tenemos que trabajar sin seguridad
social? Habemos muchas trabajadoras de
hogar que estamos siendo protagonistas de nuestra propia historia. Y
algunas feministas se han salido de ese tema. Si tu no valoras es trabajo,
nosotras sí lo valoramos. Estamos movilizando a muchas a que copien esta
historia y eso es importante. Y la compa
dijo también: “quiero pedirle respeto para que no hable de mujeres ‘de color’.
Que hable de mujeres. Ese respeto para las compas que estamos aquí. Si las
feministas no valoran la lucha que estamos teniendo mujeres, que estamos
teniendo los ovarios para salir a la calle y reivindicar nuestro derecho, como
mujeres, ciudadanas -- no de segunda... Si a eso le llamas feminista, entonces
no es ese el feminismo que queremos tener.
Y esa mujer se fue.
Habemos en Territorio muchas
mujeres feministas que creemos que las abuelas fueron cuidadoras, las madres,
las tías y que en algún momentos podemos ser cuidadas. Hay que valorizar ese
trabajo porque en algún momento alguna de nosotras necesita del cuidado, dar,
recibir. Eso está ahí. Y lo tenemos que asumir. Por eso, es un trabajo que
tiene que tener condiciones. Que esté aquí, que no se esconda. Que lo veamos
todos y todas, que le pongamos color y que sea un color homogéneo. Lo tenemos
que asumir. Y ver que el empleo de hogar y el cuidado dan pie a abrir varios
frentes, para diferentes espacios y diferentes movimientos. Han muerto compañeras
por no tener una tarjeta sanitaria. Es una lucha que te atraviesa.
Entonces, ha sido super
interesante la vivencia que hemos vivido con cada una de ellas, las compañeras
de Eskalera.
-A nivel internacional, ¿han trabajado en red?
A nivel internacional, ahora
mismo habemos tres compas que estamos intentando ver cómo coordinamos. Estamos
en el grupo Turín (*) que se formó como plataforma con otros grupos y estamos
trabajando el tema del convenio 189. Nuestro
sueño es entrelazar grupos para que un día se haga una lucha en que todo este
conectado. Desde ahí se pueden sacar cosas que muevan cimientos.
Pensar objetivos en vista a
una acción global: por ejemplo, el día
de la trabajadora de hogar, el 30 de mazo, en todas las ciudades, podríamos montar una
actividad así: a las 12 del día, las trabajadoras de hogar, salen. Sea lo que sea, sea de cuidar, barrer,
leer un texto. Que en ese momento se esté viviendo en cada ciudad y en cada
país. Eso mueve y nos mueve. En octubre
nos fuimos a la estatua de Colón. Hicimos un taller, hablamos de colonización y
montamos una acción. Donde estaba la imagen de Colón, nos metimos sin permiso y
sin nada, y armamos una que no te podés imaginar! Fue la ostia, armamos una
consignas, hablamos de las violaciones a indígenas, de todo lo que nos han
quitado... ¡y fue un empoderamiento cuando nos vimos ahí arriba! Mirando a una
compañera que tiene 76 años, subiendo una escalera y cuando nos vimos todas
allí, hablándole a Colón, insultándolo, diciéndole de todo: todo lo que se robaron, ¡tenés que devolvérlosno!,
violaste a nuestras bisabuelas... y no queríamos bajarnos de ahí!