Raquel Gutiérrez Aguilar con Pablo Iglesias // Otra Vuelta de Tuerka
Programa
#18 - Temporada 3
Emisión,
lunes 27 de marzo de 2017.
La
infancia y adolescencia de Raquel Gutiérrez (México, 1962) transcurren bajo la
larga sombra del Partido Revolucionario Institucional. Un PRI con dos caras,
una cara progresista en política exterior que no tenía un correlato en su
política interior. "De ninguna manera quiero reivindicar las acciones del
PRI, pero sí un Estado mexicano que se va creando a partir de la revolución
mexicana que peleó por tierra, municipio libre y derechos laborales". Así,
Raquel recuerda una Ciudad de México con inmensos espacios públicos que
garantizaban derecho de uso de manera muy amplia.
A
principios de los años 80, comienza sus estudios universitarios de matemáticas,
y participa activamente en las campañas de solidaridad con los salvadoreños del
FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) en el exilio. Con 21
años, coincidiendo con la época más dura de la guerra civil salvadoreña, se
traslada a San Salvador para hacer un conjunto de trabajos de formación. Allí
es detenida y encarcelada por la Policía Nacional y vive su primera experiencia
de tortura y cárcel "sin saber ni leer ni escribir". Es decir,
experimenta de manera muy brutal el ser "una ficha" de un conjunto de
estructuras que desconoce, y se enfrenta a "lo peor de las estructuras
leninistas verticales". "Ese fue mi bautizo de fuego en la militancia
política", cuenta Raquel Gutierrez en Otra Vuelta de Tuerka.
En
1984 parte a Bolivia, donde militó en el EGTK (Ejército Guerrillero Tupac
Katari) junto a otros como Felipe Quispe, líder actual del Movimiento Indígena
Pachacutik-MIP y Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia. La
experiencia de articulación del movimiento indigena boliviano bajo la técnica
aimara de la confluencia le enseñó a, como ella misma dice, "cultivar
cercanía y gestionar distancia".
En
abril de 1992, fue detenida por participar en la guerrilla y encarcelada en el
Centro de Orientación Femenina de Obrajes en La Paz durante cinco años.
"Es feo estar en la cárcel, pero tienes tiempo y paradójicamente lo puedes
convertir en algo muy fértil", señala Raquel durante la entrevista. Y así
fue, en sus años de cárcel desarrolló una intensa actividad intelectual sobre
la lucha social y la legitimidad del uso de la violencia. Tras su liberación,
publicó Desandar el Laberinto, un conjunto de reflexiones gestadas al calor del
saber acumulado entre las mujeres de la cárcel.
Del
asalto institucional del MAS de Evo Morales que siguió a la brecha abierta por
la Guerra del Agua le preocupa "que devaluemos el qué queremos hacer al
asaltar". "¿Vamos a administrar bien dentro de los límites de lo
posible o vamos a ensayar la construcción de otras formas de democracia?",
concluye.