Pensar es altamente femenino. Conversación con María Galindo // Ana Bustos
En el salón comedor de La Virgen de los deseos se ven entrar y salir mujeres de diferentes
lugares y procedencias, todas ellas -todas nosotras- disfrutando de un clima único
construido por las Mujeres Creando.
En este espacio una siente que se respira cuidado y acción, poder y polémica,
escándalo e historias de lucha que desde lo más cotidiano construye
complicidades, lazos fuertes y relaciones bien políticas. Un cuadro de una
mujer con traje de chola y mirada penetrante, remite a una leyenda a su derecha
que sentencia: “Pensar es altamente
femenino”. Y cómo no va a identificarnos a todas si el ejercicio constante
e incansable del pensamiento es lo que nos une allí y nos impulsa a transformar
y rearmar todo lo transformable de nuestras condiciones en esta sociedad, la
boliviana y las de todo el mundo.
Con motivo de una visita a La Paz, un grupo de mujeres de
diferentes países de Latinoamérica acordamos encontrarnos en una conversación
con María Galindo en La Virgen... Lo
que nos convocaba: los feminismos de estas latitudes e intercambiar palabras,
gestos y preguntas para conocer más sobre la historia de este trabajo colectivo
de Mujeres Creando, espacio donde
María junto con otras compañeras construyen políticamente desde 1992.
Coincidimos entonces compañeras de Perú (María),
Argentina (Paula y Ana Julia), Chile (Jose y Camila), Brasil (Ludmila) y la
María de Bolivia, que por su condición de locutora intempestiva no pudo dejar
de generar un clima muy ameno y profundo de diálogo pensante. Entonces era una
conversa de mujeres, no una entrevista a secas, una charla abierta con María
Galindo de la que les compartimos algunas partes...
María
G.: Bueno, para la
gente que nos está escuchando estamos en una mesa encantadora una mesa con
mujeres que yo no creo que ninguna pase los cuarenta años ni de broma, a ver:
¿cuántos años tienes?
Jose: Veinticinco.
Ana: Veintiocho.
Paula: Treinta y uno.
María: Treinta y nueve.
Ludmila: Treinta y cuatro.
Cami: Veinticuatro.
María
G.: ¡Qué lindo! Bueno,
son compañeras que vienen de distintos lugares de América Latina…
Jose: Chile , Ana:
Argentina, Paula: Argentina, María: Perú, Ludmila: Brasil, Camila:
Chile.
María
G.: Bueno, vamos a
tener una discusión un encuentro, una charlita juntas sobre el tema del
feminismo, los feminismos, los feminismos en América Latina, el momento que
estamos pasando. Ellas me están entrevistando a mí y yo voy a aprovechar y
hacer la entrevista de mi parte también. Así que bueno, primero que nada tienen
ustedes la palabra compañeras. No sé quien quiere empezar…
María: Me gustaría si puedes explicar un poquito la historia de
Mujeres Creando y también tu propia historia.
María
G.: Ya… para la
historia de Mujeres Creando es
importante decir que nosotras tenemos veinticinco años, que estamos cumpliendo
este año veinticinco años. Mujeres
Creando nace en el momento en el cual el neoliberalismo en América Latina
–estamos hablando del ’92- estaba en su auge. Había entrado como la panacea, y
creo que es importante que la izquierda recuerde que el neoliberalismo logró
consenso social porque prometió muchas cosas. Entonces en ese momento surge Mujeres Creando y surge de manera muy
dura porque surge cuestionando la efervescencia que había de ONG’s de mujeres
que estaban llevando a todo el conjunto de las mujeres de América Latina a ser
un colchón de soporte del impacto de pobreza que iba a crear o que estaba
creando el neoliberalismo. Entonces estamos hablando de todas estas ONG’s que
proponían “empoderamiento”, “micro-empresa”, una agenda política alineada al “fujimorismo”,
al “menemismo”, al “banzerismo”, en Bolivia también a Sánchez de Lozada; y que
usurparon la representación de las mujeres, la representación política.
Entonces Mujeres Creando nace
cuestionando este fenómeno pero también nace al mismo tiempo cuestionando el
fenómeno de la idea de partido político, de la idea de izquierda como
vanguardia, de la idea de que las mujeres somos un no-sujeto dentro de la
izquierda. Somos muy buenas pa’ cocinar, somos muy buenas ‘pa la cama, somos
muy buenas para la tesorería, somos muy buenas para la gestión de la lucha,
pero sin que se reconozca nuestra condición de sujeto político. Entonces
nosotras nacemos cuestionando a la izquierda y nacemos cuestionando la tecnocracia
de género y el fenómeno del neoliberalismo. Y eso significa algo muy duro para
nosotras porque nacemos sin un punto de apoyo en la sociedad. Entonces: “No, esas cuatro locas que van a lograr…”.
Y Mujeres Creando es un movimiento
que se sostiene a lo largo de veinticinco años sobre la base de la
heterogeneidad, sobre la base de la autogestión, sobre la base de la política
desde la calle, sobre la base de las alianzas insólitas, sobre la base de la
política concreta. Ya les voy a ir contando en qué consisten estos conceptos a
los cuales nosotras llegamos con el tiempo y se sostiene como un movimiento de
transgresión, de vocería, de imaginación de una sociedad diferente y se
convierte en un bastión de resistencia, pero se convierte también en un
fenómeno cultural muy importante para la sociedad boliviana, se convierte en un
referente de rebeldía para las mujeres pero también para muchos otros
movimientos sociales. Mujeres Creando
llega a desarrollar lenguajes muy importantes dentro de la lucha social. Porque
estamos en un país donde la lucha social es muy cotidiana, es algo muy fuerte,
muy sólido, pero es algo muy masculinizado, muy de patria o muerte, muy de
abajo o arriba, y sobre todo se entiende la lucha social como un fenómeno
exclusivamente de masas. Si tú no eres una masa de tres mil mineros no puedes
decir que existes. Entonces Mujeres
Creando, contra una lógica de masas, porque nosotras no afiliamos a la
gente, incluso los sectores con los que trabajamos no son sectores a los cuales
los afiliamos, la idea no es esa, para nada; logramos una voz desde la
construcción de lenguaje.
Y a nivel personal, yo soy una mujer que tengo cincuenta
y tres años –voy a cumplir este año-. Soy un monumento nacional, porque soy la
primera lesbiana pública de la sociedad boliviana. Al mismo tiempo yo soy una
sobreviviente, de alguna manera, de lo que fue cierta militancia lésbica muy
endogámica, muy cerrada, muy ghetizada, muy atormentada por muchos fantasmas y
entonces yo entendí que dentro de esa militancia lo que iba a pasar es que me
iba a entristecer mucho. En el mejor de los casos entristecer y en el peor de
los casos aburrir. Entonces decidí, siendo una de las primeras lesbianas
publicas de esta sociedad, trabajar desde otros ángulos políticos.
Ahora, sin embargo la condición de lesbiana, que la llamo
yo más bien de maricona, ha marcado
muchísimo mi perfil personal y no se mucho mas que decirles. Yo me he formado
en los ‘80s en la izquierda tradicional boliviana: marxista, leninista e
indigenista. Asique su discurso y sus métodos los conozco “aquí” no son un
misterio para mí. ¿Por qué entré y pasé por esa escuela? Porque esa era como la
puerta de entrada a la lucha social no existía otra puerta de entrada. Cuando
tú tenías la noción muy joven de que querías cambiar la sociedad, si no caías
resbalabas en estos micro partidos. Entonces yo pasé por esa experiencia y
tampoco reniego de ella. Ahora desde el punto de vista teórico, yo creo
muchísimo que la lucha necesita teoría para avanzar más allá y que además la
lucha social produce un conocimiento que no produce la academia y que no
produce ninguna otra instancia. Entonces yo reivindico muchísimo el
conocimiento que vamos produciendo, asique una de mis actividades políticas, no
la principal, pero una de mis actividades con mayor convicción es la escritura.
La tesis de la despatriarcalización
es una tesis mía, yo planteo que “no se puede descolonizar sin
despatriarcalizar” pero es todo una tesis alterna que cuestiona y que poner en
juego toda la agenda neoliberal de la tecnocracia de género. Y lo que hace el
gobierno de Evo Morales es copiar, plagiar, la tesis de la
despatriarcalización, pero para darle como contenido la agenda liberal.
Entonces eso lo hace un poco para aplacar la palabra y la fuerza de Mujeres Creando, pero también porque lo
hace de forma rutinaria con todo lo que se encuentre en el camino, ¿no?...
Ana: Yo quería preguntarte María por esto que decís que
significa la política feminista más micro, desde lo cotidiano y no desde las
masas, que plantea una alternativa. Cuando uno entra acá al comedor a mí por lo
menos lo primero que me impactó fue esa escritura en la pared con esa imagen.
Como vos decís: nos han robado la palabra
y nos han robado hasta la imagen misma muchas veces, y estas son intervenciones
que a una realmente la invitan a pensar… ¿Qué creés vos que tiene el
pensamiento feminista hoy y el pensamiento que es altamente femenino para
aportarle al mundo político, a la transformación política de América Latina?
María
G.: Yo creo que es
imprescindible. Yo creo que la clave, la cantidad importante de claves que
vienen del feminismo son imprescindibles para pensar cualquier forma de
transformación social. Tiene que ver con todo el universo del cuerpo, no hay
absolutamente ninguna política desde el cuerpo y con el cuerpo que no sea desde
el feminismo; primera cosa.
Segunda cosa desde las mujeres, es decir las mujeres no
somos solamente un número, sino que somos una otredad, somos lo otro. O sea
somos una diferencia. Nadie se atrevería ahorita a negar la importancia de los
pueblos indígenas, pero hoy todavía hay sociólogos de pacotilla que se atreven
a negar la importancia de las mujeres. Entonces, yo por ejemplo cuando planteo
la tesis de la despatriarcalización,
tiene como punto de partida el hecho de que yo considero que las mujeres
estamos protagonizando, viendo, una rebelión subterránea, nos estamos moviendo
del lugar en que estábamos, hacia un lugar que está por inventar. Pero ese
movimiento que estamos produciendo, que es un movimiento existencial de las
mujeres, por ejemplo en relación a la maternidad. La pregunta de la maternidad
ya no es una pregunta de responder a ese mandato sino que prácticamente no hay
mujer que no se pregunte si quiere ser madre o no y cuando quiere ser o no,
como una pregunta muy personal, que no está atravesada ni por el juez, ni por
el cura, ni por su madre, ni por nadie. Entonces ese movimiento que estamos
produciendo las mujeres está poniendo en crisis una serie de estructuras
sociales que se sustentaban en nosotras. Porque, ¿cuál es la cualidad del
patriarcado como sistema de opresiones? La cualidad del patriarcado es la
capacidad de apoyarse en las mujeres. La subvención que hacemos las mujeres al
capitalismo, al trabajo asalariado, al sistema económico capitalista desde lo
que se califica como no trabajo es monstruoso.
Entonces el momento en que las mujeres nos movemos de ahí muchos esquemas –si
no todos- entran en crisis. Entonces, en ese sentido, yo creo que es muy
importante lo que estamos haciendo.
Ahora, esto de “micro y macro”, yo no me compraría esas
definiciones y esos marcos conceptuales. ¿Qué es micro y que es macro? Es
decir, los hombres creen que están manejando el mundo y están ahorita, por
ejemplo, en Bolivia –por poner un ejemplo que podría ser también en los países
de ustedes. Se hacen grandes discursos desde ahí arriba que no tocan el cotidiano de la gente. Nosotras somos
capaces de desarrollar un discurso que toca el cotidiano de la gente,
entonces…¿qué es micro y qué es macro? Es realmente una pregunta. ¿Es macro porque viene de la boca de un
hombre? ¿Es macro porque viene de la boca de un hombre que forma parte de las
cúpulas estatales, de las cúpulas empresariales? Yo creo que todo eso también
está entrando en crisis.
Jose: Yo quería hacer una pregunta un poco retomando lo que
dijiste anteriormente acerca de la lucha lesbo-feminista, ¿cuál es el nivel de
lesbofobia que existe por parte del Estado? Y si crees que es posible construir
alianzas con el Estado a partir de la primera respuesta…
María
G.: Yo te diría que en
ningún caso vale la pena trabajar con el Estado, desde mi modesto punto de
vista. Si bien reconozco que hay múltiples formas de poder que circulan en la
sociedad y que por supuesto el Estado no es la única forma organizada de poder,
personalmente yo creo que es un grave error, mucho más en este momento
histórico -podemos revisar otros momentos históricos- pero en este momento histórico
yo creo que es un absurdo gigante de los colectivos, que además han sido colectivos
LGBT, que en esa matriz entran dentro de una lógica totalmente neoliberal.
Porque lo LGBT es una categoría neoliberal de la lucha política maricona,
también para normalizar. Yo creo que es un absurdo acudir a las puertas del
Estado a demandar ningún derecho, a demandar ningún presupuesto, a demandar
ningún tipo de política pública. Yo creo que hay que ser capaces de trabajar
más allá del Estado, yo creo que hay que ser capaces de generar plataformas
donde tus interlocuciones son con el conjunto de la sociedad y no
exclusivamente con el Estado. Y se generan escenarios de diálogo o de
interpelación o lo que tú quieras con el Estado sólo cuando es oportuno y
necesario. Pero cuando no es ni oportuno ni necesario, no lo necesitas. O sea, basta de trabajar como hijos de un Estado padre, que te tiene que reconocer
y que si te mira y te patea tu existes. O si te mira y te concede no se que
chuchería, como puede ser el matrimonio, existes. Entonces yo creo que ahí ha
habido un error muy grande.
Te voy a contar lo que estoy haciendo yo con el Estado en
este momento como lesbiana histórica de esta sociedad, que ha sido súper
divertido y va a ser una bomba de libro. Un 28J cualquiera nosotras tomamos el
atrio de la catedral de La Paz para representar una serie de figuras eróticas
entre mujeres. A través de estas figuras lo que pretendíamos era además decir: “Aquí
estamos y no queremos ejército, ni cuota de maricones en el ejército, ni cuota
de maricones en los partidos; sino que lo que queremos es ponerles en crisis,
representarnos como eso indigesto e inaceptable”. Entonces en medio de esa
mañana salió el vocero oficial de la bancada del Movimiento al Socialismo
(MAS), un compañero –entre comillas- “indígena, aymara, originario”, a decir
que somos enfermas mentales, que no tenemos ningún lugar en el país, que
venimos de afuera. Una declaración homofóbica muy grande. Entonces nosotras
dijimos que ya que hay una ley contra el racismo y todas las formas de
discriminación, vamos a hacer una denuncia de este acto de un vocero oficial
del MAS ante la dirección de lucha contra el racismo. Llegamos a hacer la
denuncia y no nos querían recibir el papel porque decían que no era racismo,
que no era homofobia, no se entendía. Entonces logramos armar un escándalo
relativamente interesante, porque entre otras cosas, el escándalo es nuestra
política. El escándalo es nuestra
política.
Entonces, y no es broma, me llama el vicepresidente Álvaro
García Linera, y me dice: “María, si estás libre subí a mi oficina, dime que quieren
y veremos como resolverlo” –porque él es el presidente del Congreso-. Entonces
subo a su oficina y le digo: “Mire, no voy a hablar con usted si no es
grabando, porque esta es una charla pública y como yo no soy una lesbiana que
le estoy pidiendo que me reconozca mi condición de lesbiana, voy a hablar de
coyuntura política, de extractivismo, de recursos naturales, de derechos
laborales y de todo lo que se me ocurra. Si hablamos del país, hablamos y si no
yo me voy”. Y él me dice: “Hablemos del país, no hay problema”. ¡Perfecto!
Grabadora encendida, empezamos. Es la mejor entrevista que nadie le ha hecho al
vicepresidente. Y empezamos a hablar de la ampliación de la frontera agrícola,
de los movimiento sociales, hablamos más o menos de treinta y cinco cosas; fue
una conversación de unas dos horas. Luego entremos al tema por el que estábamos
que es de la homofobia. Me dice: “Mira, qué quieres que yo haga con este señor?
Él piensa así, no lo vamos a colgar, y es una realidad boliviana. Yo no tengo
una solución, pero ya que ustedes son las afectadas, ustedes pongan la solución”.
Entonces acepté encantada y le dije que íbamos a hacer una investigación sobre
homofobia y machismo en la Asamblea Legislativa Plurinacional, avalada por la
vicepresidencia. Y el vicepresidente acepta, nos asigna una oficina, nos hace
una carta de reconocimiento de que vamos a hacer esa investigación. Nos ha
pedido que le presentemos una propuesta, que le presentamos al tiro. Y hemos
hecho una investigación sobre homofobia y machismo en la Asamblea Legislativa
que es muy divertida. Va a salir muy pronto un libro sobre eso, donde las cosas
estaban puestas exactamente al revés. Porque como lesbiana, como maricona, como
maricón, como trans estas siempre en ese lugar donde tú tienes que dar las
explicaciones sobre lo que eres, sobre lo que sientes, sobre lo que piensas. Y
en esa investigación habíamos logrado que nosotras fuéramos quienes pregunten y
los otros –los representantes del pueblo que no dan explicaciones ni a los
indígenas, ni a los mineros, ni a nadie- nos expliquen su posición. Entonces
son unas entrevistas maravillosas, históricas, desde el cuerpo, sobre la
homofobia, que te digo que va a dar que hablar. Ese libro va a salir, está en
la puerta.
El vicepresidente nos dio una oficina en la
Vicepresidencia. Nosotras instalamos luces, fue una cosas súper profesional,
camarógrafo, y entonces los invitábamos. Y empezaron a venir y algunos venían
con una definición escrita: “homofobia es
la discriminación…”, con su papelito tratando de responder. Y empezamos a
generar, por el tipo de preguntas que hacíamos, una expectativa muy
interesante. Muchos nos fallaban, pero muchos y muchas venían. Te puedo
asegurar que los popes, las estrellas
del parlamento vinieron muy pocos. Pero se generó tanta cosa que el
vicepresidente un día nos hizo llamar, ya no tuvo él el coraje de llamarnos,
nos hizo llamar con uno de sus burócratas, y nos dijo: “Cómo les está yendo”
(muy bien), “qué bueno porque hoy día es el último día. Esto ha crecido
demasiado, ustedes ya tienen suficientes entrevistas, nosotros hemos estado
observando”. Le dijimos que queríamos un porcentaje mucho más alto de
entrevistas de las que teníamos. Y me dijo que éramos libres de hacer lo que
quisiéramos pero teníamos que entregar las credenciales y desalojar la oficina.
Fue más divertido todavía: agarramos trípode, luces, micrófonos, cámara e
íbamos todos los días al Parlamento a intentar entrar. Entrar al Parlamento
boliviano es una odisea en el espacio y terminamos por lo menos con el
porcentaje que nosotras nos habíamos planteado, que es el treinta por ciento
del parlamento boliviano –entre titulares y suplentes-. O sea que tenemos un
número impresionante. Hemos entrevistado una bancada indígena muy grande, una
bancada de mujeres muy grande, una bancada de los clasemedieros profesionales
que no sabes muy bien a donde pertenecen. Y va a salir ya el libro, y toda las
vueltas de que te perseguía la policía, que “dónde está tu credencial”, no
teníamos credencial, fue muy divertido.
Yo esto te lo estoy contando en concreto, que quede claro
que yo no estoy hablando desde no sé que lugar. Estamos hablando desde lo que
hacemos. La mariconería puede inventar otra cosa más interesante y
políticamente más fecunda que pedir derechos que están a formato de la familia
burguesa blanca, patriarcal, monoparental y con una guagua -con un hijito- y
con un perro más. Entonces, sinceramente, yo creo que se pueden inventar otras
cosas. Yo creo que con el Estado vale la pena relacionarse para interpelar, para
desafiar y sobre todo para burlarse, pero no creo que haya que canalizar toda
nuestra fuerza creativa en políticas publicas para no se qué, porque eso se
queda en retóricas.
María:
Tú hablas en tu libro sobre una
alianza entre la mujer indígena, la lesbiana y la puta.
María
G.: “Indias, lesbianas,
putas revueltas y hermanadas”, sí.
María: Y entonces una de las demandas, una de las luchas más
importante ahora para la mujer indígena es la lucha por sus espacios
ancestralmente ocupados por ellas y por sus familias. Es tanto así esta lucha
contra la política extractivista que una mujer de Cajamarca, que se llama
Máxima Acuña…
María
G.: Nosotras hemos
tenido a la Máxima Acuña y su canción en quechua de característica de la radio
durante muchos meses. Si la conoces díselo, es un discurso maravilloso el que
realizó ella.
María: Mi pregunta más bien iba por ese lado, dentro de la
lucha de los pueblos indígenas hoy en día está la lucha por el territorio, y el
territorio comprendido por el aire, por el suelo que vivimos y sembramos…
María
G.: Es un territorio
soberano. Por eso no es tierra, es territorio.
María: En tu libro, al final hay como una propuesta de
construcción boliviana por parte de Mujeres Creando, y ahí me sorprendió porque
vi que su manera de abordar esto del territorio era como que no importa el
territorio o que no es necesario el territorio. Y entonces quisiera que te
explayes un poco sobre esto…
María
G.: Hay muchas
contradicciones ahí adentro. Primero voy a explicar el tema de la alianza: “Indias,
putas y lesbianas. Juntas, revueltas y hermanadas”. Nosotras planteamos esta
alianza sobre la base de una rebeldía. Podemos aliarnos entre lesbianas, si se
trata de lesbianas que están en un estado de rebeldía. Indias, si están en un
estado de rebeldía. Y putas, si están en un estado de rebeldía. Donde esa
rebelión es la conexión. Esto es importante porque nosotras no desarrollamos
una política identitaria. Yo creo que las políticas identitarias son políticas
neoliberales, aunque no lo creas. Es decir, la india por ser india puede ser
una palabra sin contenido. La lesbiana por ser lesbiana puede ser una palabra
sin contenido político, y la puta también. Y por supuesto la mujer también.
Porque cuántas mujeres no te enrostran y te dicen en tu país, en el mío, y en
los de ellas: “ahí está, pues, te representa”. La compañera chilena tiene una
presidenta mujer, que no la representa seguramente por el sólo hecho de ser
mujer. Entonces yo ahí te pediría que tengamos mucho cuidado con el tema de las
identidades. Mujeres Creando, y la
tesis de la despatriarcalización no está fundada en la comprensión de la
condición de ser india como una identidad, o la condición de ser lesbiana como
identidad, porque esa no es una garantía de antemano de nada.
Ahora, sobre la lucha por el territorio, justamente. Es
decir, en Bolivia sin reconocimiento estatal existe soberanía territorial de
comunidades indígenas muy importantes. Pequeñas soberanías, en el Altiplano
boliviano mayormente, pero no solamente. La condición de las mujeres en esas
soberanías territoriales es de servidumbre, es de ninguna voz, es de violencia
continua. Es de: “si te revelas, te despojo del territorio, yo tu hermano”. Yo
tu hermano indígena, te despojo porque te revelas. Nosotras básicamente hemos
realizado toda esta alianza con mujeres migrantes del campo que son
trabajadoras del hogar. La mayor parte de ellas han sido despojadas de su
derecho a la tierra, por sus propias familias y por las propias lógicas de usos
y costumbres. Entonces nosotras sí que ponemos en cuestión los usos y costumbres.
Porque, ¿qué entendemos por “usos y costumbres”?, ¿el control masculino de la
palabra, del territorio, del tiempo libre, de lo que está bien y lo que está
mal en una comunidad? Esas son preguntas que hay que hacer, por muy incorrectas
que parezcan. Entonces, primero eso, que es muy importante. En las luchas por
el territorio nosotras en Bolivia, concretamente en la última década de Evo
Morales, nos hemos metido con el cuerpo entero en la lucha en defensa del
Parque Nacional Territorio Indígena “Isiboro Sécure” (TIPNIS), porque quería
construir una carretera. Pero cuando nosotras nos hemos sumado a esa lucha, lo
que hemos hecho fue nuestros cuatro recursos en dinero, en vocería, en
capacidad de ir y venir, en un despliegue de solidaridad, que no es la
maravilla sino que es lo que tenemos, pero que es todo lo que podemos dar, lo
hemos hecho exclusivamente para con las mujeres. Entonces yo no me creo en las
luchas indígenas así en general y de antemano, no me creo. Y eso no es fácil
siendo boliviana. Hay un fundamentalismo indigenista muy grande y también hay
un muy mal manejo del tema del territorio. Por ejemplo, en Bolivia el pueblo
Guaraní ha recibido millones de dólares de una transnacional como la Repsol y
la Asamblea del pueblo Guaraní que finalmente eran los caciques varones,
todavía no han rendido cuentas. Y eso nos debilita. Pero cuando tú lo dices, te
dicen que porque lo dices nos debilitas. A ver, ¿porque lo digo te debilito o
tú al hacerlo es el que está debilitando esa lucha? Entonces yo tendría mucho
cuidado con eso. Por otro lado yo tendría mucho cuidado también de hablar a
nombre de terceros o de terceras. En Mujeres
Creando una cosa que nosotras cultivamos, razón por la cual esta alianza
funciona, es la palabra en primera persona. Entonces nosotras no construimos
representación, por eso te tiran todo el tiempo a la última fila porque no
construyes representación en un sistema político que sólo entiende el lenguaje
de la representación. Pero la representación es siempre la usurpación de un
tercero. Entonces nosotras no hablamos en nombre de terceros. Y nosotras en ese
sentido sí creemos que hay muchas compañeras en el mundo y en el universo de
las indias, que están en un proceso de rebelión respecto de los propios usos y
costumbres y respecto de las propias comprensiones de lo que se entiende por
indígena y no. Porque eso en Bolivia hoy está en discusión: ¿qué es lo indio?
¿qué diablos es ser indígena? Esa respuesta no es una, ni es tan simple, ni
está tan claro. Y todo depende, no es el color de la piel, no es el apellido,
no es el lugar donde has nacido, ni tampoco la ropa que usas. Podríamos decir
que Evo Morales es un indio, hay contextos en que podríamos decir que lo es.
Sin embargo, hay contextos en los que podríamos decir que actúa como un patrón.
Entonces esas contradicciones me parecen muy importante de tematizar.
María: Esto de “usos y costumbres”, quisieras que profundices
un poquito más. Porque claro que “usos y costumbres” pueden ser que mantienen a
la mujer en un lugar debajo del varón y en un lugar oprimido. Pero también para
mí “usos y costumbres” son técnicas ancestrales agrícolas ecológicas, observar
los astros, o por ejemplo esa tradición sobre todo de las mujeres del saber de
las plantas medicinales…
María
G.: Totalmente de
acuerdo contigo, ¿de qué hablamos cuando hablamos de usos y costumbres? Y quien
define cuál es el código moral de los usos y costumbres, ¿quién tiene el
monopolio de los usos y costumbres? Justamente por eso planteo yo que no se
puede descolonizar sin despatriarcalizar. Porque lo que yo he venido
encontrando en mi trabajo es que se reivindica como usos y costumbres
ancestrales, hábitos coloniales. Adoptados ya no como impuestos por el
colonizador, sino adoptados como propios. Entonces sí que creo que hay que
agarrar y decir, exactamente lo que has hecho: “¿De qué hablamos cuando
hablamos de…?” Yo no planteo agarrar los usos y costumbres y tirarlos a la
basura, nosotras no estamos en eso para nada. Lo que yo planteo es exactamente
lo que tú has hecho: abramos este gran cofre de los usos y costumbres y
empecemos a investigar, a preguntar, a cuestionar y también a criticar. No todo
lo ancestral es maravilloso. No todo lo que decimos que es ancestral es
ancestral, si no que tiene un carácter en muchos casos colonial y patriarcal.
¿Y dónde está el límite? En la oportunidad que nos damos como sociedad de abrir
y de discutir sin tener que ser políticamente correctos. Por esa razón es que
el gobierno boliviano a mí me ha plagiado la tesis de la despatriarcalización.
Porque la tesis de la despatriarcalización exactamente representa eso: “hay
usos y costumbres que resulta que no lo son”. Y resulta que en el libro este
que voy a sacar el primer capítulo es de la relación entre “lo indígena” y “lo
marica”. Y ahí hago un desglose que no quiero adelantarles pero que es una
bomba.
Ludmila: En Brasil, no sé como es en los otros países, pero allí
hay muchas mujeres que están haciendo hoy como grupos de mujeres para rescatar
nuestra fuerza en cuanto feminismo:…la anciana, la que sea, la que se conecta
con algo que decimos “lo sagrado femenino”. Yo por ejemplo estoy recién
involucrándome ahora con el feminismo, porque me acerque al movimiento de
Hip-Hop y conocí el machismo. Yo pensaba que el machismo no existía tanto
porque en mi familia las mujeres son referencia y cuando conviví un poco más
con los hombres conocí el machismo muy fuerte y entonces ahora estoy como
involucrándome en este universo. Pero tengo mas de tres años que vivo lo sagrado femenino como algo que me
fortalece mucho; y percibo que no hay mucho de este diálogo en estos ámbitos.
Quería saber que piensas sobre esto, porque nosotras tenemos un poder de
creación que pasa por otros canales, por otras esferas y todavía a pesar de
hacer parte del movimiento, siento que cuando propongo algo como danza
circulares o que hablemos un poco más sobre nuestros deseos, sobre lo que
traemos de secretos ancestrales –que son secretos, que se mantienen sólo entre
mujeres-, siento que se dice “místico o mística”. No es una cosa que todavía se
de un diálogo. Entonces me gustaría saber un poco su opinión sobre esto…
María
G.: Nosotras el día
sábado hemos hecho una especie de la challa
de los deseos de las mujeres, en una feria popular que es de los deseos,
que es la Alasita. Y no era una
simple rito banal, manejado en términos mercantiles. Nosotras habíamos
convocado a una amauta. Una amauta en Bolivia es una persona, en general la
mayor parte son hombres, en este caso ella es una persona que rompe con ese
monopolio masculino, es una de las pocas –no la única- además es muy joven. Una
amauta es una mujer que está manejando fuerzas, si tú quieres, metafísicas,
formas de comunicación con la naturaleza, formas muy encriptadas de saber y de
conocimiento. Ella dirigió el rito, es la amauta Ángela, es una amauta que está
muy cerca del movimiento, pero nosotras siempre respetamos su distancia. No es
de Mujeres Creando, pero ella conduce todos los ritos que realizamos. Nosotras
hacemos ritos por lo menos dos veces al año, una vez para Alasitas, porque
hemos construido a la Ekeka -que
ahora se las voy a mostrar y se las voy a explicar-, y una vez para Agosto que
es cuando la Pachamama se abre, tiene más hambre entonces hay que darle de
comer. Nosotras respetamos muchísimo ese lenguaje y vivimos ese rito.
El rito de Agosto lo hacemos aquí, porque esta casa se
carga de mucho dolor, de muchas cosas que están en el ambiente pero no es algo
concreto. Pero el rito de Enero lo hacemos en la calle. Entonces si haces un
rito en la calle cualquiera puede decir lo que quiera. Y justamente porque es
uno de los mayores problemas ahorita, estaban principalmente invitadas para
compartir este rito las mujeres en prostitución con las que estamos realizando
esta lucha. Entonces tú dirías que estas mujeres están totalmente desconectadas
de la amauta y todo ese discurso. Pero en cuanto ella empezó a dirigir todo,
ella manejaba lo dulce, lo amargo, toda una forma de manejar la energía; las
mujeres se conectaron así, sin necesidad de grandes explicaciones. Y nos
sentamos en el piso de la calle y todo esto concluyó muy bien…
Hay mucha ritualidad en el trabajo de Mujeres Creando,
esto del trabajo manual, el trabajo intelectual, el trabajo creativo. Nosotras
somos pocas pero cuando nos movemos al nivel de algo, solemos desplegar una
cantidad de energía que se siente. Y eso es gracias a esa conexión que logramos
en el cotidiano. Y yo creo que en este momento está pasando algo muy
importante, no sé si en América Latina. Yo he estado en Sao Pablo cuando la
Bienal. Nosotras llevamos una instalación a la Bienal de Sao Pablo que se
llamaba “Espacio para abortar”. Hicimos una cosa muy interesante porque cuando
fuimos, fuimos por un mes y fuimos grupo por grupo de mujeres desde las mujeres
de la tercera edad, mujeres que tienen SIDA, mujeres que están con un comedor
popular, mujeres feministas que están pensando la ola Queer. Nosotras nos
reunimos con mas de cien grupos de mujeres, sólo en Sao Pablo, para contarles,
para invitarles, etc. Y esto se refleja. Acá hay una efervescencia increíble,
en Bolivia, en Perú y en Argentina está pasando lo mismo, y desde un grupo de
costureras, pasando por un grupo por ejemplo la amauta, para no estar sola va a
crear otras amautas, una especie de amautismo desde ella. ¿Qué resultado dará?
Pero es como si estuviéramos abriendo, abriendo y abriendo espacios que no es
que uno vale más que el otro. Si hay un grupo de jóvenes que se reúnen, lo
importante es entender el fenómeno. Entender que además hay muchos lugares
desde donde llegar al discurso. Hay compañeras que llegan desde la intepelación
de la violencia machista. Por ejemplo esa es una cosa que está claro que muchas
mujeres llegan desde ahí. Pero desde la construcción de símbolos como las Ekekas, también. Si tú convocas a
las mujeres desde un trabajo como este, una cosa tan pequeña, tan sencilla. Qué
poca cosa, ¿no? Esta es una pequeña escultura popular que es la feminización
del Ekeko. El Ekeko en la sociedad
boliviana es el dios de la abundancia, es un dios andino, que es el portador y
el proveedor de todo. Es la representación del padre proveedor. Si tú agarras y
construyes un símbolo de una mujer que es la portadora de todo, y además esta
mujer está feliz, y además esta mujer lleva todo lo que está portando. Objetos
muy originales, como por ejemplo un corazón entero, un trinche para pecar, alas
para volar, por aquí creo que tiene libros, además de todo lo que tienen todos
los ekekos. Lo que haces es convocar a las mujeres desde el símbolo. Y otras
mujeres entonces llegarán desde el discurso simbólico de Mujeres Creando. Si tú
interpelas la corrupción y la ausencia de justicia, otras mujeres llegarán
desde esa rabia contra el poder estatal. Entonces nosotras creemos que no es
más legítimo un lugar que otro, sino que todos los lugares de lucha son
legítimos. Creo que basta de esta izquierda ridícula que dice: “la vanguardia
es ésta, ésta no”, “¿cuál es la contradicción principal?”. Con eso lo único que
han hecho es empobrecer la política. No hay la contradicción principal. Hay
muchas contradicciones. No hay la lucha más importante, hay muchas luchas. Lo
que tenemos el desafío es la necesidad de conectar esas luchas, eso sí. Eso
definitivamente. Pero nosotras estamos abiertas a muchas cosas. Digamos,
Mujeres Creando también es una suma de iniciativas: tenemos una escuela de
autodefensa, porque hay una compañera que hace autodefensa y que quiere
compartir eso; pero tenemos una amauta porque hay una compañera que es amauta y
que quiere compartir eso; y si mañana viene otra compañera y quiere compartir
“la desmitificación de la tecnología”, le diremos ¡perfecto!. Porque una cosa
no está peleada con la otra.
Paula: Es una pregunta más personal porque tiene que ver con mi
trayectoria personal en la educación popular en la Argentina, que es un
movimiento grande, fuerte. Tiene que ver con esto que hablabas de que “lo
patriarcal” significa cuando los varones se apoyan en las mujeres. Los que
participan en la educación popular no son partidos políticos ni se pretenden
como eso, sino más bien como espacios autónomos, igual sigue en vigencia esto.
Como es docencia, la mayoría somos mujeres.
Este año tuve este gran problema con el tema de los
varones, porque son espacios que son amplios y son mixtos y personalmente yo
digo a las compañeras: “hay que abortar a estas personas, pero ya nacieron”,
asique es un poco imposible. Están como esas dos líneas: unas que piensan que
hay que construir junto con los varones y otras que pensamos que no. Entonces,
¿qué hacemos para construir en estos espacios sin morir en el intento?
María
G.: Yo tendría algunas
cositas, que tal vez resulten un poco extrañas. Yo conozco también, porque me
he formado en Ciencias de la Educación, varias de las tesis de la educación
popular. Creo que la educación popular en sí misma y por sí misma no ha tomado
en serio a la gente. Yo pondría en cuestión varias de las bases mismas de la
educación popular, primera cosa.
Segunda cosa, sobre tu pregunta ya muy concreta. Nosotras
lo definimos ya hace veinticinco años y creo que gracias a eso somos lo que
somos, somos Mujeres Creando. Porque realmente cargar con los compañeros,
sostener largas discusiones que no terminan en nada. No es un problema de que
tengas más o menos paciencia o voluntad, sino que es una hemorragia de
energías, porque el día tiene veinticuatro horas. Porque nos estamos
organizando para ser felices, y porque además necesitamos ciertos niveles de
efectividad en lo que estamos haciendo. Entonces yo personalmente,
definitivamente apuesto por la autonomía de las mujeres. Nosotras no somos
separatistas, ellos pueden usar el espacio siempre y cuando respeten los
márgenes respecto del racismo, la homofobia y el machismo. El respeto al aborto
y el respeto a las mujeres en situación de prostitución. Esas cosas nosotras no
las vamos a poner en discusión. No es que no estemos dispuestas a discutir,
pero no estamos dispuestas a discutir si tenemos derecho a abortar o no,
estamos dispuestas a discutir sobre el aborto, pero no sobre si tenemos derecho
o no, y tantas otras.
Ana: Ya que estamos en frente de la Ekeka, tenemos todas deseos para este 2017, deseos femeninos, y
uno de los míos personales pero que también es parte de lo que se está gestando
en Argentina bien desde abajo, en un movimiento feminista que está creciendo
mucho desde los sectores populares, desde mujeres trabajadoras y luchadoras del
día a día, es lo que se está preparando para el 8M. No sé cuáles son las
acciones que tienen pensadas acá en La Paz, en Bolivia, si van a encabezar
algún tipo de marcha o movilización. La consigna allá tiene que ver con el paro
y con la huelga. Durante todo el año 2016 después de la asunción de Mauricio
Macri, ni la CGT, ni los gremios han logrado movilizar al país entero como sí
lo logró el movimiento…
María G.: ¡Lo lograron ahí las mujeres!
Ana: Sí, las mujeres. Tanto el 19 de octubre como el 25
de noviembre y ahora para el 8M, sumado a La Internacional, creo que se viene una
movida muy interesante a nivel de nuestro país y también de países hermanas y
de todo el mundo. No sé que es lo que están preparando acá en Bolivia.
María G.: Yo te puedo decir que respeto y conozco muy
bien el proceso argentino, por culpa de Claudia Acuña, y respeto muchísimo el
procesos de “Ni una menos”, lo respeto muchísimo. Lo que ha pasado con Ni una
menos aquí es que una movida patética de la tecnocracia de género que carece de
ideas y de política concreta, lo que ha hecho es copiar la fuerza, copiar el
nombre de Ni una menos, para tratar de absorber la legitimidad que tiene.
Entonces, yo creo que en ese sentido no necesariamente y no siempre funciona
que la estrategia en un país sea trasladada al siguiente. Por ejemplo, nosotras
hemos logrado con el grafitti desplegar un impacto social brutal pero no
necesariamente eso tiene por qué pasar en Argentina. Y lo que vamos a hacer
para el 8 de Marzo les cuento que está ya pactado pero no puedo decirlo, porque
va a ser una acción altamente riesgosa e ilegal, por supuesto. Espero que nos
salga muy bien, y va a ser muy interesante. De veras que no puedo decirla,
¡porque arruino la fiesta!