Grabois vs. Longobardi // Tomás Astelarra


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Algunas reflexiones sobre la macro y la micro economía comunitaria



El chisme que agudizaba el conflicto entre dos visiones de país o mundo circuló por las redes en formas de videos y noticias. La famosa “grieta”. De un lado el periodista o sicario de los grandes medios masivos de comunicación Marcelo Longobardi acusaba a Juan Grabois (y en su figura a los movimientos sociales o “piqueteros”) de “vivir” del estado, de “extorsionar” al estado. Certero, Grabois le preguntó: ¿Acaso el medio para el que usted trabaja no recibe una millonaria pauta oficial?¿No sería eso indicador que usted también vive del estado?¿Cuando los medios a los que usted pertenece presionan al gobierno para conseguir negocios como el  fútbol, acaso eso no es extorsión?

Declaremos el empate de los dos lados de la grieta y asumamos que tanto los movimientos sociales de los cuales Grabois es vocero, como las empresas de las que Longobardi es vocero, reciben fondos del estado y por tanto son pasibles de reclamarle al estado por su “pedazo” (llamemosle extorsión o como sea). Cualquier análisis más o menos serio de la cuestión seguramente demostraría que el pedazo de las empresas es más grande y se reparte entre menos personas. Y el de las organizaciones sociales es más chico y se reparte entre más personas. Igual que la tierra, que los cargos en el estado, que los cargos en las empresas multinacionales, que los recursos naturales en general. Sabemos que si la economía es esa ciencia según la cual se administran recursos escasos para necesidades ilimitadas, tamos pa la mierda. Cada vez menos recursos y más necesidades. Un esquema pa pocos, cada vez menos. ¿Como salimos de esta?

Macroeconomía de la grieta.

Estamos mal. Eso es evidente. Hasta Al Gore y Leonardo Di Caprio se dieron cuenta. ¿Por donde es el camino? Si vemos las políticas de empresas y estados a fondo, nos damos cuenta que en su mayoría atentan con la supervivencia humana y planetaria, que son mezquinas, innecesarias, superfluas, genocidas, etc, etc, etc. Pero hasta me atrevería a decir que son ineficientes. Otro estudio serio a encarar.

Por hablar del sector de comunicación y citando nuevamente la polémica Grabois-Longobardi. Comparemos el trabajo que hace un compañero de la Garganta Poderosa (parte de la CTEP) con un salario social de 4 mil o 5 mil pesos frente a las 40 o 50 lucas que gana Longobardi. Eso sin contar que el compañero de la Garganta Poderosa tiene una impresora que le anda pa la mierda, conexión horrible de internet, poco acceso a fuentes oficiales, y además cada dos por tres tiene que salir a defender un compañero en cana, o baleado por las fuerzas de seguridad, que incluso él mismo corre ese riesgo. ¿Cuánto gana por mes un funcionario del INTA?¿Y un campesino del MOCASE?, pero sobre todo ¿Cuál es el verdadero aporte que hacen ambos a la agricultura familiar, a la alimentación consiente de nuestros hijos, a la salud de la pachamama, a la concientización de la humanidad y tantas otras cuestiones? Más allá del capital social y comunitario, si comparamos la asignación del recurso “dinero” y tantos otros recursos válidos para la economía neoliberal (tecnología, infraestructura, estudios universitarios, etc, etc) con el resultado de las acciones emprendidas por empresas, estados y organizaciones sociales, veremos que estas últimas son por lejos las más eficientes. De manera que aun bajo un estricto criterio de eficiencia, el estado debería darles más plata a los Grabois, y menos a los Longobardis.

Si hablamos de largo plazo, también, podremos ver que la erogación de fondos estatales para organizaciones sociales y cooperativas perfectamente podrían catalogarse como “inversión” o de “economías en transición”, ya que una vez realizado el aporte inicial, perfectamente las empresas sociales podrían autogestionarse. Entre otras cosas gracias a que no cuentan con intermediarios y en la mayoría de los casos no aspiran a ganancias más altas que las que permitan una vida digna, el famosos “buen vivir”. Eso siempre y cuando se puedan superar ciertas inequidades del mercado. Como el hecho de que las cooperativas textiles de las organizaciones sociales difícilmente puedan competir con el trabajo esclavo de las empresas de Juliana Awada (entre otras).

Todos sabemos que la autogestión es complicada y no siempre resulta. Pero vamos a los papeles ¿cuantas grandes empresas realmente han vivido sin tener que recurrir al estado? ¿Podrían vivir sin él? ¿Macri estaría donde está sin el estado? El cambio parece estar pa otro lado.

Microeconomía de la grieta.

La disputa simbólica entre Grabois y Longobardi tambien me trajo a cuentas algunas reflexiones personales. ¿Cómo puede ser que un compañero de la Garganta Poderosa viva con 6 lucas al mes y a Marcelo no le alcancen 50?

Es los que los economistas llaman “externalidades” o también “costo de oportunidad”. Aquello que hacemos sin saber. Aquello que tejemos sin saber. La parte metafísica de la economía. Porque no todo es dinero en la función de utilidad económica, y a veces aquellos que incorporamos a nuestro trabajo valores sociales, culturales y de preservación de la vida humana y natural, recibimos muchas compensaciones sin saberlo. Compensaciones que valen “dinero”.

Pa no hablar de prestado, voy a citar mi propio ejemplo, haciendo apenas una sustitución intertemporal. Vamos a comparar el Tomás Astelarra periodista autogestivo con el Tomás Astelarra periodista profesional. Tapa y Tapp. Tapa gana 5 o 6 lucas por mes. Tapp (que no es Longobardi, sino apenas un pinche redactor de Clarin) gana 12 o 15 lucas por mes. Tapa labura cuando quiere y se toma un descanso cuando quiere, investiga los temas que le gustan, y está rodeado de amigos, compañeros, en el trabajo. Incluso sus hijos estan rodeados de los hijos de sus amigos, que pululan por la casa de la radio comunitaria entre árboles y huertas, y hasta graban algún que otro comercial. Tapp tiene un horario fijo, incluso horas extras, por suerte el estaturo del periodista le permite tres semanas de vacaciones que se las pasa disfrutando con sus hijos en Traslasierra (donde trabaja Tapa). Sus jefe es un dolor de huevos, y aunque alguno se rescata, la mayoria de sus compañeros son una manga de alcahuetes. Eso sin hablar de los periodistas de los otros medios, con los que tiene que competir por una primicia día a día. Tapa no. Tapa teje redes comunitarias, comparte información con sus colegas de otras radios y medios alternativos, genera reuniones con mateadas y asados.

Bueno, ponele que la calidad del trabajo a nivel humano no salga dinero (que Tapa no tenga más salud que Tapp, ni una mejor educación para sus hijos, ni más amigos que lo banquen cuando tiene un problema). Vamos a las condiciones de vida.

Vivienda: Tapp paga 6 lucas de alquiler. Le quedan 6 o 9 lucas pa vivir y no sueña con poder comprarse una casa con lo que puede ahorrar. Tendría que trepar demasiado. Ser como Marcelo Longobardi. En cambio Tapa, gracias a un amigo militante, consiguió un dato de un paisano que vende terrenos baratos, entre otras cosas a gente que este dispuesta a cuidar el monte nativo. No paga alquiler y de a poco va construyendo su casa entre mingas, donaciones, alguen treque por publi y compartiendo las herramientas con el resto de vecinos del barrio.

Educación: Tapp paga 1 luca de colegio privado pa su hija. Además de diversos talleres, niñera ocasional y otros gastos, suma dos lucas (le quedan 4 o 7 lucas). Tapa en cambio manda a su hijo a la escuela publica. No cree que la enseñanza sea solo en la escuela, ni que lo perjudiquen los paros y hasta cree que es bueno que su hijo se relacione con otros pibes diferentes, aunque alguno sea medio bardero. Su hijo aprende mucho de sus amigos, los vecinos del barrio, las actividades comunitarias, las asambleas y los talleres a la gorra. También de los libros que Tapa vende en la Feria y le llegan al costo.

Salud: Tapp se cansó de renegar con la obra social del sindicato y se anoto en una prepaga (le quedan 3 o 6 lucas). Los remedios son carísimos cada vez que él o su familia se enferma (le quedan 2 o 5 lucas). Tapa hace años que no va al hospital o una clínica. Además de que tiene un buen vivir, ha aprendido a usar hierbas naturales, tiene un amigo que vende esencias y tinturas, se los deja a precio o trueque. También ha logrado hacer trueque de libros por acupuntura, reiki, tai chi, musicoterapia y hasta una dentista natural. Es decir que todo eso le sale al costo.

Esparcimiento: A Tapp entre salidas con amigos, cine, parques de diversiones y otras cuestiones se le van 2 lucas por mes (ya le quedan en el mejor de los casos 3 lucas pa las vacaciones). Tapa se junta a comer en la casa de los amigos, que producen cerveza casera o aloja, organiza festivales musicales, va al cineclub del centro cultural donde está la radio, y lleva a su pibe siempre a la Feria donde se junta con sus amigos.

Es un pequeño ejemplo. Podría tener mil ramificaciones. No necesariamente la comparación sería entre alguien que vive en el campo y alguien que vive en la ciudad. Los compañeros de cooperativas de barrios populares tienen acceso a vivienda, salud, educación y actividades culturales que la gran masa asalariada desconoce. Incluso tienen acceso a la justicia, como por ejemplo puede demostrar casos como el de Dario Santillan y Maxi Kosteki, o Jere, Mono y Paton en Rosario. ¿Cuantas madres de pibes de barrio que no pertencen a organizaciones sociales querrían tener presos a los asesinos de sus hijos? Podemos encontrar muchos ejemplos donde ser parte de una organización social, una comunidad, nos da un montón de beneficios que traducidos en dinero enseguida nos harán caer en la realidad que nuestros sueldo, además de nuestra calidad de vida, es mucho mejor que la de muchos empleados del gobierno o la empresa privada.

Humberto Eco decía que la estadística es esa maravillosa ciencia según la cual si un hombre murió de hambre y otro empachado con un pollo, los dos comieron medio pollo. En su libro “La economía desenmascarada: del poder y la codicia a la compasión y el bien común”, el economista chileno Manfred Max Neef explica la conspiración del poder para hacer de la ciencia económica, no solo la madre todas las ciencias, sino encima una ciencia exacta en vez de social. No creo que haga falta mucha ciencia o millones de dólares en asesores y consultoras para darse humanamente cuenta que cualquier estado eficiente y coherente debería designar más dinero en Grabois que en Longobardis. Que la única manera de solucionar este bendito descalabro mundial es apostar y difundir ese camino. Sean con artículos, peleas en las radios o cortes de rutas y asambleas.