¿Escenario catastrófico? // Discutir la Coyuntura
Lo catastrófico
es el programa del bloque político constituido que ha gobernado estos meses la
Argentina. Formado por la suma de sectores que hay que diferenciar:
a. macrismo (grosso modo, represente del
capital financiero y las patronales del campo).
b. el massimo (a pincelada gruesa,
representante del “círculo rojo”, grandes grupos nacionales, Techint y Clarín
en primer lugar, pero también Macri Padre, que no saben acumular capital sin
tomar el control del estado)
c. la mayor parte de los representantes del
FpV (en el senado, en diputados, en las legislaturas, en las intendencias y
gobernadores) que han apoyado las principales medidas de “normalización”
financiera que están en el corazón del actual ajuste de la economía.
Su unidad en la
diferencia consiste en los tres puntos programáticos que compartieron en la
coyuntura presente: la gobernabilidad, la docilidad ante el programa de ajuste
que surge del mercado mundial en crisis, la aniquilación de cualquier pulsión
autónoma en el movimiento social o en los equipos de gobierno. Esto es:
comparten un diagnóstico completamente negativo, no sólo del protagonismo
social del movimiento social del 2001, sino también de los momentos ya idos en
que los gobiernos progresistas de Argentina y la región representaron un mínimo
defensivo para la protección de ingresos populares (salarios, más subsidios,
más políticas sociales). Un mínimo tal vez demasiado mínimo, si miramos, por
ejemplo, el estado de la mayoría de los hospitales públicos. Aunque Macri demuestra
hoy que todo puede ser aún peor.
Los movimientos
populares y los trabajadores (formales, y peor aún los informales. Lo que los
seguidores del Papa argentino –papa no liberal; papa que combatió el programa
del movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo– llaman “Economía Popular”)
carecen de dirección o representación política. Carencia grave, cuando la
coyuntura gira en torno a quién pagará la crisis. Sólo atinan por el momento a
negociar gobernabilidad en los mejores términos posibles. Términos
tendencialmente desfavorables en todas las líneas.
Sin dirección ni
representación política los movimiento populares carecen de instrumentos que
les permitan proteger sus ingresos. Demuestran, sin embargo, una altísima y
probablemente inesperada capacidad de movilización. De allí su debilidad, pero
también su fuerza en este período. ¿Es posible esperar que de esta capacidad de
organización, pero también de la orfandad se acelere el proceso de organización
de un instrumento político útil a la defensa de los intereses populares surja
una alternativa electoral para 2017, 2019? ¿los términos de la unificación de
la CGT; el enorme peso del Movimiento Evita en la CTEP y la influencia de la
iglesia argentina, históricamente ultraconservadora, en movilizaciones como la
de San Cayetano hace dos domingo, facilita u obstaculiza ese proceso? ¿Es
posible que pequeñas organizaciones de izquierda puedan hacer algo mejor con
los recursos que consiguen del estado con semejantes aliados? ¿No se pierde una
vitalidad esencial cuando se contiene la iniciativa política a la espera de los
gestos de Cristina?
No hacemos
pronósticos sino preguntas.
¿Es posible en
este cuadro que los sectores populares construyan un mínimo de autonomía
política respecto de las candidaturas previsibles de Massa y del FpV (que lo
acompaña de modo cada vez más desembozado)? ¿Qué pasos orientarían esos
movimientos?
Tiempo
apropiado, tal vez, para lanzar iniciativas sobre cuestiones urgentes en los
movimientos populares, que apuntan a sacudir mapas, como pueden ser campañas
ligadas a un referéndum (a fines del 2001 el Frenapo organizó con éxito una
elección de este tipo, contra la pobreza con una participación de 3.000.000 de
votantes).
Discutir la
Coyuntura, 14 de agosto de 2016.