¿Cuál es la fuerza de un gobierno? (Crónicas Antiheroicas Griegas IV) // Marta Pérez e Irene Rodríguez




-The police come. They say “in 2 months, you Germany!”
-Really? They say this?
-Yes, “in 2 months, you Germany!”
Ha pasado ya más de un mes desde que Shirin se subiera al autobús que le llevaba desde Idomeni hasta uno de los campos militares que el gobierno griego ha instalado en las afueras de Tesalónica. Y van a pasar al menos seis meses más -quizá llegue al año o año y medio- hasta que Shirin sepa si va a Alemania, se queda en Grecia o es devuelta a Turquía o a su país de origen.
Al decirles que en dos meses estarían en Alemania, la policía mentía a las personas que eran trasladadas a la fuerza en el desalojo de Idomeni. Quizá porque así era más fácil que se subieran al bus. No sabemos si esto era una consigna desde arriba o un recurso que la policía usó sobre el terreno para hacer “su trabajo”. Sí podemos afirmar que esta forma de hacer -manejar la información desde el punto de vista de la contención- es la que está usando el gobierno griego desde que instaló los campos militares. Y es que las personas atrapadas en Grecia están en estos campos, abiertos para ellas aunque algunos ya han instalado toque de queda por las noches, porque el gobierno griego y las instituciones supra e internacionales con las que trabaja han decidido que es un paso necesario para entrar en el programa de pre-registro previo a la petición formal de asilo.
El laberinto jurídico de la petición de asilo
El proceso de pre-registro es un programa que comenzó el 8 de junio y está financiado con fondos de la Comisión Europea. Lo están llevando a cabo de forma conjunta la oficina de asilo del Ministerio del Interior griego, la EASO (Agencia Europea de Apoyo al Asilo) y la ACNUR. Un grupo de trabajadores de esta última institución recorren los campos militares colocando una pulsera identificativa amarilla a las personas, donde figura la hora y el día en el que unos autobuses vendrán al campo a buscarlas para llevarlas a Tesalónica. Allí se les entrega un documento, la jartilla, que es una renovación del primer papel que recibieron al entrar a Grecia (un documento expedido por el Eurodac). Esta jartilla les da derecho a permanecer en Grecia y acceder a algunos derechos básicos, como puede ser moverse por el país o acceso a la sanidad y a la educación en el caso de los menores, pero no a trabajar.
Tras los trámites de la jartilla en Tesalónica vuelven al campo. A esperar a que les llegue un mensaje de texto al móvil en el que se les informará de su primera entrevista para iniciar el proceso de asilo, que dura entre cuatro y cinco horas. En ella tienen que demostrar con todo detalle que su petición de asilo está fundamentada. En esa entrevista las personas pueden optar por una de las tres vías de asilo que ofrece el programa: 1) solicitar el asilo en Grecia, algo que ninguna de las personas que hemos conocido quiere hacer; 2) los menores y los cónyuges pueden solicitar reagrupación con sus familiares con permiso de residencia en otro país de la UE; 3) sólo las personas de origen sirio e iraquí pueden solicitar reubicación (“relocation“) a otro país de la UE, pudiendo presentar una lista con sus seis preferencias. Tienen que presentar una lista con seis países por orden de preferencia, pero no se garantiza que ninguno de esos seis sea el destino ofertado. Si se rechaza el lugar que el programa ofrece, esta tercera vía queda cerrada y hay que volver a iniciar todos los trámites para solicitar la vía 1 (asilo en Grecia) o la 2 (reagrupación familiar, si se cumplen los requisitos).
Las instituciones que organizan este programa han decidido que no empezarán a enviar los sms para la primera entrevista de asilo hasta que no acaben de pre-registrar a todo el mundo en los campos. Aunque en la página web de la oficina de asilo griega dice que se estima que este pre-registro estará terminado a mediados de julio, sobre el terreno representantes del programa y personas de redes de apoyo a migrantes lo dudan. Por poner un ejemplo, se han tardado 10 días en pre-registrar a todas las personas del campo de Oreokastro (casi 1.500 personas). Hay 55 campos y 50.000 personas en toda Grecia que tienen que ser pre-registradas.
¿No hay otra manera más rápida de hacer esto? Todas nos hacemos esta pregunta. Sólo existe una segunda opción para obtener la primera entrevista de asilo, que lleva implantada desde que comenzaron a llegar refugiadas a Grecia: hacer una llamada por Skype. Sin embargo, esto es algo que durante meses ha intentado casi toda la gente que hemos conocido y no ha logrado nadie. El teléfono siempre comunica. Para las personas refugiadas que no tienen suficiente dinero para pagar a las mafias, el pre-registro es la única alternativa que tienen para salir de los campos en Grecia y continuar el viaje hacia su destino.
La opción que ha tomado el gobierno griego se torna violencia directa sobre el terreno. Los campos son abiertos, la policía les dice a las personas que están en ellos que son libres de ir donde quieran. Pero el campo es mucho más que un recinto de condiciones lamentables: el propio procedimiento administrativo para salir del campo obliga a la gente a permanecer en él. El campo está hecho de coerción blanda, indirecta, que se alimenta de la incertidumbre y de la esperanza de la gente, que genera dependencia y desconfianza, y que bloquea posibilidades de tomar decisiones autónomas, ya sea de forma colectiva o individual.
El caso de las personas iraquíes
“Lo más importante para todos es que no cunda el pánico, que se mantenga la calma para que no haya violencia”. Son palabras de una trabajadora de ACNUR en Grecia, en el marco de una conversación en la que le preguntábamos por la situación de las personas iraquíes. Los nacionales de este país no podrán solicitar la reubicación, una de las tres opciones del programa de asilo, si no han sido pre-registrados antes del 30 de junio. Dado que la tasa de aceptación de asilo de los iraquíes en países de la UE ha bajado, los responsables del programa han decidido poner una fecha límite para que las personas de esta nacionalidad puedan acceder al mismo. Aunque ACNUR señala que están tratando de acelerar el pre-registro de personas iraquíes, no se plantea abrir otra vía que garantice que todas podrán entrar en el programa: desde esta institución y también desde el gobierno griego se ha aceptado que, al ritmo que va el pre-registro, no habrá tiempo para que todas puedan estar dentro del programa de reubicación. Pero las propias familias iraquíes no lo saben. Nadie les ha contado que su proyecto de vida depende de esta fecha tope; o más bien de que las personas que les ponen la pulsera amarilla en la muñeca lleguen a tiempo a su campo.
Esta forma de manejar la información tiene efectos devastadores. El resultado: la mayoría de la gente con la que hemos hablado piensa que esa primera entrevista en Tesalónica para renovar sus papeles es la entrevista de asilo; la mayoría piensa que le queda un mes, o dos, para llegar a su destino, cuando le quedan al menos seis; que el hecho de tener un hermano, o un primo, en otro país europeo, permitirá su reagrupación con ellos.
La respuesta del gobierno griego al cierre de fronteras
Cuando preguntamos a amigas griegas qué dice el gobierno griego en los medios de comunicación con respecto a este asunto nos cuentan que es una combinación de varios argumentos: es Europa, no hay dinero, el gobierno anterior ya dejó una situación insostenible, se está haciendo lo mejor que se puede. Cuando hablamos con los representantes de ACNUR nos dicen que ellos no pueden hacer nada más que apoyar al gobierno griego, que es el responsable del programa de pre-registro y de la situación de las personas atrapadas en Grecia.
Nos hemos preguntado muchas veces: entonces, ¿cuál es la fuerza del gobierno? Si el gobierno no tiene fuerza para poder hacer otra cosa que no sea construir campos militares, ¿para qué tiene fuerza? Una amiga que tiene varias compañeras muy cercanas que ahora son parlamentarios con Syriza nos decía que estaban en una situación horrible, que no podían hacer casi nada: “se avergüenzan de lo que hacen, pero sobre todo de lo que no hacen”.
Porque está lo que este gobierno deja hacer, las cosas que este gobierno deja que pasen. Desde los efectos de la administración militar en los campos hasta la desesperanza de la gente por no saber cuándo saldrá de ellos, pasando por las múltiples exclusiones de un proceso de pre-registro incapaz de dar cabida a las complejas situaciones vitales.
Los militares no permiten a la gente de los campos tener su propia cocina. Estas prácticas colocan a las personas en una posición de dependencia para cubrir sus necesidades más básicas. Precisamente, las demandas relativas al agua, la comida, la higiene o el hacinamiento son las únicas que parecen tener posibilidad de ser atendidas en un marco en el que las promesas del gobierno se reducen a la mejora de las condiciones de los campos.
Tenemos unos amigos cuyo hijo, de 17 años y medio, está en Alemania. A los padres, que están en el campo de Sindos Frakaport, les quedan cinco meses para poder realizar el pre-registro, la primera entrevista de asilo, solicitar reagrupación y que todo se apruebe antes de que su hijo cumpla los 18 años; una vez que los cumpla ya no podrán solicitar la reagrupación familiar. Si esto ocurriera, solo les quedaría la vía de la reubicación, por la que podrán ser enviados a cualquier otro país diferente de donde vive su hijo.
Un amigo joven, de veintipocos, nos cuenta que aquí no puede trabajar, nadie le dice cuánto tiempo le queda, cuándo podrá continuar su camino, y todas las señales indican que será dentro de mucho. Pero no lo sabe. Se le acaba el dinero y en Turquía puede encontrar trabajo. Si en las próximas semanas no comienza su proceso de asilo, volverá. El mismo viaje, de nuevo, pero en sentido contrario: vuelta a las islas, pago a las mafias y/o jugársela de nuevo en un bote o en los bosques de la frontera.
No se trata de centrarnos en casos particulares; sobre el terreno, rápidamente, una se da cuenta de que son efectos generales. Los relatados aquí son tan sólo algunos ejemplos de lo que está produciendo la respuesta del gobierno griego al cierre de fronteras. Es a esa escala donde sentimos la ausencia del gobierno, su falta de fuerza, de compromiso para hacerse cargo y revertir los efectos violentos de la política migratoria europea. Esta ausencia duele, tanto si es por desconocimiento como por incapacidad o por decisión. Pero quizá lo más devastador de que el gobierno haya optado por los campos militares es que asfixia los intentos de las personas cualquiera por tratarnos unas a otras con dignidad.
Fuente: http://revistaalexia.es/