Resistencia en acto, locura creativa // Alberto Sladogna
El
texto “Resistencia”
de Diego Sztulwark desplegó temas
que alcanzaron mi cuerpo, incluso como corresponde a la física cuántica de la
amistad, se produjo una vibración en mi actividad como analista. ¿Qué pasó?
Seré breve, “lo bueno si breve dos veces bueno, y aun lo malo, si poco, no tan
malo…” (Cfr.: Baltasar Gracián “Oráculo manual y arte de prudencia”).
El
término “resistencia” tiene muchas significaciones e impacta en varias
actividades desde la política hasta el análisis. Tomo su presencia en el
territorio del análisis. “Resistencia” es un término que figura en el Diccionario
de psicoanálisis de Laplanche y Pontalis: “Se denomina resistencia a
todo aquello que, en los actos y palabras del analizado, se opone al acceso de
éste a su inconsciente. Por extensión, Freud habló de resistencia en
psicoanálisis para designar una actitud de oposición a su descubrimiento, por
cuanto estos revelaban los deseos inconscientes e infringían al hombre una
“vejación psicológica”
Freud
desplegó una parte de su teoría tomando apoyo en la teología, en particular su
teología familiar a la que denominó “complejo de Edipo”: El padre, la madre y
el hijo, equivalente a la trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; trilogía
que fundó una forma del Estado dividido en Poder Ejecutivo, Poder Judicial y
Poder Legislativo; esas formas ternarias no son ajenas a un texto de Lenin
“¿Qué hacer? 1901/1902”: el partido, los sindicatos, la masa. Los complejos
familiares del capitalismo fueron interrogados y objetados por Félix Guattari
junto con Gilles Deleuze en “El Anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia”.
Cuando
el analista se desprende del prejuicio familiarista, la resistencia cambia de
lugar: quién se resiste es el “psico…analista” a recibir los deseos que habitan
a tal o cual analizante. Se trata de una resistencia a las formas inéditas que
toma el deseo para resistir en forma activa –hacer algo- no solo a los mandatos
familiares, también a las propuestas de los políticos y de las máquinas de
producir subjetividad del actual capitalismo. Un joven quiere dedicarse a
estudiar el didgeridoo (instrumento de aire de los aborígenes de Australia) se
lo impide el mandato capitalista de “utilidad” sostenido, entre otros, por su
familia, eso provoca inhibiciones, síntomas y angustias; en sus
“psico…análisis” recibía interpretaciones “edípicas”, según ellas él “competía con su padre y por esa razón, se
negaba a estudiar y seguir una brillante carrera de medicina” (sic, re sic, recontra
sic). Esas interpretaciones razonantes (Cfr. Paul. Sérieux y Joseph Capgras “Las
locuras razonantes. El delirio de interpretación”) se estructuran sobre
un pequeño axioma: una cosa representa a otra cosa, un motivo representa a otro
motivo oculto.
La
cuestión del joven encontró otro camino cuando se aceptó, se reconoció y se lo
acompaño en eso que estaba en la superficie, su deseo ¿cuál? : tocar el didgeridoo.
Un deseo que no le pide permiso a lo util, a las ganancias, a los futuros
ingresos garantizados, a la seguridad de tener un empleo rentable. El deseo es
un deseo que resiste en acto ¿A qué se debe que a nombre de lo “útil”, del
“beneficio”, o del “gasto excesivo” se suprimen bajo el gobierno de Mauricio
Macri los dineros necesarios para que sigan tocando orquestas donde los
infantes, sean del sector sean, accedan a tocar música? ¿Por qué se aceptan
como natural la existencia de “gastos superfluos o inútiles o improductivos? ¿A
causa de qué sectores de la sociedad consideran necesario justificar la
asignación universal por hijo en términos de un gasto “inclusivo” o peor aún
“productivo”? ¿Tiene algo de malo per se realizar gastos superfluos o malditos?
(Cfr. Georges Bataille, “La parte maldita”)
Retorno
a la “resistencia”, las locuras son formas de resistencias a nivel micro,
cuando el ajedrecista Robert James
Fischer, conocido como Bobby Fischer, obtiene el título máximo del ajedrez
mundial al vencer al soviético Boris Spassky, después de eso rechazó las
ofertas por varios millones de dólares que el capitalismo le ofrecía. Fischer
realizó una resistencia en acto, su deseo tenía un objeto: jugar; ese deseo no
incluía como objeto: ganar dinero. Como lo señala Diego Sztulwark “Lo
resistente por tomar distancia de ese esfuerzo, por resistir el llamado a amar
las cadenas. Sin esa resistencia no se crea vitalidad. Sencillamente se la
consume.” La resistencia es una locura que conlleva vida, implica arriesgar el
cuerpo, sin sacrificarlo a las cadenas, es
ponerlo en cada juego creativo. Llama la atención, así lo recibo en mi
práctica, cada acto de creación, tenga el alcance que tenga, siempre es una
puesta en acto de una locura, la locura de un acto vital. Siguiendo Erasmo de
Rotterdam en su “Elogio de la locura”: la locura tiene una dimensión creativa
que queda a la espera de un pueblo que esta por venir –como decía Kandinsky;
mientras que al mismo tiempo Rotterdam insistió en un hecho paradójico: los
peores crímenes y los actos más violentos suelen estar a cargo de los…normales
que no se resisten…a cometerlos. Los planificadores, los constructores, los
administradores, los dirigentes y los empleados de los campos de concentración de
la Alemania nazi eran en un 98,5%…normales.
Las micros resistencias son, en cada situación, un
acto social, se resiste junto con otros,
no se trata de una “conducta” solitaria o individual, conviene recordar el
viejo adagio que Jacques Lacan tomó del anarquismo: “El colectivo no es nada
sino el sujeto de lo individual” o también “El colectivo no es nada sino el
tema de lo individual”.
Veamos
dos actos a nivel micro de locos que resisten, actos cuyo testimonio lo
transmitió el literato Thomas Bernhard (1931-1989). Bernhard en su última
voluntad, prohibió cualquier puesta en escena de sus obras así como la
publicación de su obra inédita en Austria, así muerto siguió haciendo
resistencia al nacionalismo austriaco: su muerte fue anunciada después de su
funeral.
“Correo”
Un
hombre de Augsburgo fue internado en el manicomio de
Augsburgo sólo porque,
durante toda su vida, afirmó en cualquier ocasión que lo último que dijo
Goethe fue “mehr nicht!” (¡más no!) y no “mehr Licht!” (¡más luz!), lo que, con
el tiempo y a la larga, acabó por atacar los nervios de tal modo a todas las
personas que tenían relación con él, que se pusieron de acuerdo para conseguir
el internamiento de aquel augsburgués obsesionado de forma tan desgraciada por
su tesis. Seis médicos se negaron a internar en el manicomio al desgraciado,
pero el séptimo dispuso su ingreso inmediatamente. Este médico, como he
sabido por el “Frankfurter
Allgemeine Zeitung”, ha sido galardonado por ello con la medalla de
Goethe de la ciudad de Fráncfort.
“Locura”
En Lend
dejaron cesante a un cartero,
que durante años no repartió todas las cartas de las que sospechaba
noticias tristes ni, como es natural, todas las esquelas que recibía, sino que
las quemaba en su casa. Finalmente, el Correo hizo que lo internaran en el
manicomio de Scherrnberg, donde, con uniforme de cartero, va de un lado a otro
repartiendo continuamente cartas, que echa en un buzón colocado expresamente
para ello por la administración del manicomio en uno de los muros del
manicomio, y que están dirigidas a los demás pacientes. Inmediatamente después
de internado en el
manicomio de Scherrnberg,
el cartero pidió su uniforme
de cartero, según se dice, para no tener que volverse
loco.
Tercer
testimonio: “Luchar por más esclavitud”
Recibí
el siguiente relato: “José quien votó por un cambio, relata en una sesión de
mayo del 2016, en Buenos Aires: “Esta dura la situación del país…disculpe
llegue con retraso por el transito” Se le pregunta “¿Qué ocurría en la ruta?
Responde “No ocurrió nada, pero con el aumento del peaje y de la nafta deje de
usar el coche, tomo dos colectivos, me lleva como una hora treinta”…guarda
silencio, añade “Pienso que no será suficiente pues el tiempo y los boletos no
logró bajar gastos…” Silencio. Se le
comenta “Están duros los tarifazos”, responde “Si, pero las tarifas estaban muy
baratas” ¿Se trata de un caso de masoquismo? ¿Es una nueva forma de hacer un
sacrificio al dios del mercado? Al pagar resignado pues eran “muy baratas” ¿José
estaría indicando que “combate por su servidumbre como si se tratase de su
salvación” (Spinoza, Reich)? Qué cantidad de dudas. Y si el analista ¿hiciese
un acto de resistencia? ¿Cómo? En lugar de interpretar toma las cosas tal cual,
sigue la sorpresiva constatación de José (“estaban muy baratas”) ¿Qué ocurriría
si se le duplica lo que decidió pagar por su sesión?