Némesis y Programa // Franco Bifo Berardi
Traducción: María Cipriano
El capitalismo está muerto, y
nosotros vivimos en el cadáver que está en
descomposición. Buscamos frenéticamente un camino de salida, y no lo
estamos encontrando. Treinta años de agresión neoliberalista ahora pasan
factura, que corre el riesgo de ser tremendamente cara y tal vez definitiva. De
fondo se va delineando un conflicto global sin líneas definidas: una suerte de
explosión final del orden colonialista que ha sometido al planeta a la
dominación occidental, y que, aun habiendo cambiado su naturaleza después del
movimiento de liberación de mitad del siglo veinte, no ha dejado jamás de
reproducir y rearticular sus formas de dominio, depredación y violencia.
De todas maneras, sobre este
fondo se delinea una crisis específica: después del colapso del 2008 se
continuó la transferencia de recursos sociales al sistema bancario, mientras
los salarios no dejan de disminuir desde hace treinta años. No es sorprendente
que el caballo ahora no beba (1), que la demanda esté en caída libre y que la
economía vaya hacia una extinción general. ¿Debemos lamentarnos? Sí y no. Hemos
entrado en un período oscuro, violento y miserable. Lo sabíamos, lo habíamos
dicho muchas veces en los últimos cincuenta años: el capitalismo trae la guerra
como la nube trae la tormenta. Ahora ya no hay modo de frenar la influencia de
la barbarie. Podemos solamente preparar el después, esperando que haya un
después. Mientras la tormenta destruye, en un rincón preparamos el programa que
haga posible, a quién sobreviva, una vida menos horrible.
Un alarmante artículo de Clifford
Krauss salió en el New York Times del 9 de enero de 2016. Cito algunos
párrafos:
“La inundación de materias primas
está empujando hacia abajo los precios, y provoca un cimbronazo doloroso. Las
compañías petrolíferas han despedido cerca de 250000 trabajadores en todo el
mundo… Michael Levy, un experto del Council on Foreign Relations, ha
parangonado el revés con una lluvia que primero nos salva de la sequía, pero
luego provoca un aluvión… Los productores se convirtieron en los peores
enemigos de sí mismos… ninguno se preocupó nunca del hecho que se estaba
produciendo demasiado, pero esto nos precipitó en este lío… Pero los
economistas se preocupan porque esto refleja un debilitamiento de la economía
global que hace descender el valor del comercio y posiblemente empuje a algunos
países hacia una espiral deflacionaria como la que golpea a Japón desde hace
dos décadas. El desorden mundial del verano anterior, que se inició en China,
empujó a los Estados Unidos a diferir el aumento de las tasas de interés para
fines del año pasado… Los precios bajos del petróleo no han funcionado como
estímulo, contrariamente a lo que pensaría la ciencia económica, dice Daniel
Yergin, histórico de la energía. La cuestión es qué nos dicen los precios:
¿señalan una inversión excesiva del pasado, o señalan un debilitamiento futuro
de la economía global? Mi impresión es que señalan ambas cosas. Los precios del
petróleo han disminuido más del 60% en los últimos 18 meses. También los
precios del grano y del trigo se han hundido.”
Una gigantesca crisis de
producción que incide, que se suma al retorno del colapso financiero. Los
bancos centrales, según explica The Economist del 20
de Febrero (Out of ammo?) han quedado sin municiones. Según Larry
Summers, estamos entrando en un estancamiento secular.
Némesis
El proyecto neo-liberal de
depredación absoluta de los recursos sociales, encuentra ahora su némesis: la
reacción no es sólo un gigantesco derrumbre, es también el retorno del monstruo
jamás extinguido: el nazismo no fue cancelado, ha permanecido en el sueño del
inconsciente colectivo de la raza blanca que ahora se siente amenazada por la
globalización y por el aumento de la población no blanca, en la demografía y en
la lucha por los puestos de trabajo. Atención: no creo que exista la raza
blanca; es una alucinación racista detrás de la cual se esconde la realidad de
la supremacía occidental: raza blanca es la minoría colonialista que
sistemáticamente ha depredado los recursos de la gran mayoría de la humanidad.
Lejos de ser extinguido, el colonialismo vive hoy una nueva fase, fundada sobre
la propagación de las corporaciones globales y sobre la privatización de la
guerra civil en expansión ilimitada y minuciosa.
Veamos Europa en su actual
desintegración. Como era predecible y esperado, la imposición de la regla
austericida promovida por la clase dirigente ordo-liberal ha destruido el
bienestar y los servicios sociales, ha preparado la resurrección del Nacionalismo,
tal vez el inicio de un nazismo postmoderno.
Los desreguladores globales
enfrentan ahora a su propia progenie y a su némesis. Desde Polonia a Hungría,
Francia, Gran Bretaña, los nacionalistas ganan fuerza y continuación, y la
guerra se extiende a las fronteras del continente, alimentando una ola inmensa
de migración que la clase dirigente europea no quiere acoger y para la cual no
se ha preparado. Para no asumir la responsabilidad de su pasado colonial,
Europa está financiando a Erdogan para que impida a su gente huir de la guerra
y para que construya campos de exterminio para los kurdos, como sus antepasados
hicieron con los armenios un siglo atrás.
¿Cómo pudo ganar las elecciones
en Polonia un partido intolerante y nacionalista? Si observan el programa del
partido de Kazinski, verán que su propaganda está fundada sobre el rechazo a
las medidas de austeridad, y sobre el pedido de mejores salarios, pensiones y
condiciones de trabajo.
Mientras tanto, Trump gana las
primarias republicanas en Estados Unidos. Veinte años atrás Berlusconi se
apoderó de Italia: ahora Italia es un país deprimido, la tasa de mortalidad ha
aumentado en los últimos años más que durante la segunda guerra mundial, los
jóvenes intelectualmente dotados se van; en el 2015 cien mil personas
abandonaron el país, mientras la esclavitud es normal en la agricultura del
sur, donde los inmigrantes trabajan doce horas bajo el sol por una limosna de
euros. Berlusconi era un payaso divertido como Mussolini, pero después de
Mussolini vino aquel otro imitador alemán, no tan divertido.
Me parece que Trump es un
imitador estadounidense de Berlusconi, no tan divertido. ¿Pero quiénes son los
partidarios de Donald Trump, aparte naturalmente del Ku Klux Klan? ¿Quiénes
conforman la base de masas de Trump?
Para responder debemos razonar
sobre un fenómeno bio-social más que político:
“La tasa de mortalidad sube para
los estadounidenses blancos escasamente escolarizados. Los economistas Anne
Case e Angus Deaton han informado que la tasa de mortalidad ha crecido desde
1999 para los blancos no hispanos entre los 45 y los 54 años, con un particular
aumento entre aquellos de escasa educación… ¿Por qué los blancos se están
matando con sobredosis de heroína o alcoholismo, más que los afro-americanos o
los hispanos que se encuentran en situación similar? … He aquí una explicación
del enigma: es posible que muchos blancos miren para atrás y recuerden a sus
padres que vivieron en la época del crecimiento industrial de los Estados
Unidos de post-guerra. Desde entonces el mercado de trabajo se ha reducido
bastante. El salario por hora para los hombres graduados ha disminuido un 14 %
desde 1973 hasta el 2012, según un análisis del Economic Policy
Institute.” (Andrew Cherlin: Why
Are White Death Rates Rising? NYT, Feb. 22 2016)
Aun lanzando al pánico al
establishment republicano, Trump está expandiendo el campo republicano
movilizando un público que no participaba en política. Trump atrae gente que
odia la política y la razón, por eso gana: porque la política y la razón
repugnan a la mayoría del pueblo blanco estadounidense. Los partidarios de
Trump son blancos de la clase media que se sienten amenazados por la
globalización y las minorías, la ola emergente de un racismo anti-globalista.
Trump representa el inconsciente de un país que se construyó sobre el genocidio
de los pielesrojas, sobre la esclavitud de millones de africanos y sobre el
actual encarcelamiento de las masas. El discurso público estadounidense remueve
todo esto y en el inconsciente lleno de estos fantasmas tarantinescos, el
presidente negro desencadenó una locura peligrosa.
En 1855 Joseph Arthur Comte de
Gobineau publicó Essai sur l'inégalité des races humaines, que
influenció parcialmente la visión de Hitler y del nacional-socialismo. Según
Gobineau la raza es el factor decisivo en la historia, y la superior raza
blanca, que según él es la única capaz de crear civilización, está amenazada
por el proceso de contaminación racial.
“La palabra degenerado, cuando
nos referimos a un pueblo, significa que ese pueblo no tiene más el valor
intrínseco que tenía anteriormente, porque no tiene más la misma sangre en las
venas, y las continuas adulteraciones han golpeado gradualmente la calidad de
la sangre. En otras palabras, como la nación continúa llevando el nombre de sus
fundadores, el nombre no connota más la misma raza: en efecto, en los tiempos
decadentes, el hombre degenerado es un ser diferente de los héroes de las
grandes épocas. Él mantiene todavía algo de esa esencia, pero más él se
degenera, más sútil deviene ese hilo de continuidad.” (Essai sur….)
Aun carente de todo fundamento
científico, la teoría de Gobineau ofrece explicaciones admisibles para las
ansiedades del mundo moderno. Esta ideología ignorante, resurgida varias veces
en el siglo veinte, y resurgida hoy de un nuevo modo: el aparentemente irresistible
ascenso de Donald Trump es un reflejo de la ansiedad de la clase media blanca
estadounidense. Y el racismo resurge también en Europa en la reacción popular
contra los inmigrantes.
La demografía alarma a esta gente
supersticiosa que cree en la existencia de la raza pero, sobre todo, teme por
el propio puesto de trabajo.
Tecnología,
desocupación y la superstición del trabajo asalariado
La explosión post-moderna del
racismo es uno de los efectos de la agresión neoliberal contra el mercado de
trabajo, y del empobrecimiento masivo que el capitalismo financiero provocó en
todos lados.
En febrero del 2016, The Economistexpresó
su preocupación por la incapacidad de los bancos centrales de dar más ayuda a
la economía: terminadas las municiones, dice el título. Sorprendentemente, la
revista neoliberalista más ortodoxa, abrumada por el pesimismo, sugiere lanzar
dinero desde un helicóptero. Alguien habla de “Quantitative easing for the
people” como la única vía de salida de la deflación, después de décadas del
forzado desplazamiento de recursos de la sociedad hacia las finanzas, y el
consecuente descenso de la demanda.
Por el momento, esta sugerencia
keynesiana sigue siendo una simple ilusión: la depredación neoliberal se
acelera, mientras el abismo se acerca.
“Los trabajadores deben esperar
hasta los 75 años para jubilarse” es el título de los periódicos populares
ingleses del 2 de marzo del 2016. El jefe de la Confederación de la industria
británica declara que esta nueva prórroga de la jubilación “es necesaria para
mantener el sistema en modo sostenible”. De acuerdo, deben morir antes de
jubilarse, así el sistema financiero podrá ahorrarse mucho dinero.
El problema es que, mientras los
gobiernos de todo el mundo extienden el tiempo de trabajo, la desocupación
crece y la precariedad se propaga. El tiempo de trabajo y la desocupación
crecen naturalmente juntas. Mientras la tecnología reduce el tiempo necesario
para la producción.
No solo en la industria
manufacturera el trabajo es sustituido por automatismos, también los
trabajadores cognitivos que diez o quince años atrás percibían salarios altos,
se han convertido en superfluos.
“Estamos creando un pequeño número de puestos muy bien pagados y destruyendo un gran número de puestos pagados decentemente”. (Nathaniel Popper: The Robots Are Coming for Wall Street, The New York Times, February 25 2016)
“Estamos creando un pequeño número de puestos muy bien pagados y destruyendo un gran número de puestos pagados decentemente”. (Nathaniel Popper: The Robots Are Coming for Wall Street, The New York Times, February 25 2016)
Un “start-up incubator” de nombre Y
Combinator publicó recientemente un texto
titulado: Why a bunch of Silicon Valley investors are suddenly
interested in universal basic income
El texto subraya la necesidad de
lanzar programas de salario garantizado como respuesta a la desocupación
tecnológica. En el futuro, el trabajo será cada vez más automatizado. Y, en
consecuencia, los trabajadores calificados serán cada vez menos requeridos.
“Sam Altman, el presidente de Y
Combinator, ha anunciado un experimento: YC dará un salario garantizado a un
grupo de ciudadanos estadounidenses por un período de cinco años. En un futuro
próximo, según Altman, tendremos alguna forma de salario garantizado a nivel
nacional”.
Altman agrega que, si damos
dinero a la gente sin pedir en cambio trabajo no debemos pensar que esa gente
se pondrá a dormir de la mañana a la noche, más bien podrán liberar sus mentes
de la relación entre el trabajo y la supervivencia. La esclavitud del salario
fue tal vez necesaria en la época del trabajo industrial, basado en la
repetición. Pero los robots están tomando el lugar de los humanos en ese tipo
de trabajo aburrido y cansador. Actividades como la preparación de la comida,
la educación de los niños, la cultura, el cuidado de la salud y el
autotratamiento no pueden ser sustituidos totalmente por autómatas, pero no
tienen ninguna necesidad del chantaje salarial. La gente no tiene necesidad de
la mediación de dinero para cooperar y enseñar cosas, para cuidar de la salud
de los amigos, para enseñar matemática a los niños, y para inventar nuevas
técnicas o modos estéticos.
Según Altman, la noción de
utilidad será repensada cuando la gente no deba trabajar bajo el chantaje de la
miseria. ¿Y qué harán las personas cuando sean libres de la obligación del
salario?
“¿Pensamos que la gente
estará sentada jugando videojuegos o que creará nuevas cosas? ¿Se puede decir
que la gente será más feliz? ¿Tal vez la gente realice más objetivos y dará a la
sociedad mayores beneficios? ¿Y no sucederá tal vez que aquellos que reciban
creen más valor que cuanto reciben? Estas preguntas son difíciles. Si alguno, a
cambio del basic income (2), crea una escultura
maravillosa, ¿cómo podemos medir el beneficio que produce a la sociedad? ¿Y qué
pasa si la escultura es fea pero produce mucha alegría a la persona que la
esculpió? Es difícil definir criterios confiables para valorar esto”. (Y
Combinator)
La idea de que uno deba prestar
su tiempo a cambio del derecho de sobrevivir, no se basa sobre una necesidad
natural. Dentro de las condiciones de escasez, la gente está obligada a
ceder tiempo a cambio del dinero necesario para comprar la supervivencia. Pero
hoy el régimen de escasez no es necesario, puesto que la evolución técnica hizo
posible una expansión de la productividad que produce abundancia. El problema
está todo en la distribución de la riqueza y en la escasez de tiempo: dos
problemas creados por el régimen de semiotización capitalista.
El salario se ha vuelto así una
superstición que transforma la innovación técnica en una tragedia para la
sociedad. Reducido a instrumento para la competencia y la acumulación de
capital, el conocimiento se ha vuelto una causa de desocupación y desigualdad.
Las grandes compañías
tecnológicas, comenzando por Google, están invirtiendo masivamente en el campo
de la búsqueda para sustituir trabajo con autómatas inteligentes: en una
entrevista publicada por Computer worlden octubre del 2014,
Larry Page habla de los próximos pasos de la tecnología y dice que no son
compatibles con la semana de 40 horas. La liberación del tiempo está a nuestro
alcance, pero si queremos liberar tiempo debemos emancipar la sobrevivencia del
salario: este es el objetivo de una innovación política como el basic
income, que yo prefiero llamar renta a la existencia.
La renta a la existencia no se
debe considerar como un sustento para los marginales, sino que debe ser
concebido estratégicamente como un estímulo a la libertad, un estímulo para
ofrecer lo mejor de sí mismo a la comunidad.
Puesto que el trabajo es
sustituido por máquinas, somos finalmente libres de hacer lo que realmente
deseamos. La emancipación del conocimiento de la ganancia es la única llave que
puede abrir la puerta del infierno, aun si parece que somos incapaces de ver
esta posibilidad.
La emancipación del conocimiento del paradigma de la economía es la única llave que nos permitirá abrir la puerta del infierno, aun si parece que somos incapaces de ver esta posibilidad.
La emancipación del conocimiento del paradigma de la economía es la única llave que nos permitirá abrir la puerta del infierno, aun si parece que somos incapaces de ver esta posibilidad.
Construir un
programa técnico para la autonomía de la fuerza invención
Suceden cosas extrañas en estos
tiempos. Mientras la clase media de mediana edad vota por Trump, los jóvenes de
este milenio, aquellos que nacieron en el world wide web, votan por Bernie
Sanders. ¿Cómo explicarlo? No creo que el voto por el viejo socialista esté
basado en una estrategia política y no diría tampoco que se trate de un acto
esencialmente político. Se trata esencialmente del síntoma de un rechazo ético
a la guerra del racismo y a la desigualdad creciente. Rechazo ético y estético.
Los jóvenes de la generación digital miran a sus padres, aquellos cincuentones
que han sido víctimas y cómplices del neoliberalismo y los ven llenos de
agresividad y frustración, competitividad y autodesprecio, y piensan: no quiero
ser así feo y triste como ellos. Por lo que se dirigen hacia Bernie, el
descendiente de los años Sesenta, la década maldita de la pereza creativa, de
los sentimientos igualitarios y de la solidaridad social. No espero que Sanders
se convierta en el presidente de los Estados Unidos (si bien lo deseo), pero
pienso que la atracción que despierta en la generación digital es
significativa. El cambio ético y estético está erosionando rápidamente
las bases del consenso con el neoliberalismo, ya sea en la derecha o en la
izquierda.
Por lo tanto, debemos elaborar un
proyecto de resistencia, de sobrevivencia, y sobre todo, un proyecto de
emancipación de la fuerza invención.
El Movimiento de Varoufakis y
Horvat, que toma el nombre Democracy in Europe Movement 25 es la primer
tentativa de construir un programa político para las nuevas energías que
emergerán de la desintegración de la Unión europea. Es importante porque
muestra la consciencia transnacional más allá del montaje actual del
nacionalismo. En mi opinión, sin embargo, DIEM25 es solo un contenedor que
necesita llenarse con proyectos concretos de acción.
Lo que necesitamos no es un
partido político, sino un programa para la autoorganización de los trabajadores
cognitivos de Europa, para el desmantelamiento y la reprogramación de los
sistemas técnicos y del proceso de producción, distribución y consumo.Mientras
la Unión europea se desintegra, hay un núcleo de la experiencia europea que
debemos salvar. Hablo de la cultura transnacional del trabajo cognitivo.
Debemos salvar la red de trabajadores cognitivos que no se identifican con sus
naciones, y debemos transformar esta red en un experimento de autonomía y
autovalorización del conocimiento.
Fuente: http://www.elpsicoanalitico.com.ar/