No olvidamos: A 10 años del incendio del taller textil de Viale

La economía popular y migrante frente al desafío de una nueva época



El incendio del taller textil de la calle Luis Viale pasó hace diez años. Recién ahora está por comenzar el juicio. Lo que da cuenta de una relación perversa: la posibilidad de justicia es deliberadamente demorada. Los vericuetos de los tribunales son estratégicos cuando se trata de justicia para los pobres. Los verdaderos responsables empresarios ni siquiera figuran como imputados. Las acusaciones recaen sobre los eslabones intermedios: los talleristas.

Quienes quedan una y otra vez ocultos son las y los trabajadorxs costureros que quedaron atrapados en el incendio, efecto de las condiciones híper precarias de trabajo. A pesar que se dice que vivían en el taller porque así lo mandan “sus usos y costumbres” (ese modo racista de decir que los migrantes son incomprensibles e irracionales), leyendo los testimonios ellxs dicen claro que no les quedó otra opción que vivir en su lugar de trabajo porque no cobraban lo suficiente para alquilar una vivienda. Incluso quienes empezaron alquilando, al no recibir en tiempo y forma sus salarios, debieron abandonar su aspiración de tener una casa por fuera del hacinamiento del taller.

Viale no fue una excepción. Pero sí puso en evidencia lo que se quería mantener encerrado: una economía textil pujante que se benefició de una mano de obra popular y migrante. Se volvió rentables a esos trabajadores jóvenes venidos de Bolivia a costa de mantenerlos en un guetto, de explotar sus sueños de progreso y de boicotear sus intentos de fugar del taller como única opción. Se construyó así un modo de trabajo sumergido que benefició a empresarios argentinos y marcas internacionales con la complicidad de dirigentes de la comunidad que explotaron a su modo también ese encierro.

El incendio del taller de la calle Páez el año pasado volvió a recordarnos Viale. Sólo que casi una década después se pudo responder con asambleas multitudinarias a la ofensiva mediática y empresarial que volvía a responsabilizar a los trabajadorxs y a recordarles que ellos sólo podían nombrarse como esclavos.

Sabemos que estamos ahora ante un gobierno donde las patronales tienen todas las de ganar. El sector textil no es menor: está en el negocio del mismísimo matrimonio presidencial (Fiat & Awada). Estamos presenciando en varias fábricas asambleas y conflictos. La amenaza es clara: se dice a lxs empleados que si no se trabaja más duro y más barato, las importaciones chinas harán que cierren las fábricas (ya las prendas de Nike y Adidas salen con este apriete empresario, por ejemplo). El ajuste y la inflación harán lo suyo en la propia dinámica de la economía popular: engrosarán sus filas nuevos desocupados mientras alguna parte logra reconvertirse a la importación y comercialización y otra debe recurrir a nuevas redes si no quiere regalar su producción (como ya está pasando con los productores de frutas y verduras).

Estamos frente a un desafío por la novedad de la época que vivimos. Una vez más, convocamos a movilizarnos, difundir y organizarnos. Porque No Olvidamos. Porque exigimos justicia. Porque la economía popular y migrante construye un modo de vida digno frente a las renovadas formas de explotación y miedo.

30 de marzo: concentración y marcha a partir de las 17 hs. en Donato Álvarez y Gaona.

18 de abril: inicio del juicio oral en Tribunales (Talcahuano 500)

Observatorio del Trabajo Sumergido / Cazona de Flores