Felicidad asegurada (I) // Carolina Di Palma
Visibilidad y vigilancia: capitalismos no democráticos y dispositivos
de excepción
Damos
comienzo a una serie de clases sobre “Privacidad y vigilancia en entornos digitales”
realizadas por Laura Siri a través de Fundación Vía Libre, curso que tuvo por
objetivo comprender la importancia del derecho a la privacidad y estudiar el
impacto de la vigilancia corporativa y estatal sobre los derechos humanos en
este momento histórico.
Reconsiderar
en Argentina pero también en Latinoamérica, y en realidad, a nivel global, lo
que entendimos por Derecho a la Comunicación a partir de los años 60 y
luego con el Informe Mac Bride nos lleva sólo a la punta del iceberg de lo que
leerán de aquí en adelante en estas veintitrés publicaciones. Repensar las
relaciones entre visibilidad, vigilancia y derechos son los temas que nos
convocan hoy a raíz de las transformaciones que la nueva arquitectura digital,
ya implementada, produce en las relaciones de poder y en los capitalismos,
hasta ahora, democráticos.
Mientras
la lucha política de la comunicación social hasta los años 60 y 70 fue la de, no
solo acceder a la información, sino la de poder brindarla, es decir “hacer
visible la propia voz”, el capitalismo se reconfiguraba hacia el capitalismo financiero
y, tomando y escuchando las resistencias que clamaban por el “derecho a dar la
voz”, inventaba nuevas formas de control dándonosla toda (la voz). El pasaje
del capitalismo industrial al financiero y, específicamente hoy, a la New
economy, son posibles gracias a nuevas formas de organización social que nos
son las de la disciplina y el encierro.
Fue en el Valle
del Silicio donde hizo rizoma la revolución digital contemporánea. A mediados
de los años 70, con fondos del estado norteamericano, a través de la
Universidad de Standford, para investigaciones militares ligadas a
las nuevas tecnologías, surgieron los primeros circuitos integrados con
semiconductores de silicio, las computadoras personales que hicieron
posibles a los millones de usuarios, las interfaces y softwares que nos
permitieron entrar en contacto con las máquinas, e internet, esa gran nube
virtual de soporte numérico en la que hemos entrado los seres humanos con
cuerpo de signos. Luego, la caída del muro, el fin de la guerra fría, y
reconversión de la URSS, hizo posible que grandes capitales privados rusos
invirtieran como capital accionario de riesgo en el desarrollo de star ups que
funcionarían a nivel global.
Hacia el año
2000 la Cumbre del G8/ G7 que se realizó en Okinawa decidió impulsar la
Sociedad Global de la Información con lineamientos políticos y
estratégicos. Las
Naciones Unidas, a su vez, aprobó en el año 2001, la Cumbre Mundial sobre la
sociedad de la información (CMSI) en conjunto con la Unión internacional de
Telecomunicaciones. Dos años más tarde, en el 2003, se realizó
la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información de
Ginebra donde se hizo un “llamado a la comunidad internacional para que se
fomente la transferencia tecnológica y que los países del Tercer Mundo accedan
a los mecanismos de financiación, así como los destinados a mover recursos
internos. Y finalmente, un poco después, la UNESCO dispuso un plan de
acción y seguimiento para esta implementación que gestionamos hasta hoy en la
duración continuidad dictadura-democracias-neoliberales.
Las
preguntas entonces no son por el acceso, la inclusión o la tecnología sino
por la democracia y la libertad vocablos que desaparecen de los horizontes
políticos tal como los conocimos en la modernidad, sobre todo si pensamos que
el apagón analógico está previsto en este país para el 2019.
En este
momento histórico, por ejemplo, la nueva Ley Digital Argentina está enmarcada
en este lineamiento del G8 que se llevó a cabo hace más de 10 años para todo
Latinoamérica junto a una reorganización del capitalismo financiero que conduce
hacia el gobierno de las finanzas. Este capital accionario transnacional
y global no responde a las fronteras nacionales del siglo pasado ni necesita de
las instituciones de la modernidad para el orden y reproducción social.
La
producción cada vez más automatizada requiere mucho menos trabajo mecánico del
cuerpo humano y este nuevo semiocapitalismo o capitalismo cognitivo asigna
valor al trabajo abstracto intelectual y a la producción de sentido en la
bolsa, más allá de la economía real. El
plusvalor hoy se extrae del consumo al monetizar el tiempo de ocio en
los espacios virtuales de excepción donde el mercado interpela a los nuevos consumidores
sin mediación alguna de las instituciones de la modernidad.
Para
desviarnos de las disputas de sentido de izquierdas y derechas,
kirschnerismos y macrismos, o quizá para
no desviarnos de los problemas reales contemporáneos, hacemos esta inmersión en
las nuevas relaciones de fuerza que dan forma los nuevos dispositivos que
organizan el capitalismo de la vigilancia, las democracias seguras y otros
significantes posibles.
***
¿Qué es la privacidad?
Laura Siri (Fundación Vía
Libre - Aula virtual Artica)
¿Qué
contestarías si te pregunto qué es la privacidad?
Te cuento que para muchos
directivos de grandes empresas tecnológicas la suya parece ser “algo que no
existe, que no debe existir y, si existe, ya nos encargaremos de liquidar”.
Algunos ejemplos:
- En el 2000, el entonces gerente general de la
compañía Sun Microsystems, Scott McNeally, dijo: “la privacidad ha muerto,
supérenlo”.
- Larry Ellison, fundador de otra gran
tecnológica, Oracle, dijo en 2001 (Enlaces a un sitio externo.): “Bien, esta privacidad que les preocupa es en gran medida una
ilusión. Y todo lo que deben abandonar son sus ilusiones, no su
privacidad. Ahora mismo pueden ir a Internet y conseguir un informe de
crédito sobre su vecino y averiguar dónde trabaja, cuánto gana, si está al
día con su hipoteca y un montón más de información”. Casualmente, Sun
Microsystems fue comprada por Oracle, pero eso es otra historia.
- En 2010, el exgerente general de Google, Eric Schmidt, dijo (Enlaces a un sitio externo.): “nos das más información sobre ti y sobre tus amigos, y
podemos mejorar la calidad de nuestras búsquedas. No necesitamos que
tipees nada. Sabemos dónde estás. Sabemos dónde has estado. Podemos saber
aproximadamente en qué estás pensando”.
- En el mismo año, el fundador de Facebook, Mark
Zuckerberg, sugirió que la privacidad ya no constituye una “norma
social” (Enlaces a un sitio externo.).
- Su hermana Randi, exdirectora de marketing de
la compañía, fue aún más lejos al año siguiente cuando expresó que: “el anonimato en Internet tiene que desaparecer (Enlaces a un
sitio externo.)” porque,
en su opinión, la gente se comporta mucho mejor si no se le permite
ocultar su nombre real.
Generalmente,
como ves, no definen qué es esa cosa que debe desaparecer o que ya desapareció.
O bien resaltan solo un aspecto de la privacidad, como si ésta no fuera un
derecho multidimensional y contextual. La verdad es que existen diferentes
formas de privacidad, así como numerosos conceptos vinculados, pero no
sinónimos ni antónimos lineales. Por ejemplo, intimidad, secreto y anonimato. Hay
un trabajo de la British Royal Academy of Engineering (2007) (Enlaces
a un sitio externo.) que, sin ser el único ni
necesariamente el mejor, resulta útil para comenzar a hacer distinciones en
función de “aquello que uno quiere mantener privado”. Así, se puede
entender la privacidad como:
- confidencialidad: cuando queremos mantener en secreto cierta información sobre
nosotros o sobre terceros.
- anonimato: representa la intención de que algunas de nuestras acciones no
puedan ser relacionadas con nosotros como individuos específicos. Es muy
combatido por las empresas de Internet, que quieren tener datos veraces de
todos para poder segmentar publicidad. Y también por las agencias de
seguridad que, virtualmente, consideran sospechoso a todo aquel que no
quiere aparecer online con su nombre verdadero. Sin embargo, el anonimato
online es imprescindible muchas veces para garantizar efectivamente el derecho
a la libertad de expresión y el disenso político.
- identidad: podemos querer mantener nuestra identidad desconocida por
cualquier razón, incluso cuando queremos separar nuestra identidad
personal de la de una función pública. Las discusiones al respecto también
surgen en el marco, por ejemplo, de los documentos “de identidad”
obligatorios y biométricos (que, en realidad, son de “identificación”, que
no es lo mismo).
- autodeterminación: podemos considerar que algunas de nuestras acciones, actitudes y
comportamientos son asunto nuestro y no incumben a nadie más (esos otros
pueden ser desde empleadores hasta el Estado). No necesariamente implica
ocultar un secreto (aunque el derecho a tener secretos también debería ser
reivindicado).
- libertad de “ser dejado tranquilo”: es
una acepción de privacidad muy clásica, ya que fue enunciada de este modo
en un famoso ensayo de los jueces Samuel Warren y Louis
Brandeis (Enlaces a un sitio externo.) en 1890. Implica poder dedicarnos a nuestros asuntos sin ser
escrutados por parte de nadie. Curiosamente, fue motivada por la aparición
de un invento técnico: la cámara de fotos personal. Los mencionados
juristas de Estados Unidos, con agudeza aún hoy vigente, decían que “La
soledad y la privacidad se han hecho más esenciales para el individuo;
pero la empresa moderna y la invención, a través de la invasión de su
privacidad, lo han sometido al dolor mental y el stress, mucho más de lo
que podría infligir una mera herida corporal”.
- control de los datos personales: se relaciona con el derecho a controlar la información que
circula sobre nosotros (ej.: dónde se almacena, quién la ve, quién se
asegura de que sea correcta, etc.). Por ejemplo, todos encontramos
perfectamente correcto que nuestro médico conozca qué medicamentos
tomamos. Pero muchos encontramos chocante y peligroso que haya empresas
dedicadas a transcribir y almacenar en bases de datos, para luego
venderlo, el historial de consumo farmacológico de cada ciudadano.
En general,
más allá de qué es lo que “queremos mantener privado”, lo importante es que esa
voluntad siempre depende de un contexto. En efecto, como dice Helen Nissenbaum
en su libro “Privacidad amenazada”, una acción o práctica viola nuestra
privacidad en función del contexto en el cual la actividad tiene lugar y
también según cuál sea el tipo de información en cuestión y los roles sociales
en los que las personas están inmersos. Los contextos sociales, tales como los
de los servicios de la salud, la educación, el comercio y la religión, se rigen
por normas sociales complejas y relaciones de poder. La privacidad, o
integridad contextual, tiene que ver entonces con un subconjunto de dichas
normas vinculado con los riesgos del traspaso de ciertas “fronteras”
informacionales. Este tipo de normas prescriben cómo ciertos tipos de
información sobre ciertas personas específicas, actuando en roles específicos,
deben fluir entre las demás personas. Por ejemplo, en un contexto de amistad,
los amigos comparten recíprocamente informaciones, no por obligación, sino por
elección. Si lo que uno habla con sus amigos saliera de contexto, esas mismas
informaciones funcionarían de modo muy distinto. El problema es que hoy en día
sí salen de contexto habitualmente, solo que no prestamos atención. Porque, por
ejemplo, cuando creemos estar hablando en privado con amigos en Facebook
resulta que hay robots de esa plataforma haciendo análisis textual para encontrar
piezas de información de valor comercial, y también hay autómatas de organismos
de seguridad nacionales y extranjeros tratando de detectar actividad
“sospechosa”.
Entonces, de
acuerdo con la teoría de la integridad contextual de Nissenbaum, las mencionadas
normas informacionales establecen expectativas contra las cuales ciertas
acciones y prácticas son confrontadas. En particular, brindan una guía para
evaluar nuevas prácticas sociotécnicas, cuyo respeto por la integridad
contextual de los sujetos involucrados es juzgado de acuerdo con varios
factores:
- El contexto que las rige
- Si la nueva práctica cambia los tipos de
información en cuestión
- Si la nueva práctica causa un giro en quiénes
están involucrados como remitentes, destinatarios o sujetos de la información
- Si los nuevos patrones del flujo de
información encajan con los principios relevantes para la
transmisión
Entonces,
cuando uno tiene la impresión de que ciertas prácticas sociotécnicas son
violatorias de la privacidad es porque son percibidas como violatorias de
normas informacionales que se asumen como apropiadas en determinado contexto,
sostiene Nissenbaum.
Pero los
contextos y la consecuente necesidad de repensar qué es la privacidad vienen
cambiando a medida que también cambian las posibilidades técnicas:
- En cierto momento, lo “inviolable” (salvo
casos especificados por ley y con garantía judicial) era apenas lo que la
cuarta enmienda de la constitución de los Estados Unidos predica. Es
decir, el domicilio, los papeles privados, las posesiones personales que
uno lleva consigo, el cuerpo.
- Warren y Brandeis introdujeron los componentes
de autonomía y aislamiento.
- Con el creciente uso de los teléfonos, se
comenzó a discutir la privacidad en las telecomunicaciones.
- Las tecnologías de la información, con la
posibilidad de confeccionar bases de datos personales, dieron lugar a un
nuevo enfoque: la “privacidad informacional”.
- Las luchas por los derechos de los gays y a
favor de la despenalización del aborto también dieron lugar a
argumentaciones basadas en la “privacidad”, esta vez ancladas en el
derecho de cada uno a hacer lo que quiera con su cuerpo sin que otros se
inmiscuyan.
- El clásico “derecho a ser dejado en paz”
experimenta una reactualización a medida que las cámaras de vigilancia se
vuelven omnipresentes.
- Con la existencia de dispositivos con
capacidad de geolocalización, como los modernos teléfonos móviles, aparece
el concepto de “privacidad de las ubicaciones” y la controversia acerca de
si uno puede o no tener expectativa de privacidad cuando se encuentra en
lugares públicos, como la calle.
- La privacidad como confidencialidad resurge en
los debates a medida que crece la conciencia de cómo nos espían las redes
sociales online y los sitios de comercio electrónico.
- Las historias clínicas digitales también han
generado debates, en este caso debido a que ya no solo el médico tratante
tiene acceso a los datos de salud.
- Las presiones en distintas partes del mundo
para implementar sistemas de voto electrónico dispararon dudas acerca de
cómo dichos sistemas podrían comprometer el secreto del sufragio. Esos
debates mostraron particularmente cómo la falta de privacidad puede
comprometer seriamente la mismísima democracia.
- La privacidad corporal no solo está puesta en
cuestión por el creciente uso de biometría y recolección de ADN con
diversos fines, sino también con los experimentos que hay en
neurotecnología, que hacen abogar por una “privacidad de la mente”.
También hay
que tener en cuenta que los riesgos para la privacidad generados por una de las
prácticas previamente enumeradas interactúan sistémicamente con aquellos
generados por las demás, y que una pieza discreta de información personal,
recolectada en determinado momento y contexto, podría perfectamente terminar
siendo usada para otros distintos y en combinación con otras piezas de
información para conocer aún más íntimamente todas las particularidades de la
vida de las personas.