La comunicación popular como trinchera
Notas sobre La
televisión desde abajo, de Natalia Vinelli*
por Mariano Pacheco
En su libro “La televisión desde abajo. Historia,
alternatividad y periodismo de contrainformación” (publicado a fines del
año pasado por una co-edición entre la Cooperativa editorial El río suena y el
Colectivo El topo blindado), Natalia Vinelli logra dar cuenta, en gran medida,
de su praxis política (como activista de la contrainformación, como
investigadora crítica, como militante popular). Como en su anterior libro, “Ancla. Una experiencia de comunicación
clandestina orientada por Rodolfo Walsh” (cuya primera edición data del año
2000), su autora se mete con temas centrales para las construcciones populares
que pujan por un cambio, pero lo hace esquivando las “modas militantes” (cabe
recordar que la figura de Walsh no tenía entonces el goce de popularidad que
tuvo después, y mucho menos -¿entonces como ahora?- el Walsh “cuadro de la
organización Montoneros”).
Así, en este libro
–prologado por Martín Becerra– Vinelli cruza los saberes adquiridos a través de
su trabajo –como docente en la Universidad de Buenos Aires– con la militancia
que viene realizando desde hace más de cinco años en el marco de Barricada
TV-Canal 5 de Almagro, una experiencia de televisión popular desarrollada desde
las instalaciones de IMPA, la emblemática fábrica recuperada (y autogestionada
por sus trabajadores) situada en la ciudad de Buenos Aires. Así y todo, el
texto no es autoreferencial (de hecho, Barricada TV no aparece siquiera entre
las experiencias analizadas) y logra dar cuenta del amplio abanico de
colectivos que vienen activando en el rubro, desde la TVPTS, el canal impulsado
por el trotskista Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS),
integrante del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), hasta Urbana TV-Canal
5, que trasmite desde el barrio Carlos Mujica, en la Villa 31 (más ligada al
gobierno nacional), pasando por otras iniciativas vinculadas a los movimientos
sociales (Movimiento TV, promovido por el Movimiento Popular La Dignidad) y
otras ligadas al sindicalismo opositor al gobierno, como La Olla TV, el canal
promocionado por la Asociación de Trabajadores del Estado/Central de
Trabajadores de la Argentina (ATE/CTA).
La TV popular como trinchera
Partiendo de las
conceptualizaciones realizadas durante la primera mitad del siglo XX por el
marxista Italiano Antonio Gramcsi (guerra de posiciones/guerra de movimientos),
Vinelli subraya el carácter de “trinchera” de la TV en particular, y de la
comunicación popular en general, en tanto que se constituyen en “fortalezas”,
espacios “arrebatados a la hegemonía”, en el camino de comenzar a gestar la
sociedad que se añora, pero siempre en el marco de una estrategia más general.
Dentro de este
encuadre, la autora realiza una historización de la TV popular en el país, sin
dejar de tener cuenta –como antecedente, legado e inspiración–, a las
experiencias de comunicación popular desarrolladas en Nuestramérica, como fueron las primeras escuelas radiofónicas
impulsadas por la iglesia católica, las radios mineras surgidas en Bolivia tras
la revolución de 1952, las radios insurgentes (primero la cubana, luego la
salvadoreña), así como también la prensa gráfica del sindicalismo de filiación
anarquista, socialista y comunista y el cine militante. Por supuesto, no dejan
de tenerse en cuenta en esta mirada las experiencias más recientes, como las
desarrolladas en Venezuela en el marco de la Revolución Bolivariana encabezada
por Hugo Chávez Frías (hoy liderada por el presidente Nicolás Maduro) o las
novedosas estrategias comunicacionales emprendidas por el zapatismo en México,
que con habilidad supieron colocar al sub comandante insurgente Marcos y los
indígenas de Chiapas en emblemas mundiales de la resistencia contra el
neoliberalismo.
Respecto del
recorrido nacional, Vinelli toma como antecedente la estrategia de interferencia
de canales de aire desarrollada por Montoneros durante la última dictadura
cívico-militar (Radio Liberación TV) y se centra en el proceso desarrollado en
las últimas tres décadas de posdictadura. Esta historización la realiza
teniendo en cuenta los cambios, mutaciones y despliegues tecnológicos. De allí
que Vinelli hable de dos etapas: la que denomina “analógica” (hasta 1999) y la
que caracteriza como “de convergencia” (desde 2001 a la actualidad). Etapa,
esta última, marcada por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, como
veremos con más detenimiento en un próximo apartado.
Dentro de este
recorrido, la autora pone especial énfasis en la importancia que tuvieron, para
la conformación de experiencias de televisión popular, los colectivos de cine y
video militante, tanto del denominado Nuevo Cine Argentino de los 60-70, como
la irrupción del documental en torno a la rebelión de 2001 (aun antes de la
“insurrección de diciembre”, en noviembre de 2001, grupos de documentalistas
militantes realizaron en el Cine Cosmos, en pleno centro de la ciudad de Buenos
Aires, una muestra titulada “El cine que surge de las luchas”). También rescata
el aporte de otras modernas y novedosas experiencias, como el portal de
contrainformación Indymedia, desde el cual surgieron documentales como
“Piquete, Puente Pueyrredón”, donde se compilan las imágenes registradas por
los activistas de la comunicación popular en la denominada Masacre de
Avellaneda del 26 de junio de 2002, donde fueron asesinados los jóvenes militantes
Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
Definir el propio espacio de intervención
Entendida como
derecho humano y no como mercancía, la “comunicación desde abajo” es de todos
modos un campo de batalla por sus interpretaciones, tanto teóricas como prácticas.
En ese territorio conflictivo se mete Natalia Vinelli. A modo de breve glosa,
un repaso –a vuelo de pájaro– sobre algunas definiciones esbozadas en el libro.
Lo “alternativo”, en
tanto que “proceso”, puede ser entendido como…
La fórmula
“alternativo, popular, comunitario”, escribe Vinelli, sirve como un abanico
para caracterizar un “ámbito de producción cultural marcado por la articulación
entre comunicación y lucha política”, relacionada a su vez por el “contexto
histórico social en el cual la práctica se inserta”.
“Se trata de
entender a los medios alternativos, comunitarios y populares como
multiplicadores de discursos o como vehículos
de expresión de los sectores que tradicionalmente no tienen acceso a los medios
masivos de comunicación o que, cuando lo hacen, son demasiadas veces
tergiversados”.
El hecho de basarse
en una propiedad colectiva de los medios de producción, en la autogestión de la
actividad –poniendo en cuestión la lógica capitalista que separa productores de
propietarios, y por lo tanto, entre quienes hacen y quienes deciden- este tipo
de experiencias se basan en la solidaridad y la cooperación, y apuestan por
abonar a políticas desconcentradoras, que apunten a incorporar a los sectores
populares en la construcción de la palabra pública
Lejos de toda idea
romántica de la construcción popular (en este caso de la comunicación), Vinelli
detalla los límites, los problemas y las dificultades que enfrentan a diario
estas experiencias. Pero también señala algunas ideas para delimitar las apuestas
“alternativas, comunitarias y populares”. En primer lugar, destaca que este
tipo de experiencias conjugan una doble dimensión: por un lado, lo político, en tanto que se centran en
un cambio de las relaciones de poder; por el otro, lo comunicacional, ya que parten del presupuesto de la necesidad de
cambiar la relación emisor/receptor). De allí que la participación popular no
haya que buscarla (solamente), en la posibilidad de hacer un programa o salir
al aire, sino (fundamentalmente), en la “apropiación
del medio como espacio de articulación y encuentro de carácter movilizador”.
El hecho de que se
proponga otro paradigma de la comunicación, que se apueste por recuperar la
palabra, se inserte o esté relacionada con movimientos sociales, sindicales y
políticos populares, es decir, que esté comprometida con un proyecto (de clase)
de transformación de la sociedad capitalista (además del ya mencionado carácter
social, colectivo y autogestionado de la producción), hace a diferencias a la
TV “desde abajo” de otras propuestas, enmarcadas bajo la categoría “sin fines de
lucro”, por ejemplo, en la “Ley de Medios”. Por eso la autora insiste en que la
TV alternativa pone en un lugar central las necesidades y demandas populares,
históricamente relegadas o ridiculizadas o tergiversadas en las grandes
empresas periodísticas. “La alternatividad cambia las preguntas y al cambiar
las preguntas también cambia las respuestas”, subraya. Este trastocamiento de
las relaciones tradicionales que pueden rastrearse en los medios hegemónicos,
son puestas en cuestión, sobre todo, en los vínculos que la “TV popular”
establece con sus “fuentes”, sobre todo en los programas de tipo
“periodístico”, en donde ya se pone en otro lugar el concepto mismo de
“noticia”.
¿Un arma cargada de futuro?
Un libro, una
película, un canal de televisión no son un arma, si se piensa en términos
clásicos. Pero pueden ser importantes instrumentos de combate, qué duda cabe.
En sociedades
(capitalistas) como las nuestras, donde se prenta como “natural” un ejercicio
de la comunicación y el periodismo vinculado con la “generación de ganancias” y
unas “relaciones de producción basadas en la propiedad privada y la división
del trabajo entre quienes conciben y dirigen y los que ejecutan”, insiste
Vinelli, la gestación de una televisión desde abajo, en el marco de una apuesta
más general por concebir instrumentos de comunicación popular, se torna
fundamental. Claro, y la autora los enumera, los obstáculos con los que se
enfrentan estas experiencias no son menores: el financiamiento, la relación
(siempre conflictiva) con el Estado, las búsquedas por alcanzar una llegada
masiva y no terminar reproduciendo lo que se busca combatir, son algunos de los
elementos más importantes. El libro, asimismo, plantea algunos interrogantes
que, sea por falta de espacio o por ser “laterales” a los temas tratados, no encuentran
respuesta en esta publicación. Situación que, lejos de ser una falencia, puede
ser entendido como una virtud, ya que deja abierta la posibilidad de ser
retomada, por su autora o por sus lectores, en otra oportunidad. Uno de esos
interrogantes, que este cronista considera de vital importancia, tiene que ver
con la pregunta por el entretenimiento, qué se entiende por él, cómo se
entiende que los sectores populares se entretienen. Pero ese ya es otro cantar.
Para terminar, lejos
de la autoadulación y entendiendo que todavía falta mucho camino por recorrer,
vale la pena valorar y dar a conocer lo construido hasta el momento, pero
también –como la propia autora remarca- entender que experiencias micro han
proliferado en cantidades, pero sigue habiendo una ausencia de “medios masivos
en manos de la clase trabajadora y los grupos populares”. De allí que la
lectura de este libro sea una incitación a la reflexión, a la crítica de lo
establecido, pero también, a la acción.
* Invitada por el
Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba (CISPREN), Natalia
Vinelli presentará hoy viernes 19 de junio, a las 19, su libro “La televisión
desde abajo” en la sede gremial, Obispo Trejo 365.