Combatir para comprender, el método Rozitchner
(sobre la serie “Es necesario ser
arbitrario para hacer cualquier cosa”)
por Silvina Friera
Combatir para comprender es un riesgo apto para un iconoclasta, desobediente, indisciplinado, un pensador incómodo al que se regresa una y otra vez. León Rozitchner: es necesario ser arbitrario para hacer cualquier cosa, las conversaciones del filósofo con Diego Sztulwark, es una serie para Internet de veinte capítulos, editada por los cineastas Jorge Atala y Javier Ferrería, y producida con apoyo de la Biblioteca Nacional, que propone un recorrido vital por los años de formación en Francia, el viaje a Cuba en la década del sesenta para dar clases de ética en la carrera de Filosofía en la Universidad de La Habana, su infancia judía, y la coherencia de una irreverencia que está presente desde el principio. Ya están disponibles los primeros cinco capítulos de la serie en Lobo Suelto! (www.anarquiacoronada.blospot.com), que se irá completando con cinco capítulos más en junio, otros cinco en julio y los cinco últimos en agosto. “Todos mis libros son de pelea, de discusión con el otro. Yo no creo que el pensamiento pueda surgir como una especie de cinta que se desenrosca de un capullo ya preparado y que vos lo que hacés simplemente es mostrar cómo se extiende y cuántos kilómetros abarca”, plantea el autor de Moral burguesa y revolución, Ser judío y El terror y la gracia, entre otros títulos.
Sztulwark
–editor junto con Cristian Sucksdorf de las obras de Rozitchner publicadas por
la editorial de la Biblioteca Nacional– recuerda a Página/12 cómo empezaron las
conversaciones con el filósofo en 2008. “Yo trabajaba dando clases de Filosofía
y en cierto momento coordinaba un grupo de estudio y necesitaba contar con un
interlocutor fuerte para saber cómo iba, porque no hice carrera académica. Me
acordé de León, a quien había conocido hace mucho, lo llamé para proponerle
tener unos encuentros de supervisión de laburo, y me contrapropuso que él
estaba también en una situación de necesitar alguien que lea una cantidad de
textos inéditos que había escrito en los últimos años. Nos juntamos dos veces
por semana y laburamos tanto los textos de él como lo que yo le llevaba. Hablé
con Ximena Talento, de la Biblioteca Nacional, y le pregunté si no estaría
interesada en filmar los encuentros para tener un documento, un testimonio, un
registro de León. Así estuvimos conversando durante dos años.”
Que el pensamiento de Rozitchner encarna en su cuerpo se
puede comprobar en los primeros cinco capítulos, en las manos en suspenso sobre
la pipa que tanto le gustaba fumar, cuando escucha los comentarios de su
interlocutor, en esa chispa de picardía oblicua en la mirada, en el tono
susurrado o enfático de su voz, en el modo que habla cuando está en el jardín
de infantes de sus pequeñas hijas. “En la serie se puede ver a León pensando
con el cuerpo, y eso quedó muy bien registrado y se complementa con la obra, a
diferencia de otros filósofos quizá más mentales y más académicos que tienen
disciplinado el cuerpo. Los afectos del pensamiento están en el rostro, en el
cuerpo, en el tono de voz de León”, subraya Sztulwark, y agrega que esta serie
es similar en la estructura al Abecedario
de Gilles Deleuze con Claire Parnet.
“Cuando
León está en Francia, para darse fuerzas, agarra esa frase del poeta Paul
Valéry ‘es necesario ser arbitrario para hacer cualquier cosa’, y la pega en su
casa. Entonces León dice que él era como el bricoleur de (Claude) Lévi-Strauss,
que iba tomando lo que podía y lo que tenía y con eso iba armando. Esa
arbitrariedad, que en la serie se va explicando en qué consiste, es la
arbitrariedad de quien se autoriza, es la arbitrariedad del creador, del que
necesita hacerse un espacio para afirmar algo. Me parece que es la actitud del
que no llegó al mundo a obedecer”, advierte Sztulwark. “El contenido es
arbitrario respecto de las normas previas, frente a las normas de la
obediencia; es el hecho de poder decidir introducir en el mundo algo que uno
siente como necesario, pero que el mundo no necesariamente está favoreciendo y
esperando. Me parece extraordinario para la gente joven que quiere empezar a
estudiar Filosofía que esa arbitrariedad esté por delante de una actitud
sumisa. León es muy coherente en su arbitrariedad.” A París llegó en la
posguerra sin hablar francés y logró graduarse en La Sorbona en 1952, después
de haber estudiado con Merleau Ponty y Lévi-Strauss, con una tesis sobre Max
Scheler que luego sería editada en el libro Persona y comunidad.
Arbitrariedad,
combate y disidencia son tres sustantivos fundamentales para analizar la obra
de Rozitchner (1924-2011). “El combate sirve para comprender la coherencia del
otro, pero también para comprender cuál es la coherencia propia. En su momento
enfrenta a (Sigmund) Freud, enfrenta a (Juan Domingo) Perón, enfrenta a San
Agustín; es una tentativa de enfrentar a personas que con una coherencia
extraordinaria han buscado decir el sujeto, decir un poco la racionalidad. La
coherencia propia de León tiene que conocerse a sí misma a través de desafiar
la coherencia del otro. Esto es muy central en su obra”, aclara Sztulwark. “Lo
primero que sentí fue la necesidad de dejar disponible la obra inédita de León,
porque confío mucho en que nos puede dar a los argentinos y a los
latinoamericanos elementos para una filosofía propia que estoy esperando. Me
importa mucho que la serie muestre un tipo de pensamiento que pone el cuerpo y
la voz en el centro. Desde mi punto de vista, lo que viene ahora es la
apropiación de León, ya está disponible la obra y los que lo trabajamos en el
último tiempo lo tenemos como un interlocutor muy desafiante. Ahora toca
escribir sobre León, toca apropiarse de León y toca hacerle a León lo que él ha
hecho con los autores con los que se enfrentó. En mi caso, la obra de León está
al lado de otros pensamientos muy fuertes como Gilles Deleuze, Baruch Spinoza,
Karl Marx y Michel Foucault. El pensamiento de León tuvo mucho coraje para ser
disidente y no sumarse a los consensos de época.”
La
Biblioteca Nacional está publicando la Obra completa de Rozitchner. Ya salieron
nueve tomos, quedan aún seis más por editar. En agosto, cuando se terminen de
subir los veinte capítulos de la serie, aparecerá León Rozitchner: contra la
servidumbre voluntaria, un libro que reúne las ponencias de las jornadas que
con el mismo título se realizaron en agosto del año pasado en el Museo del
Libro y la Lengua. Este libro incluirá textos de Eduardo Grüner, Horacio
González, María Pía López, Juan Carlos Volnovich, Néstor Kohan, Eduardo Rinesi,
Verónica Gago, Guillermo David y Alejandro Horowicz, entre otros. El filósofo
se define a sí mismo como un bricoleur, “porque con una cosa busco otra”. “En
primer lugar, no tirás nada... Es una especie de fondo, de acumulación
primitiva, de manera tal que vas a buscar cuando necesitás algo y para
ensamblar una cosa con otra, para que te sirva para arreglar la que sigue”,
explica Rozitchner y confiesa que nunca tuvo “la guita ni las ganas” de leer
todo Hegel. A contramano de las pedagogías que ordenan pulcramente la historia
del pensamiento hasta transformarla en píldoras inocuas, lejos del panteón y la
hagiografía, la insumisión de León hace que el mundo de las ideas sea un lugar
insoportablemente vivo y más habitable.
(Fuente: Página/12)