Poder y lengua de las finanzas
por Verónica Gago y Diego Sztulwark
La cuestión financiera está en
el centro de la coyuntura política. Es la matriz que conecta de modo cada vez
más evidente las problemáticas del flamante gobierno griego de Siryza con los
debates latinoamericanos alrededor del papel de las inversiones chinas como
nueva potencia mundial.
El libro El Minotauro Global escrito por el ahora ministro de finanzas
griego Yanis Varoufakis elabora un diagnóstico de la crisis de 2008, en la
tónica de un ensayo de macroeconomía marxista, que vuelve a ser leído bajo el
dinamismo del escenario sudeuropeo. ¿Qué pasó entonces? Dice Varoufakis: “Mi
respuesta evocativa es: el crack de 2008 tuvo lugar cuando un animal llamado el
Minotauro global fue herido de manera fatal. Cuando gobernaba el planeta, su
puño de hierro era implacable, su dominio inescrupuloso”. El bestiario se
renueva: ya no el Leviatán hobbesiano, marino y estatal, sino un minotauro
planetario, laberíntico y devorador, de tipo financiero que toma forma a
principio de los años 70 en Estados Unidos, como parte de una estrategia
imperial. El investigador italiano Christian Marazzi, al reseñar ese libro hace
unas semanas en el periódico italiano Il
manifesto escribió: “ (…) el experimento
Syriza, de estar ‘dentro y contra’ del sistema monetario y financiero europeo,
representa el primer intento de ‘verticalizar’ los movimientos, de hacer
transitar necesidades, reivindicaciones, aspiraciones desde los lugares
concretos para hacerlos expresar en un único plano institucional adecuado,
aquel europeo donde se juega la partida decisiva. Vieja táctica para una nueva
estrategia, y el inicio, en tanto extenuante, convincente”. Es Marazzi, editado
recientemente en castellano con su libro
Capital y lenguaje (Tinta Limón,
2014), quien traza el mapa que llevó “hacia el gobierno de las finanzas”. La
geopolítica financiera es clave en su análisis para pensar lo financiero ya no
de modo parasitario o ficticio, sino como una nueva modalidad de captación y
dirección de valor que no pasa por los circuitos productivos tradicionales. Los
“ejercicios de éxodo del imperio financiero y monetario” a los que Marazzi
apuesta, parecen encontrar en la experiencia griega una constelación de
problemas comunes.
¿Democracia de las finanzas?
En todo caso, queda por hacerse
la relación entre la crisis del “Consenso del Minotauro” con las revueltas
latinoamericanas, tal como lo ha notado el antropólogo argentino Miguel Mellino
en otra reseña del libro de Varoufakis. Es ese análisis lo que permitiría
complejizar el tipo de vínculo entre las experimentaciones institucionales a
nivel europeo y a nivel sudamericano, especialmente yendo más allá de la idea
que las finanzas pertenecen a los lejanos años 90 y a un tipo de neoliberalismo
ya conjurado. Un aporte de suma relevancia para este enfoque es el libro La dictadura del capital financiero. El golpe
militar-corporativo y la trama bursátil , escrito por Bruno Nápoli, M. Celeste
Perosino y Walter Bosisio (Peña Lillo y Continente, 2014) porque al hablar de
“dictadura del capital financiero” los autores hacen teoría política
contemporánea a partir del archivo del pasado, investigando la relación entre
legislación económica, cúpula empresaria (nacional y extranjera) y poder
militar a partir de los registros de la Comisión Nacional de Valores (CNV).
Amplían así, en un mismo movimiento, la temporalidad de análisis (ya no sólo el
período 76-83), sino también los conceptos (ya no sólo complicidad
cívico-militar, sino normalidad fraguada de una dictadura militar-corporativa).
Si damos crédito a la idea de
que el capital, en su cara financiera, se ha constituido en el contenido
político de una forma dictatorial de gobierno de las personas y las sociedades
cabe preguntarse por su opuesto: ¿qué sería una democracia de las finanzas?,
¿qué tipo de invención política es capaz de abrir lo financiero en campo de
batalla contra el capital? Podría llamarse democracia de las finanzas a la
apertura de lo financiero a una disputa social y política transformadora de las
sociedades, inseparable de una desvinculación de la moneda respecto de los
dispositivos de valorización neoliberal y de comando político imperial, por
medio de la invención de una moneda de uso común. Pensar a fondo la dictadura
permite penetrar en los misterios de la democracia, cuyas inercias amenazan
frecuentemente con devorar el tiempo presente.
Las retóricas
liberal-institucionalistas de cuño liberal que impregnaron los procesos de la
llamada “transición democrática” latinoamericana de los años 80 no realizaron
cabalmente esta tarea sino que se limitaron a plantear un esquema funcional a
lo que Alejandro Horowicz caracterizó como “democracias de la derrota”: la
retirada del poder militar y la conformación de gobiernos constitucionales sin
poder de transformación social. Este esquema, omnipresente entre políticos,
organismos internacionales y cientistas sociales, se plasmó en un consenso que
reducía ferozmente lo político a unos pocos principios incuestionables: su
comprensión estrecha como mera forma de gobierno, en la que el conflicto
político, de por sí indeseable, sólo podía ser planteado en términos de la
alternativa simple entre democracia o dictadura; una restricción de lo
democrático a ciertas zonas y superficies del andamiaje institucional
constituido; una reducción feroz de la complejidad de procesos sociales a una
comprensión lineal de la temporalidad histórica.
Expansión del capital
Durante la década siguiente, la
del neoliberalismo obsceno, la cuestión democrática fue fácilmente subsumida en
la gubernamentalidad de un estado volcado a satisfacer la lógica de los
mercados en la conocida secuencia de endeudamiento, privatizaciones y ajuste.
Esta segunda fase de la democracia de la derrota termina en la crisis de 2001.
A partir de entonces lo
democrático se desarrolla en la paradoja según la cual lo neoliberal
deslegitimado reproduce su poder por vías impensadas: no se trata sólo de organismos
nacionales e internacionales de crédito o el ensamblaje mediático concentrado,
sino también de los modos bajo los que el neoliberalismo ha devenido modo de
vida y razón funcional, y que el estado de retórica populista del que se espera
la emancipación democrática permanece profundamente articulado por esta lógica
de la cual no sabe o no puede desprenderse. Esta tercera fase de la democracia,
la que nace en las condiciones de la crisis de 2001, es mucho más conflictiva y
abierta, porque es mucho más disputada y, por eso, no es evidente incluirla en
la secuencia de la democracia “de la derrota”.
Sin embargo, como señala el libro Restricción eterna: el poder económico
durante el kirchnerismo , de los economistas e investigadores A. Gaggero, M.
Schorr y A. Wainer (Futuro Anterior & Crisis, 2014) tras la crisis de
posconvertibilidad (2002) también debe analizarse un pasaje: de una
extranjerización por “desposesión” de carácter más bien “extensivo”
(privatizaciones) en los años 90 a un tipo de expansión del capital extranjero
de forma “intensiva” o “en profundidad”. Ambos libros subrayan la necesidad de
derogación en nuestro país de la Ley de Inversiones Extranjeras y la Ley de
Entidades Financieras, ambas parte nodal de la trama bursátil originada en la dictadura.
Son estas leyes las que tienen mucho que ver con que las divisas generadas por
vía exportadora se conviertan en una “capacidad de veto” sobre la orientación
estatal e influyan en la oscilación de la balanza de pagos.
Pensar a fondo la dictadura supone
trascender al menos estas tres inercias del liberalismo: la ideología
liberal-institucionalista; la liberal de mercado; y la liberal populista (que
permanece nacional-liberal, seguramente a pesar suyo, en la medida en que no ha
conseguido pensar de un modo no mistificado la idea de igualdad social). La
cuestión democrática en tiempos de gobierno de las finanzas se ve intensificada
en la medida en que es tomada por aperturas radicales de sujetos y vocabularios
de lucha surgidos en las décadas de impugnación de la agenda neoliberal,
capaces de imaginar y practicar la conjunción de esos términos que parecen
incompatibles: democracia y moneda.