Después del Eurogrupo: ¿ganar tiempo, ganar espacio?
por Sandro Mezzadra
¿Será cierto que, finalmente, tal y
como titulan muchos periódicos en Italia y Europa, Atenas ha cedido al
Eurogrupo (La Repubblica), dando el
primer paso hacia el retorno de la austeridad (Guardian)? ¿Ha comenzado la "retirada" de Syriza, como
escribe en Jacobin
(1)(www.jacobinmag.com) uno de los líderes del ala izquierda del partido
griego, Stathis Kouvelakis?
Es pronto para hacer un juicio global
y con fundamento en torno a los acuerdos firmados en la reunión del Eurogrupo del
viernes: muchos aspectos técnicos, pero de gran importancia política, sólo se
conocerán en los próximos días. Sin embargo, me gustaría tratar de sugerir un
método diferente de valoración del choque que, en las últimas semanas, no sólo
ha enfrentado al gobierno con las instituciones europeas, sino que también ha
mostrado más de una grieta en éstas. ¿En qué criterios debemos basarnos para
juzgar la acción de Tsipras y Varoufakis y medir su eficacia? Esta es la
pregunta que me interesa plantear.
Vale la pena repetir que el
enfrentamiento abierto por la victoria de Syriza en las elecciones griegas
tiene lugar en un momento de crisis aguda y dramática para Europa. Las guerras
que incendian las fronteras este, sur y sudeste de la Unión Europea y las
hecatombes de inmigrantes en el Mediterráneo no son sino la otra cara de los
actuales procesos de descomposición del espacio europeo, acelerados por la
crisis económica en los últimos años y sobre los que cabalgan en muchas partes
del continente derechas más o menos nuevas, más o menos racistas y fascistas.
En estas condiciones, las elecciones
griegas y el ascenso de Podemos en España han abierto una extraordinaria
oportunidad para reinventar y regenerar a escala europea una política radical
de libertad e igualdad. Hemos dicho muchas veces que tras la apertura de esta
oportunidad se encuentran, tanto en Grecia como en España, las formidables
luchas de estos últimos años contra la austeridad; también hemos dicho que el
desarrollo de estas luchas, en lo que se refiere a su difusión
"horizontal", se había enfrentado a límites igualmente formidables:
el predominio del capital financiero en el capitalismo contemporáneo y el
propio diseño de los poderes europeos, modificado por lo que Etienne Balibar ha
definido como una verdadera
"revolución desde arriba" en la gestión de crisis.
Lo que aquí nos interesa resaltar es
que Syriza ha chocado con esos mismos límites en cuanto ha logrado injertar un
eje "vertical" en la horizontalidad de las luchas, cuyo lenguaje y
cuyas reivindicaciones ha llevado incluso hasta las mismas sedes de los poderes
europeos. Ha chocado con el actual ordenamiento de esos poderes y con la
violencia del capital financiero. Sería muy ingenuo pensar que el gobierno
griego, o que un solo país europeo, incluso aunque tuviese mayor peso
demográfico y económico que Grecia puede romper esos límites. Si aún quedase
alguna duda sobre eso, lo ocurrido durante estos días demuestra claramente que
no puede construirse una nueva política radical de libertad y de igualdad sobre
la base de una simple afirmación de soberanía nacional.
Sin embargos, estos límites de los que
he hablado se nos presentan hoy bajo una luz diferente a la de hace algunos
meses. Si las luchas habían demostrado su insostenibilidad, la victoria de Syriza,
el crecimiento de Podemos y la propia acción del gobierno griego comienzan a
insinuar una posibilidad realista de superarlos.
Desde hace mucho tiempo venimos
diciendo que para eso no bastaría con una simple afirmación electoral. El
propio Alexis Tsipras, entre otros, lo ha explicado. Se trata de abrir un nuevo
proceso político, para construir y afirmar materialmente una nueva combinación,
una nueva correlación de fuerzas en Europa.
Uno de nuestros antepasados dijo que hay situaciones en las que
tienes que ceder espacio para ganar tiempo. Si adaptamos este principio a la
ocasión y lo aplicamos a la evaluación de los "acuerdos" del viernes,
podríamos apostar, con el margen de riesgo inherente a toda política
radical, a que el gobierno griego ha cedido "algo" para ganar tiempo
y para ganar espacio. Dicho de otro modo, para prolongar en el tiempo la
oportunidad que se ha abierto en Europa en la perspectiva de que otros
"espacios" sean abordados y "conquistados" por el nuevo
proceso político del que hablaba, posibilidad también presente en los próximos
procesos electorales en Europa, a partir de España pero no sólo en España.
Este proceso político, para tener
éxito en los próximos meses, tiene que articularse en una multiplicidad de
niveles, combinando luchas sociales y fuerzas políticas, comportamientos y
prácticas expandidas, acción de gobierno y construcción de nuevos
contrapoderes. En particular, precisamente cuando reconocemos la importancia
crucial de una iniciativa en el ámbito institucional como la que Syriza ya ha
iniciado y como la que Podemos prefigura, también debemos ser conscientes de
sus limitaciones.
En un largo artículo (extraordinario a
su modo), "How I became an erratic Marxist" (2), publicado en los
últimos días por Guardian ("),
Yanis Varoufakis ha demostrado tener un conocimiento muy preciso de estos
límites. Básicamente, ha dicho que lo que hoy puede hacer un gobierno en Europa
es tratar de "salvar al capitalismo europeo de sí mismo", de las
tendencias autodestructivas que lo atraviesan. De ese modo lo que se hace
posible es abrir espacios para una reproducción del trabajo, para una
cooperación social menos marcada por la violencia de la crisis y de la
austeridad, para abrir espacios para una vida menos "mísera, desagradable,
brutal y corta". En definitiva, no se trata de un gobierno que pueda
hacerse cargo de la apertura material de alternativas más allá del capitalismo.
Leyendo a nuestra manera el artículo
de Varoufakis, podemos concluir que ese más
allá (más allá, en primer lugar, de la salvación del capitalismo europeo de
sí mismo) señala hacia el "continente" potencialmente ilimitado de
una lucha social y política que tiene que exceder a la misma acción de
gobiernos como el griego y a todo confinamiento dentro de un perímetro institucional.
Dentro de ese continente se construye la fuerza de la que depende todo aquello
que, de manera realista, será posible conquistar en los próximos meses y en
años venideros. Y el ámbito sobre el que esta fuerza se organizará y se adiestrará sólo puede ser
el ámbito europeo, en la perspectiva de contribuir a determinar una ruptura
constituyente.
La movilización convocada por la
coalición Blockupy Frankfurt (3) para el 18 de marzo, el día de la inauguración
de las nuevas instalaciones del Banco Central Europeo, toma desde este punto de
vista una importancia fundamental. Es una oportunidad para intervenir
directamente en el choque que está teniendo lugar a escala europea y, por
tanto, para apoyar la acción del gobierno griego, yendo más allá de una
contestación genérica a los símbolos del capital financiero y del BCE. Pero
también es un momento de verificación de las fuerzas que se mueven hacia ese
"más allá" sin cuya consolidación -y esta es una de las paradojas de
nuestro presente- la misma acción de los gobiernos y de los partidos que están
luchando contra la austeridad está condenada a la impotencia .
Notas
1.www.jacobinmag.com/2015/02/greece-syriza-backtrack-europe-negotiations/
2.www.theguardian.com/news/2015/feb/18/yanis-varoufakis-how-i-became-an-erratic-marxist. Ver también:
yanisvaroufakis.eu/2013/12/10/confessions-of-an-erratic-marxist-in-the-midst-of-a-repugnant-european-crisis
3. http://www.euronomade.info/?p=4260
En
castellano
blockupy.org/es/4384/18-de-marzo2015-acciones-transnacionales-contra-la-gala-inaugural-del-banco-central-europeo-tomemos-la-fiesta
(Fuente: http://www.trasversales.net/)