Corre, corre, izquierda
por Isaac Rosa
(léase a toda velocidad, sin respirar)
Toca correr, las elecciones están a la vuelta de la esquina, las encuestas
empujan, el viento sopla a favor, la ventana de oportunidad está entreabierta y
se cierra a poco que el viento cambie de dirección, así que toca correr,
acelerar el paso, abrir la zancada, saltar, forzar los tiempos, acortar los
procedimientos, porque si no corremos no llegaremos a las andaluzas, donde
apenas tomaremos aire para seguir hasta las municipales, autonómicas, y desde
ahí mantener el ritmo hasta las catalanas, guardando fuerzas para el sprint
final de las generales, qué ganas de llegar pero estamos todavía aquí, en
febrero, y ya se nos fue un mes del año decisivo, el año del cambio, el año del
ahora o nunca, se nos pasó un mes así que toca correr un poco más, no vale decir
que estamos cansados, y cuando corres es fácil tropezar, es fácil equivocarte
de calle y tener que desandar unos metros, es fácil atropellar y ser
atropellado, perder por el camino compañeros que no corren tanto, que caen, que
se cansan, que se hartan, que dicen que no dan ni un paso más, que así no, pero
tú tienes que seguir corriendo, no te pares, todo está por hacer y apenas hay
tiempo, normal que te confundas, que pises a alguien, que te den un codazo, las
prisas mandan y la velocidad no respeta nada, el que no quiera correr que se
aparte a un lado, que al menos no entorpezca, porque aun queremos correr más
rápido, llegar más lejos, y eso obliga a soltar lastre, dar la espalda a
quienes desconfían de la urgencia, a quienes temen un descarrilamiento por exceso
de velocidad, no hay tiempo que perder, las organizaciones tensan sus
mecanismos hasta saltar las costuras, las estructuras crujen como un viejo tren
de madera pasado de revoluciones, los procedimientos se simplifican, los nuevos
líderes saltan por encima de los antiguos, los paquidermos doblan las rodillas
y dejan paso a las jóvenes gacelas, la velocidad invade las sedes de las
organizaciones como un viento que descoloca los muebles y se lleva los papeles,
arranca los calendarios, porque los tiempos de las organizaciones son lentos,
lentísimos, de otra época, y hoy vivimos momentos extraordinarios, y lo mismo
pasa con la toma de decisiones, los procesos colectivos exigen pensar,
deliberar, consensuar, pero no hay tiempo para eso, corre más un líder, un
hiperlíder, que doscientos delegados redactando una resolución con sus puntos y
comas, corre más una máquina electoral que una asamblea humana demasiado
humana, la horizontalidad está bien pero para otros tiempos, la pluralidad es
buena pero nos vuelve pesados, defendemos el consenso pero lo recuperaremos
cuando haya tiempo para ello, primero ganar la guerra y luego ya haremos la
revolución, votemos de una vez y dejémonos de historias, si hay que correr con
pies de barro confiaremos en que aguanten hasta la meta, y además la tecnología
es tan rápida como nosotros, más rápida que nosotros, un clic ahorra muchas
reuniones, qué lentitud burocrática, así no llegaremos a ninguna parte,
compañeros, no es tiempo de culos engordados en despachos sino de cuerpos ligeros,
atléticos, veloces, adelgazados porque la abertura de la ventana de oportunidad
es estrecha y no todos pueden pasar por ella, y qué pasa con la unidad popular,
no olvidemos la unidad popular, los procesos de convergencia que exigen apretar
todavía más el paso, solo llegarán a ella quienes corran bastante, los que
dudan pueden esperar sentados, que no entorpezcan la marcha, tarde o temprano
acabarán uniéndose también porque la velocidad nos arrastra a todos, pero
quizás no es su momento, es una pena separarnos aquí pero el camino es largo y
ya habrá ocasiones para encontrarnos de nuevo, y si solo fuera correr, si por
delante solo estuviese el camino, pero no, también hay obstáculos que saltar,
minas enterradas que esquivar, zancadillas de las que levantarte, señales
falsas que te quieren confundir, desviar, a los lados hay gente que anima, que
aplaude, que jalea para que corras más, pero también quien empuja, quien
abuchea, quien cierra el paso, pero tú sigues corriendo, no puedes parar,
aunque quisieras ya no puedes parar porque entonces perdería sentido haber
corrido tanto hasta aquí, y a veces te duelen las piernas y piensas que no
podrás dar ni un solo paso más sin caer, y te preguntas en esos momentos de
flaqueza si está bien correr así, si vamos en buena dirección, si al final está
la meta o el precipicio inesperado, si esta corriente es el viento que nos
empuja o es solo el aire agitado por nuestra carrera, si la meta es eso que se
ve al fondo o solo un espejismo del cansancio, si no tendrían razón los que
decidieron no correr, los que nos piden que vayamos más despacio, si nos
llegarán las fuerzas hasta el final o nos desfondaremos, si en el momento
decisivo echaremos de menos a los que dejamos atrás, si ir tan rápido nos hará
pasarnos de frenada, estrellarnos, pero la respuesta está al final, si ganamos
habrá merecido la pena correr tanto, empujar tanto, perder tanto por el camino,
y si no lo conseguimos al menos lo intentamos, otra vez será, fue bonito
mientras duró y a reconstruir lo arrasado por el viento, pero olvídate de eso
ahora y sigue corriendo, corre, corre, y qué ganas a veces de dejar de correr,
verdad, cuántas dudas, qué vértigo y qué miedo también, qué ganas de ser el
piel roja de Kafka, a través del viento, sacudido por la tierra estremecida
hasta soltar las espuelas, las riendas, y correr, correr, correr.
(fuente: www.eldiario.es)