“El ciclo progresista en Sudamérica ha terminado”. Entrevista a Raúl Zibechi
El periodista y escritor
uruguayo, Raúl Zibechi, dialogó con L’Ombelico del Mondo, programa internacional de Radionauta FM 106.3 y
analizó las recientes elecciones en Brasil y Uruguay. Su mirada respecto al
futuro de la región.
Zibechi nació en Uruguay en 1952 y fue militante del Frente Estudiantil Revolucionario (FER), agrupación estudiantil vinculada al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Durante la dictadura uruguaya iniciada en 1973 se exilió primero en Buenos Aires y luego, cuando sobrevino el golpe en Argentina, se trasladó a España. Allí continuó su militancia política y al regresar a Uruguay en los años 80 desarrolló un amplio trabajo como periodista e investigador con fuerte hincapié en los nuevos movimientos sociales. El programa de noticias internacionales, L’Ombelico del Mondo lo entrevistó para conocer sus impresiones y análisis de la situación actual en América Latina tras las elecciones en Brasil y Uruguay.
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Usted estaba en Montevideo el 26 de octubre cuando se realizaron las elecciones
presidenciales en Uruguay ¿cómo vivió la jornada en la que Tabaré Vázquez se
impuso, aunque sin los votos suficientes para ganar en primera vuelta, sobre su
principal adversario Luis Lacalle Pou?
– El resultado fue más o
menos el esperado solo que el Frente Amplio obtuvo, además de ser la fuerza
mayoritaria es la mayoría absoluta en el Parlamento, cosa que no era esperada.
Se puede leer este
resultado como una gran estabilidad en el voto del Frente Amplio donde saca,
voto más, voto menos, lo mismo que hace cinco años. Pero tiene una pérdida de
unos tres puntos por izquierda que los gana por derecha.
O sea, le quita un 3% a
los partidos tradicionales, sobre todo en el interior del país donde gana incluso
en feudos tradicionales del Partido Colorado y el Partido Nacional, donde nunca
había ganado. Y a su vez tiene, sobre todo en Montevideo, una pérdida de votos
que van en tres direcciones: hacia el voto blanco y nulo; hacia el Partido
Ecologista; y hacia la
Unión Popular que consiguió una banca produciendo por primera
vez que haya en el Parlamento una fuerza a la izquierda del Frente Amplio.
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En paralelo a las elecciones presidenciales se realizó el plebiscito por la
baja de la edad de imputabilidad que finalmente salió negativo. Hubo una
campaña muy fuerte de sectores de la juventud por el No a la baja. Estos
jóvenes son los que, a priori, parecen estar más desencantados con el Frente
Amplio.
Por otro lado se dio la
situación de que, en todos los partidos, hubo quienes apoyaron el Si a la baja.
Hubo muchos votos frenteamplistas, se calcula que un 20%, que además de las
papeletas de los diferentes grupos del Frente incluían el Si a la baja. Lo que
quiere decir que el tema ha trascendido y esta es una posición que defienden
incluso los partidos del Frente Amplio.
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¿Cómo ve de cara a la segunda vuelta la situación en Uruguay y qué rol puede
llegar a tener la izquierda, como Unión Popular, que ha crecido en los últimos
años?
Por eso creo que el
ballotage no va a tener secretos. Tabaré Vázquez va a tener el 53% o quizás el
55% de los votos con una diferencia de por lo menos diez puntos sobre Lacalle
Pou.
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En Brasil el Partido de los Trabajadores volvió a ganar la presidencia en el
ballotage el domingo 26 y Dilma Rousseff será nuevamente presidenta. ¿Cómo se
configura el futuro frente a este escenario para la izquierda y los movimientos
populares que no siempre han participado del gobierno o lo han apoyado en
algunos aspectos solamente?
– Bueno, mal. Porque el
voto de la primera vuelta fue muy conservador. El Parlamento que emerge de la
primera vuelta en Brasil está bastante más a la derecha del que había. Tienen
mayoría absoluta los diputados que defienden al agronegocio.
La llamada “bancada de
la bala”, compuesta por policías y militares, que defienden que la gente se
arme contra la delincuencia, creció bastante. La bancada antiaborto, quienes
defienden las posiciones más conservadoras, son hoy hegemónicas. El PT tenía 88
diputados y pasó a 70.
Por eso cualquier
decisión que tome el Poder Ejecutivo en Brasil va a tener que pasar por un
Parlamento donde le va a costar mucho. Las promesas de campaña de Dilma, como
la reforma política, se van a tropezar con un congreso derechizado.
De modo que en Brasil el
conflicto social se va a relanzar en los próximos años porque la situación de
como quedó el mapa y la voluntad de la propia presidenta y el PT va a provocar
una situación de dificultad para que se aprueben las reformas que están
comprometidas, por lo menos con los movimientos.
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¿Y la vuelta de Tabaré en Uruguay es de alguna manera un corrimiento hacia el
centro del Frente Amplio?
– En el escenario
internacional sin ninguna duda. Porque ahí Tabaré Vázquez ya tuvo un conflicto
muy fuerte con Argentina en su primera presidencia y en esta, está el gran
debate de que va a pasar con el Mercosur. Vázquez no es amigo del Mercosur,
mira a la Alianza
del Pacífico y aquí vamos a tener una situación que se va a reeditar, pero en
un escenario más grave, lo que ya sucedió en su primera presidencia cuando
estuvo a punto de firmar un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
Hay un corrimiento al
centro, por tanto a la derecha, del gobierno. En un escenario general en el
cual la actitud conservadora de la población, tanto en Brasil como en Uruguay,
y probablemente en otros países es cada vez mayor.
Esto es fruto de un
ciclo económico de alza, de un aumento exponencial del consumismo y de formas
de vida que hacen que la población se haga, día a día, más conservadora.
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En los últimos años se ha valorado más la figura del presidente saliente José
Mujica como personaje más que sus políticas al frente del gobierno ¿Esto es así
realmente o la figura acompaño las políticas efectivas?
– Creo que las figuras
pueden ser muy simpáticas, pero las políticas que estamos viendo -monocultivos
de soja, minería a cielo abierto, sin cambios estructurales y reproduciendo la
desigualdad- hablan por sí solas. Los personajes por más interesantes que sean
no llegan a configurar políticas de Estado. Entonces aquí estamos ante un
déficit de políticas de transformación.
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Con Dilma Rousseff en Brasil, Tabaré Vázquez en Uruguay, un 2015 en Argentina
que probablemente nos depara un presidente más conservador en términos
internacionales, una Venezuela a la defensiva. Hoy parece que el único líder
que queda firme de la izquierda en América Latina es Evo Morales. ¿Qué rol está
teniendo este bloque progresista y de izquierda en el continente de cara a lo
que se viene?
– Pienso que el ciclo
progresista en Sudamérica ha terminado. Entiendo por ciclo progresista el que
comenzó con el Caracazo de 1989 como primer levantamiento popular opuesto al
ajuste neoliberal y que después se convirtió en gobierno. O sea, el progresismo
como fuerzas transformadoras que promueven cambios progresivos creo que está
llegando a su fin. Seguirá siendo gobierno durante un tiempo pero vemos que en
general están a la defensiva.
Es decir que lo que más
están haciendo es mantener. Ya dejaron de promover cambios positivos. Por otro
lado los cambios positivos de estos gobiernos fueron políticas focalizadas para
atender la pobreza, pero eso fue en un primer momento. Diez años de esa
política no produce transformaciones, simplemente hace que la pobreza sea más
baja. Hace falta implementar un modelo que transforme, que integre, que genere
empleo digno y que ya no hagan falta esas políticas focalizadas.
Si seguimos exportando
soja a China, si seguimos con la minería, con el petróleo, con los
monocultivos, el ciclo de transformaciones se agota por sí solo. Y no hay ni
claridad política, ni deseo, ni voluntad de ir más allá. Porque para hacerlo
hay que tocar intereses muy pesados que son precisamente los que están apoyando
a estos gobiernos.
Los movimientos populares
lentamente están volviendo a la resistencia. Primero en Brasil con las
manifestaciones de 2013. En Argentina tuvimos un hecho muy importante en
diciembre de 2010 con la ocupación del Parque Indoamericano. Ahora tenemos el
caso de Malvinas Argentinas donde han frenado a Monsanto. Los movimientos están
ahí. Cualquier corrimiento a la derecha o crisis económica que se haga caer
sobre las espaldas de los sectores populares va a haber un clarísimo
relanzamiento de los movimientos.