¿Qué onda la filosofía francesa?
por Eric Aeschimann y Gilles Anquetil
¿Sobre que temas trabajan los sucesores de
Foucault, Derrida, Levinas o Ricoeur? En ocasión de la publicación de dos
números especiales de la revista Cités consagrados a la filosofía
contemporánea, la revista Le Nouvel Observateur
conversó con Paul Audi, editor del segundo e estos fascículos. A continuación
traemos una selección y traducción de la conversación. El texto original se encuentra aquí.
Nouvel
Observateur: Usted coordinó el número especial de la revista
Cités, consagrado a ‘la filosofía en Francia en la actualidad”, número que es
la continuación de aquel coordinado por Yves Charles Zarka y Julliette Grance
sobre la nueva generación de filósofos franceses. ¿Que es la filosofía francesa
en el año 2014?
Paul Audi: La
filosofía practicada en Francia y en francés me parece ser reacia a toda
especie de identificación, en todo caso, a toda asignación a algún método de
pensamiento predeterminado. Si Deleuze, Lyotard o Derrida pudieron ser
agrupados en las universidades norteamericanas bajo la etiqueta de “French
Theory”, los protagonistas mismos nunca ser reconocieron en la misma. Cada uno tenía
su singularidad a guardar y a defender, signo de una obra creativa que
rechazaba limitarse a la corriente de pensamientos que ella misma había
contribuido a instaurar.
De mi lado, mas que de una filosofía francesa,
prefiero hablar de una “filosofía a la francesa”. Cual es su especificad hoy?
Es difícil decirlo, por eso el cuadro que nosotros pintamos en Cités, es
necesariamente incompleto pero no parcial. En este dominio, no existe por otro
lado ni objetividad ni exhaustividad posibles. Nuestra ambición fue de captar
una nueva generación de filósofos en un momento en el cual ciertos pensadores
mediáticos tapan lo que ocurre realmente en forma concreta. Hemos querido
volver a la realidad y mostrar como algunos hacen un trabajo paciente, exigente
e innovador, que merita toda la atención de los lectores, porque permite
comprender nuestro tiempo.
Resulta
que la filosofía en Francia continua a querer ocupar los márgenes y atravesar
las fronteras: entre filosofía y literatura, ciencias exactas y ciencias
humanas, pensamiento publico y pensamiento privado, instituciones académicas y
las medias, filosofía del concepto y filosofía del sujeto, filosofía del
lenguaje y metafísica…Los franceses se ubican espontáneamente en esos puntos de
cruce porque piensan que una disciplina ya constituida se enriquece de todo
aquello que el exterior le aporta.
Para tomar un ejemplo: Cuando
Vincent Descombes trata de la identidad, examina esta cuestión fundamental
usando los útiles de la lógica, de la gramática, de la filosofía política, de
la literatura. He aquí un procedimiento típica de la ‘filosofía a la francesa’.
Desde ese punto de vista, hay continuidad con las generaciones pasadas.
Nouvel
Observateur: Parecería que la filosofía vive siempre en el
régimen del ‘según’, según Lacan, según Derrida, según Foucault, Deleuze,
Levinas o Ricoeur… ¿Esta tutela de los antecesores es paralizante o liberatoria
para la nueva generación?
Paul Audi: Leyendo
lo que la nueva generación escribe de ella misma en Cités, uno se da
cuenta que si la tutela de los grandes ancestros no ha realmente pesado sobre
sus sucesores es porque ella mas que creado discípulos ha abierto un campo de
investigaciones. Las reflexiones que se hacen hoy en día no pretenden
convertirse en sistemas globales, con sus artículos de fe, sus adeptos, etc.
Ellas apunten más bien a explorar un sector delimitado de la realidad,
reservándose el derecho de comprender el mundo en su totalidad.
La consecuencia no es solamente
una cierta “archipielagisación” del paisaje filosófico. A excepción de los
filósofos analíticos, hay poca inclinación a las polémicas políticas o
doctrinarias. Los jóvenes filósofos no buscan cruzar espadas para imponer sus
ideas. Ellos han tomado conciencia que su independencia seria garantía de su
creatividad. Y es para preservar aquella que ellos se resuelven a una forma de
soledad. A la imagen de alguno de sus mayores, en especial Jean-Luc Nancy,
Manuel Gauchet o Jacques Rancière, que ya no aceptan ser asignados a tal o tal corriente
de pensamiento.
Nouvel
Observateur: ¿Hay a pesar de todo líneas de fuerza
unificadoras?
Paul Audi: Hay,
primero, acciones refundadoras relacionadas con la creación de conceptos de
larga trayectoria. Pienso aquí a Yves Charles Zarka que propone enfocar los
nuevos desafíos del pensamiento con el pensamiento de lo ‘inapropiable’, o a
Jean-Luc Marion, que reinscribe el concepto de ‘don’ en el corazón de la
fenomenología.
Si hay
algunas líneas que han sido trazadas por la enseñanza de grandes profesores,
ellos mismos filósofos, como Jacques Bouveresse o Alain Badiou, se constatan,
también en este caso, posición originales, por ejemplo, en lo que hace a la
re-definición de las relaciones entre fenomenología y filosofía analítica, como
por ejemplo en el caso de Jocelyn Benoist, o a la conexión entre pensamiento
analítico y metafísica, como lo muestran los trabajos de Quentin Meillassoux o
de Tristan Garcia.
La filosofía moral y política se
renueva también fuera de todo anclaje ideológico. Y si ella se plantea
nuevamente el problema de la comunidad y de la justicia social, es en creando
pasarelas entre disciplinas como la sociológica, el derecho o los tratados de
ética medica.
Comparados
con sus predecesores, Corine Pelluchon, Marc Crépon, Bruno Karsenti, Frédéric
Gros, Franz Fischbach, Pierre-Henri Tavoillot, Pierre Zaoui, Frédéric Worms,
estos filósofos jóvenes se interesan menos por el análisis de las relaciones de
poder que estructuran el cambio social que por el estudio de las formas de la
vida ordinaria, de la fragilidad social, de los modelos de solidaridad con el
prójimo.
Nouvel
Observateur: Cual es la dinámica política de la filosofía contemporánea
Paul Audi: Me
parece que en Francia la filosofía esta marcada por la convicción que la acción
política del intelectual no tiene hoy la misma eficacia que ayer. Ella no
alimenta ya el mismo fantasma de la intervención sobre el curso de los eventos.
Ciertamente, si bien ella porta de alguna forma el luto por las grandes utopías
emancipadoras, ella no deja, sin embargo, de inscribirse rectamente en esta
tradición
El éxito de una revista como Cités, cuyo público excede el de los
ambientes especializados, prueba que el sueño de una influencia del pensamiento
sobre el curso de las cosas no ha desaparecido completamente. Sin embargo, no
hay realmente mas relaciones estrechas con partidos políticos o con grupos
militantes, como ocurría en los años 70, cuando Foucault acompañaba el Grupo de
Información sobre las Prisiones (GIP).
Se
cuestiona la ó las crisis del capitalismo, hay inquietud sobre los efectos de
destrucción de la comunidad provocados por el liberalismo o se analizan las
razones del terrorismo actual. Pero estas interrogaciones no están unificadas y
no hay grandes iniciativas políticas colectivas.
Nouvel Observateur: Se
constata actualmente el triunfo tardío pero real de Alain Badiou.
Paul Audi: Badiou
formó numerosos filósofos que han ya producido obras muy interesantes. Para mi,
el hecho destacado es la forma en la cual estos autores pasan a reocupar el
campo de la ontología. Después de la [segunda] guerra [mundial], bajo la
influencia del pensamiento de Heidegger y su consigna de sobrepasar la
metafísica, solo los historiadores de la filosofía se sentían aun autorizados a
interesarse por ella.
Pero, al mismo tiempo que el heideggerismo
conoce un neto reflujo, la prohibición echada sobre el pensamiento especulativo
esta en tren de explotar. Y una joven generación se ha precipitado en la brecha
así abierta, un movimiento que algunos llaman ‘nuevo realismo’. Esto es un
procedimiento mas fecundo, a mi parecer, que aquel que lleva a la filosofía
analítica a mezclarse con la religión…
En el fondo, no existen hoy
corrientes dominantes, y veo posibilidades maravillosas para la filosofía, que
no tiene mas que encerrarse en tal o tal ‘ismo’, las encrucijadas demultiplican
los laberintos, y esta muy bien que sea así. Las cartas están echadas y cada
uno inventa sus propias reglas de juego. La filosofía es nuevamente capaz de
maravillarse de la realidad si tener que inscribirse en respuesta ya
encontradas.
Es este momento de gran libertad
que la revista a decidido celebrar como tal. Una libertad que se afirma no sin
una cierta modestia, ya que todo el mundo desconfía de nuevos maestros de
pensamiento, pero al servicio de una verdadera ambición intelectual.