Obscenidades
por Teodoro Boot
Un minúsculo grupo de
activistas de la agrupación Quebracho fue duramente criticado por arrojar
huevos sobre la persona del ex ministro de Economía Domingo Felipe Cavallo en
el transcurso de una conferencia o mesa redonda que tuvo lugar en la
Universidad Católica Argentina, alias UCA.
Los críticos, que los ha
habido en cantidad entre los bienpensantes de esta ciudad y presumiblemente el
país entero, se han abstenido de precisar si su repudio al vandálico acto
obedece a la naturaleza inocua de los huevos, que manchan la ropa, pero
resultan menos contundentes que las piedras.
Pongamos las cosas en
contexto: desde que el juez neoyorkino Thomas Griessa decidió impedir a los
acreedores de Argentina el cobro de los dineros depositados por el Estado
nacional en el Banco Mellor de Nueva York, Domingo Felipe ha hecho un regreso
rutilante al escenario mediático nacional a fin de defender los reclamos de los
holdouts, sucintamente llamados fondos-buitre. En tal empresa ha sido secundado
por conocidos asesores económicos de la catadura de Carlos Melconian o Juan
Espert y, ya más espantosamente, Federico Sturzenegger, un flagrante ejemplo de
que sólo los delincuentes menores ingresan en las comisarías por una puerta y
salen por la otra: en virtud de las oportunas moras judiciales y las
consiguientes prescripciones, hay algunos que antes de salir, ni siquiera
entran.
No es el leit motiv de las
presentes líneas defender o siquiera justificar la performance de los
activistas de Quebracho en virtud de que se trata de un evidente despilfarro de
proteínas, perpetrado tan luego por quienes se precian de defender a las clases
populares, empobrecidas tras décadas de neoliberalismo, pero cabe consignar
que, así como fue José Alfredo Martínez de Hoz quien diseñara el modelo de
desindustrialización y endeudamiento argentino, resultó ser Domingo Felipe
quien le colocó la frutilla al postre al estatizar el total de la deuda
contraída por empresarios privados, que usaron esos créditos garantidos por la
sociedad argentina para colocarlos en diversos paraísos fiscales.
No conforme con eso, fue
ese mismo Domingo Felipe uno de los tres ideólogos del golpe de gracia a la
Argentina industrial y productiva. Los otros dos, el insigne administrativista
Roberto Dromi y el precarizador serial Armando Caro Figueroa gozan de la
correspondiente protección oficial o, cuanto menos, de la indiferencia pública.
Nadie, o más bien pocos, saben quienes son ni qué importante papel cumplieron
en el proceso de aniquilamiento de la otrora igualitaria sociedad argentina.
Y es en ese sentido que
los inicuos huevazos de los activistas de Quebracho adquieren cierta
razonabilidad, ya que el hecho de que Domingo Felipe Cavallo, Carlos Melconian,
Juan Espert o Federico Sturzenegger diserten sobre materias económicas tiene el
mismo grado de obscenidad que un seminario sobre derechos humanos dictado por
el general Benjamín Menéndez y el comisario Miguel Etchecolatz. Nadie en su
sano juicio permanecería indiferente ante semejando espectáculo
Por tal motivo, y sin
adherir al insustancial método de repulsa elegido por los activistas de la agrupación
Quebracho, el autor de estas líneas no puede más que compartir su muy
justificada indignación, aunque lamentando profundamente que los huevos
arrojados sobre la persona del ex ministro se encontraran en buen estado de
conservación.