No era un marciano...
por Francisco I
Gracias por su
correo de ayer. Me dolió la escena. Fuenteovejuna, me dije. Sentía las patadas
en el alma. No era un marciano, era un muchacho de nuestro pueblo; es verdad un
delincuente. Y me acordé de Jesús; que diría si estuviera de árbitro allí?: el
que esté sin pecado que dé la primera patada.
Me dolía todo,
me dolía el cuerpo del pibe, me dolía el corazón de los que pateaban. Pensé que
a ese chico lo hicimos nosotros, creció entre nosotros, se educó entre
nosotros. Qué cosa falló? Lo peor que nos puede pasar es olvidarnos de la
escena. Y que el Señor no de la gracia de poder llorar... , llorar por el
muchacho delincuente, llorar también por nosotros.