Inmersión en Silicon Valley: Ritornelo 2
por Carolina di Palma
Es el fin de la oralidad. Comenzamos por San José: ensimismadas, las personas no
hablan. Están con otros pero en
otro espacio. Tienen auriculares, miran hacia abajo y tocan el celular. Silencio.
Es el fin, además, del imaginario moderno acerca del “occidental”. El
occidental ahora son chinos e hindúes. Ya decíamos con Eugenia: el new age disputa el nuevo sentido común de la nueva
modernidad. No se ven casi anglosajones. Los latinoamericanos estaremos para otra
cosa porque por acá no se ven. Quizá, luego de la devaluación, ahora que somos
más baratos, entremos en esta escena (en realidad, sabemos que
los argentinos de Globant trabajan para Microsoft hace ya mucho tiempo).
Nos viene a buscar Alex, un hindú taxista, o un taxista
hindú. Hasta ahora todos los taxistas son hindúes o negros. Nos lleva hasta la
estación Lawrence del Caltrain Train. Vamos hasta San José, el lado opuesto de
San Francisco en el recorrido del tren.
Nos ayuda un homeless con pelo largo y barba larga a sacar los
boletos. El tren llega puntual. No hay
casi gente. Bajamos. Buscamos un kiosco y pedimos un mapa. Se ríen. En el
kiosco venden frutas además de gaseosas. Pedimos dos café chicos, nos dan dos
café enormes. Devolvemos uno. Pedimos que nos vendan un vaso. Nos lo regalan.
Vaciamos un café en dos vasos. El señor del kiosco nos mira, agarra los dos
vasos y los llena de nuevo. Nos los regala, dice.
Una chica nos ayuda a buscarnos en el mapa, saca su celular,
pone su GPS y nos encuentra. Buscamos esa ubicación en el papel. Estamos cerca
del Tech Museum. Comenzamos la caminata.
Pasamos por el City Bank, por el Fremont Bank, por el Boston Bank, por el Bank
of América, por el Union Bank, por la International Technological University,
la Pacific Gas and Electronic Company, La San Jose Water Company y llegamos a Adobe. Adobe nos recibe con “Customer experience
center” y con “Creative cloud”, y un edificio de hormigón armado tan grande
como los bancos.
Caminamos un poco más y llegamos al Tech Museum. Lo banca
Cisco, Flextronicis, Microsoft, Nokia, Intel, Accenture y algunas fundaciones.
Ponen entre 1 millón y 10 mil dólares cada uno. Todo escrito sobre placas de
mármol. En el museo hay miles de experiencias interactivas sensoriales de todo
tipo. Realidad aumentada, códigos QR, VJ, cine 3D, impresoras 3D, robótica,
electrónica lúdica, programación, music maker,
controlleres, reactable.
Arriba, La revolución
del microchip, circuitos integrados o chips de silicio. “Más de 30 millones
transistores modernos entran en la cabeza de un alfiler. Se fabrican alrededor
de 10 quintillones de transistores cada año. Eso es 100 veces el número de
hormigas que hay en la tierra”.
Seguido, La revolución
del silicio. “Para enviar información, un transistor en un microchip tiene
que estar completamente encendido o totalmente apagado, no en algún punto
intermedio. El elemento químico silicio hace funcionar estas interrupciones
completas. Presente por todo el mundo,
el silicio es un semiconductor,
un material que permite un control preciso de la electricidad. Cuando se mezcla con otros químicos en
proceso llamado dopaje, el silicio permite pasar únicamente las
grandes explosiones de electricidad, haciendo señal de 1 o encendido. Pero el silicio dopado impide pasar a las explosiones más pequeñas de electricidad,
produciendo una señal de 0 o apagado”.
Más adelante, La
velocidad. “Se suelen usar hercios o Hertz para medir la velocidad de los
microchips. Un microchip de 1 megahertz envía un millón de pulsos de
instrucción por segundo. Un microchip de 1 gigahertz envía 1 billón de pulsos de instrucciones por
segundo. A medida que se reduce el tamaño de los transistores, aumenta la
velocidad de los microchips”
Nos detenemos a comer algo al medio día y conseguimos
ensaladas en paquete de plástico. El mozo del bar nos consigue limón. Sale del
museo y vuelve con limón para nosotros. Enfrente,
la Tech Store. Mil y un tipo de juguetes
de electroartesanado. Cómo armar tu telescopio, cómo armar tu propio panel de
energía solar, cómo armar tu auto solar, cómo armar circuitos integrados de
plástico y baterías con cables simulando los reales y, por supuesto, los mil y
unos robots caseros. Estática y levitación.
La literatura: Geometría sagrada, Matemáticas en minutos, 62
proyectos para hacer con una computadora obsoleta, Good Night galaxi, Los elementos, una guía
ilustrada de la tabla periódica, Físicos del futuro, Matemáticas, una historia
ilustrada de los números, Antes del Bigbang, Los 9 enigmas de la física, El
libro de la ignorancia general, El poder de la música, Nerd Culture, Números
cósmicos, Música y cosmología.
Tecnología beneficiando
a la humanidad, se
llama otro nivel del Museo. “2.5 billones de personas no tienen cuenta de
banco. Solution: Kiva.org ensambla personas por internet generando
oportunidades de negocios. Superbomba Moneymaker, para trabajar la tierra en
India. Listos, cámara, acción, para denunciar mediante las filmaciones
distintos tipos de abusos. En Bangladesh muchas personas no pueden encontrar lo
que necesitan en sus mercados locales. Cell Bazzar usa sus celulares para crear
un mercado digital con muchas opciones. Este conecta a más de 12 millones de
compradores y vendedores potenciales que no tienen acceso a internet. Making
markets móbiles. Culpable, The Innocence Projects usa pruebas de AND para
probar la inocencia de las personas acusadas por crímenes. Muchas personas
inocentes son enviadas a la cárcel por declaraciones de testigos”.
Otro nivel, The espirit of American innovation for a
Global Society. “Curiosidad, determinismo, tenacidad, fe, coraje, creatividad,
diversión, tiempo, visión, confianza, comunicación, sinergia, libertad,
confianza, aceptación”.
And the last level, atrás, muy escondido, como en un
recoveco. El Tech museum agradece la
donación del Data Center. Lead Sponsor: Cisco. Visionary sponsor: Microsoft. “Las
computadoras del Data Center envían y reciben la información necesaria para que
el museo funcione. Este equipamiento controla todo lo que se exhibe en el
museo. Estas máquinas hacen funcionar los sistemas de calefacción,
enfriamiento, fuego, luz y seguridad. Los sistemas de telefonía, de internet e
intranet”.
Salimos del museo. Están de moda los anteojos rectangulares,
las camperas infladas negras y los jeans, esta vez en los chinxs e hindúes de
la city.
Leemos en la calle sobre piedra en bronce: “Vale más la revolución que
viene que la que se fue”.
Nos entendemos con casi todos finalmente en
castellano: California es bilingüe, inglés y castellano.
En la calle agarramos todas las revistas y
diarios impresos gratis. Leemos: “La vivienda sobre palitos. Vivir en San
Francisco ya no es como antes. La Clase trabajadora esta parada sobre una
frágil base que depende del lucrativo mercado inmobiliario. Los desalojos y el
incremento de la renta obedece a lo que llaman la nueva “fiebre del oro” en
este lado del norte de California y que son las compañías tecnológicas que
alimentan las redes de Internet y en el área de medicina de vanguardia se llama
Genentech”.
Otra nota: “11 millones de personas trabajan en negro en
Estados Unidos”.
Una publicidad en vía pública dice: Want to meet caps? Drive
fast.
Un cartel en
el kiosko dice algo genial: “A little bit of everithing”. Esta frase me la llevo en el corazón.
Regresamos a casa, dejamos los zapatos en la entrada y
cenamos a las 19hs. Se asoma corriendo
descalzo un chino de 5 años, aparece en
la cocina mientras cocinamos y dice Hello!!!
- Oh! What a
nice surprise!, digo yo.
- Who are you?
- I am Carolina, what is your name?
- I am Tony, dice el niño y se va resbalando por
el piso de madera a toda velocidad.