Yo me infiltro en tu vida
por Helena Perez Bellas
Once.
Si querés paz vas mal. Un tipo me pegó con un rollo de tela en un lugar donde
ya no quiero guardar nada: la cabeza. El corazón bien pero se me contrae con la
cumbia. Dice mi mama que soy fina pero peleadora. Manejo el mapa al final de la
capital federal pero made in el oeste, después de todo me defiendo. A $12 el
pote de humus y $25 casi un cuarto kilo, hay chicles bazooka en yiddish. Si
tenes pollera corta ya no hay como pilotearla al menos que quieras negociar
ortodoxa no y lo otro si. El chino del
supermercado que está sobre Paso negocia con un rabino si hay góndola o no de
casher ¿Cuanto sale lo sagrado?. Yo también quiero bendecir. Yo también quiero
que me paguen por bendecir. Me dijeron que en Brooklyn está de moda vestirse
como ortodoxo y que se vio la punta del negocio, Brooklyn explota y con la
estupidez ajena hacen mucha guita. Te felicito esta bárbaro, a la gente
estúpida con plata hay que sacarle hasta que no le quede más porque siempre
tienen más. Por eso pensé en ponerme de acuerdo con un par de Once y hacer
plata pero no la veo viable aunque si levantás la cabeza te encontrás con uno
edificios que ni Palermo. Siempre se puede hacer más plata a costa de lo hijos
de los que tienen tanta plata que no te la podes imaginar toda junta. El Hilton
compra el pescado sobre la calle San Luis en un lugar en el cual un tarado,
esos que quiero agarrar para hacer guita, no entraría. Porque es feo, porque
esta sucio, porque el pescadito pintado en la puerta paso de dorado a amarillo,
un amarillo negro, lo negro es mugre y la mugre no va. Yo me baño todos los
días pero para poder venir a ensuciarme en Once.
Mientra
relojeo un animal print le miento a un tipo que le voy a comprar de todo. Si ya
se que está mal, pero no es peor que mentir estar embarazada para poder
terminar un libro. Le pregunto si me hace precio y me agito con lo gritos, el
calor. Que estrecha que es Lavalle, que poco dormí anoche, como me mira este
tipo parece que se dió cuenta. Le pregunto si cree que las novias se tienen que
vestir de blanco si o si. Acaricio un rollo de tela, seda fría, si la seda es
pura se extingue en el fuego. No, me dice, más si no no sos virgen. Bueno que
sabes, que sabes. Bueno está bien tenés razón: yo vengo a Once a ensuciarme.
Si
en la vida hay que elegir en la vida hay que probar, si comprás proba primero.
No me gusta el Sambayón pero aprendí a probar. No malgastes tu plata, me dice
el heladero. ¿Te gustó? me dice. No sé, le digo. Pensamos juntos como salir de
esta. ¿Y si le digo que me quedo con él todo el verano para aprender la fórmula
del helado más perfecto jamás hecho? ¿Y si después de ganarme su confianza, incluso
su amor su amor entre filial y de coger, lo traiciono? ¿Y si traiciono y al
final me doy cuenta que traicionar por plata no me importa? ¿Hay karma o hay
guita? ¿Y si hay karma y me compro otro karma con la guita que hice
traicionando? Con la guita que puedo hacer vediendo bien esto, lo sagrado y la
novedad, me compro veinte, treinta karmas y los voy rotando, los gasto todos,
les saco bien el jugo, los dejo secos. Se muere uno, me gasto la guita, roto el
karma y vuelvo a empezar. Lo miro, me gana una parte mía que odio, le quiero
decir que me llevo el Sambayón porque me conmueve con su historia, se desgarro
inventando este Sambayón estilo parvé. Me lo llevo, le pagó a un químico, le
saco la fórmula, un gusto cada semana, le reviento la vida por guita, para
comprarme cosas mayorista en Once. Para comprarme basura, nada, no importa. No
me ensucie todavía, calculo que en dos horas estoy en esa.
Abro
la ventana, le miro la tele a la gente de enfrente. No pasa nada. ¿Querés que
te vean? me preguntan desde atrás. Si, quiero que me vean. A veces se corta la
luz y tomo mis riesgos. Igual no pasa nada, yo no soy nadie, hoy estoy mañana
no. Igual permanezco en olor, imprimo en la memoria. Se prende fuego un tacho
de basura, desde adentro, sale humo, olor a goma quemada, se acerca un pibe
como si fuera poxi, si lo tocas se te pega el plástico en la mano y de ahí
derecho hasta Córdoba a que te saquen lo jirones de piel, carne, plástico y
sangre con una pinza. ¿Si toco el tacho y me hago mierda le puedo hacer un juicio
al Estado y sacarle guita? ¿Tarda mucho la justicia en darme la plata? ¿La
fuerza estatal me pondrá muchos peros?. Mejor no hago nada. Mira me lastime
acá, le digo, me pegaron en natación. El golpe es enorme, realmente lo es. A veces miro y no sé dónde
estoy por eso me levanta el primer pájaro, el tráfico temprano, el calor hoy,
el frio otros días, el miedo, la inseguridad, no reconocer, no saber. Me quiero
gobernar, ver que onda, aunque me quede viejo, el ver que onda, pero a lo mejor así dejo de pensar en plata. Ya me
ensucie, ya está, ya pasó. No voy a pensar más al otro, lo voy a querer. Mientras me baño y le adivino las acciones
pienso en eso: no lo voy a entender en su totalidad nunca, renuncio y está
bien. Igual eso no significa nada, no cambia lo otro, no lo anula. Cuando le
diga que si que entendí, mentira ni lo intenté y no hay maldad. Pero lo otro,
querer, me sale solo y me sale bien. Querer me concentra. Querer me hace más
inteligente. Querer me hace firmar el contrato de ensuciarme. No estoy
construyendo en tu vida, me estoy infiltrando.