Serie “Guerra por el consumo”: Veterana de guerra
por Diego
Valeriano
Camina y va
acomodando su cuerpo a los gestos de aprobación que recibe de los otros. Es
permeable a cada mirada, crece con ellas, se fortalece. En compañía de las
miradas deja las frustraciones y tristezas bien atrás. Su estado de ánimo es el
otro.
Dobla en la
esquina, toma la calle asfaltada y los conos naranjas le marcan el camino por
donde debe pasar. Mantiene el paso firme, serena por fuera pero en ebullición
por dentro. Sus hormonas pujan por salir, le dictan desafíos. Ahí están sus
enemigos, su salida, sus posibles, sus verdugos.
Es la hora
justa: todos ellos están más relajados, ya casi no pasan autos. Como una
peleadora (street fighter) los encara
en busca de sus miradas. Es el momento hora ideal para luchar. Cruza el puesto
y casi todos los gendarmes se dan vuelta para mirarla, le dicen algún piropo
entre dientes, ella -de tan impune que se siente y dentro de lo que cabe- le
devuelve una mirada a cada uno.
A sus quince es
una veterana de guerra. Cada secuela se le transforma en hábito; cada faena en
un entrenamiento para la improvisación. Zafó una y mil veces del destino
conurbano, del peligro que le toca en suerte por el sólo hecho de ser mujer. Y
todavía no lo reconoce, la veteranía la confía demasiado.
Ella sabe,
porque lo vio, que un elevado porcentaje de veteranos de guerra tiene secuelas
físicas o psicológicas de tal seriedad que les impide encontrar el camino a la
normalidad (o felicidad) y recurren al suicidio o a la vida común, como salida
a sus problemas.
Lejos de
cualquier aplanamiento de la vida en un fetiche amoroso, la curiosidad que la
saca a la calle expande su práctica de vida hacia una multiplicidad de figuras
corpóreas en una guerra que se define cuerpo a cuerpo e intenta encontrar allí
su tránsito hacia una pequeña trascendencia.
Programa su
estrategia de combate: alguna pasada más por el puesto de control -ella sola
como cebo, como guerrillera-, jugando al límite del kamikaze. Luego empujar a
sus amigas para que la acompañen, sostener la mirada lo suficiente y seguir
siendo así de linda.