Serie "El zorro y la gallina". Perfiles: Carlos Pagni (I)
por Juan Pablo Maccia
El escriba borgeano
Leer
a Pagni me produce un efecto deja vú
de los años de formación del menemismo, de aquel retorno histórico del
peronismo, tras 13 años sin estar en el poder. Menem, como candidato en la
interna del 88, y luego en la general del ´89, fue un fenómeno. Detrás suyo una
conflagración de católicos de la orden más conservadora (Gustavo Béliz) y liberales
del show televisivo (en aquel momento encabezado por los talentoso Bernardo Neustadt
y el cerebral Mariano Grondona) anticipaban su libreto.
La
historia no se repite sino como farsa. Pero aun para que eso suceda deben
aparecer protagonistas a la altura de las circunstancias. Tipos como Lanata y
Pagni califican como comunicadores y escribas, aunque les falta el candidato,
el kairós.
Hay
que preocuparse cuando el conservadurismo-liberal comienza a comprender con
mayor agudeza las derivas del mundo popular. Para
decirlo con Gramsci, lo que está en disputa es la “dirección intelectual y
moral” del proceso político en curso.
Luego
de una larga década de decadencia, le nace a la derecha una razón irónica capaz
de decir mejor que nosotros mismos lo que sucede con cosas que hasta hace poco
pertenecían a nuestra exclusiva historia: el mundo de los derechos humanos, de la
constitución de una voluntad nacional y popular.
Supe
de Pagni por mi tío Mario, baqueteado militante y experto analista de los
medios políticos. Lector advertido, me llamó una tarde para decirme “che, ojo
con este pelado aristocrático. Tras su fino amaneramiento, es más culto que la
media en el gremio, tiene astucia y sabe lo que quiere. Este tipo pinta para jubilar
a la gerontocracia de La Nación”. Desde entonces pienso en Pagni con frecuencia,
provocando la furia de mí prima Laura, joven kirchnerista y adorniana, quien no
deja de reprocharme inocencia frente a sus giros “destituyentes”.
No
es fácil leer a Pagni. Sus textos me fuerzan a una lectura detectivesca: ¿hasta
dónde se encuentra uno frente a la filtración elegante de un dato proveniente
de las cloacas de los negocios y las policías?, ¿cuál es el límite entre la legitimidad
del análisis de escenarios y el disfrute malicioso, y la pura opereta en favor o
en detrimento de tal o cual empresa?
Según me dice Mario, es historiador y periodista de larga data. Fue su
paso de Ámbito
Financiero a La Nación lo que lo catapultó al parnaso de las plumas calificadas
de la vida política.
Hacía años que las derechas argentinas no producían un cuadro con gracia
propia (Sarlo, formada en la izquierda, trae su gracia de un sitio muy
diferente).
¿Dónde
se produce este tipo de intelectuales? ¿En la universidad? ¿En la Iglesia? ¿En
las comunidades de inteligencia? Me temo que no. Pagni –es mi hipótesis- se
hizo a sí mismo en el mundo literario, recitando a Borges.
(continuará...)