Carta abierta 14
Juan Pablo Maccia
Modernidad y religión
van de la mano. Leo los diarios día a día (ingenuidad del hombre moderno), con
más ceremonial los días domingos (¿Por qué avergonzarse de la propia
liturgia?). El día de hoy forma parte de lo que vivo como días políticamente
tristes del último año. Tristeza fechada en la hora en que el liderazgo
político del gobierno nacional y la burocracia que la rodea aceptó casi
sin chistar respetar el artículo de no-re-re-elección, que clausura el proceso
político kirchnerista.
El día de hoy, digo, se
publica una nueva Carta Abierta. En ella se hace mención a que vivimos entre la
“urgencia” y la “esperanza” y se advierte que está en juego -en las próximas
elecciones- la salud del proyecto nacional, popular y democrático en curso en
nuestro país desde mayo del 2003.
La carta tiene algo en
su favor y algo en contra. A favor, que no habla de “modelo”, ni repite
“vengo bancando este proyecto” como cantan tantos compas. Más
adecuado a nuestras historias militantes, los “proyectos” se discuten. En contra:
se insiste en una posición entre victimista y profética, de buena conciencia
intelectual-progresista, que no llega a advertir la impotencia
política-práctica que destila.
Solo un par de preguntas
para los amigos, que como tantos otros no pudieron –aunque algunos lo
intentaron y no supieron cómo hacerlo, tal vez por estar siempre demasiados
pendientes del tacticismo de la rosada- organizar, en el momento oportuno
(aquel del 54%), el necesario camino de la re-re-elección.
La primera pregunta es
esta: ¿por qué creen que el destino del proyecto se pone en juego
precisamente ahora, luego de unas PASO perdidas y no antes, cuando
aún era posible pensar a la ofensiva, re-abriendo el proceso
re-re-electoral? ¿Por qué introducir ahora esa carga pública de dramatismo,
cuando se aceptó en privado el camino a la derrota, sin hacer público entonces
un balance a la altura de las circunstancias?
La segunda pregunta es
esta: ¿para qué sirven los discursos cómo estos dirigidos sólo a quien ya
estaba de acuerdo con ellos antes de leerlos? El círculo vicioso anula la
vitalidad política. ¿No hubiese sido mejor que recitar la historia del mundo y
del país, como hilván de una serie de episodios en los que los malos
“destituyen” a los buenos, plantear de modo directo que la derrota política de
las PASO ha llevado al Frente para la Victoria a una política oportunista (¿cómo se
pudo avalar a Granados en Seguridad y silenciar el “efecto Francisco”?), y
liquidacionista de muchos de los principios que la carta esboza?
La próxima carta,
compañeros, ¿llamará a votar a Scioli en 2015?