Ecologistas de panza llena... de plomo
Por
Joan Martínez Alier
He
coleccionado declaraciones de presidentes latinoamericanos, de Daniel Ortega
por la izquierda hasta Juan Manuel Santos por la derecha, pasando por Cristina
Kirchner, Evo Morales y su vicepresidente, el caducado Sebastián Piñera y
también Ollanta Humala, Rafael Correa y el ex presidente Luiz Inacio Lula da
Silva.
Adivinen
quién dijo qué:
...ningún
gringuito con la barriga llena puede venir a reclamar ni darnos lecciones de
ambientalismo...
...(El
presidente) critica ambientalistas al defender la construcción de
centrales hidroelétricas...
...rechazamos
posiciones extremas: el agua o el oro. Nosotros planteamos una posición
sensata: el agua y el oro...
“...calificó
al ambientalismo de ‘estrategia imperial’ durante su intervención en la
cumbre... Río+20...”
...no
es una ley fundamentalista ni por el lado del productivismo, ni fundamentalista
por el lado del ecologismo, es una ley equilibrada...
...es
loable la defensa de la fauna y de la flora, pero más importante es cuidar a la
especie humana para que tenga trabajo, agua, cloacas...
“...ha
manifestado su oposición, en la última cumbre del ALBA, a ese ‘fundamentalismo
indigenista’ que se opone a toda explotación de los recursos naturales y
propugna un ecologismo radical que detiene por completo el progreso”.
Mientras
los dirigentes de Bolivia aseguran que el ecologismo es el nuevo
colonialismo, Mario Vargas Llosa escribe lo contrario: Hay una izquierda
radical que ha encontrado en el ecologismo una bandera que le permite resucitar
los viejos problemas. Pero vean cómo coinciden en la inquina contra el
ecologismo.
Si
ampliamos el campo, encontramos repetidas menciones al ecologismo de panza
llena. Los ecologistas dicen lo que dicen porque tienen la panza llena. La
oposición ecologista a los transgénicos es elitista y conservadora. Vean el
elaborado discurso de Tarsicio Granizo, de Ecuador: Sectorizar la lucha
ambiental no es más que una respuesta pequeño-burguesa al problema de pobreza,
exclusión y desigualdad. Pero claro, ¡es fácil hablar con la barriga llena! Por
cierto, en muchos de nuestros países el ecologismo (como lo conocemos en la
actualidad) está vinculado a las clases dominantes... Otro defensor del
presidente Correa, Carlos Viteri, declaró: Para el que tiene la barriga llena
es fácil decir: No se toque el Yasuní.
Adivinen
si un político que dice lo siguiente es de derecha, de centro o de izquierda
tradicional: Sin desarrollo no hay trabajo, ni calidad de vida, ni
posibilidad de que la gente viva bien, con lo que no hay posibilidad de
preservar nada. Con la barriga llena se pueden preservar muchas cosas, pero con
la barriga vacía no se preserva nada.
Pasemos
ahora a reseñar sólo algunos de los cientos de casos de ecologistas o
ambientalistas populares que han sido asesinados por las fuerzas estatales o
por paramilitares o sicarios de latifundistas o de compañías mineras o
petroleras. ¿Dónde empezar? En Filipinas, el 9 de mayo de 2012, el líder
ecologista Margarito Cabal fue asesinado en la provincia de Bukidnon, en
Mindanao. La ONG local Karapatan aseguró que en dos años 76 líderes y
activistas de los derechos humanos han sido asesinados en Filipinas. Trece de
ellos estaban comprometidos sobre todo con la protección del ambiente (aunque
sea difícil separar la protección del ambiente natural de los derechos
humanos).
Sólo
en América Latina hay cientos de muertos ecologistas mencionados en la prensa
en los últimos 25 años, incluyendo al menos 20 o 30 mujeres, como Betty Cariño,
en México; Maria do Espirito Santo con su marido José Claudio, en Pará, Brasil,
en 2012... Muertas y muertos con barrigas llenas del plomo de las balas
asesinas, como el activista antipetrolero Ángel Shingre, en Orellana, Ecuador.
Veamos
casos recientes. El 15 de julio de 2013, en Honduras, un indígena lenca murió y
otro resultó herido cuando militares atacaron a tiros a pobladores que se
manifestaban contra la construcción de hidroeléctricas. Eso ocurrió en el
departamento de Intibucá. En México, también en un conflicto hidroeléctrico, el
ecologista Noé Vázquez Ortiz fue asesinado en Veracruz el 2 de agosto de 2013,
aunque no a tiros, sino a pedradas. En Guatemala, el abogado Rafael Maldonado
presenta una cuenta que parece corta: 50 asesinatos de ambientalistas que se
oponían a proyectos mineros e hidroeléctricos entre 1989 y 2012, recogidos en
informes sobre ataques a derechos humanos que ha sistematizado el Centro de
Acción Legal, Ambiental y Social. Podríamos ir bajando hacia el cono sur:
Panamá, Colombia, Brasil, Perú... un reguero de ecologistas muertos, incluyendo
algunos, muy pocos, puramente conservacionistas. No me queda espacio. En
Venezuela, el 3 de marzo de 2013, el cacique yukpa Sabino Romero fue
acribillado por pistoleros. Era conocido por su defensa del territorio
ancestral en la sierra de Perijá, en Zulia, rico en carbón y otros minerales.