Colombia, vientos de guerra en Corferias
por Héctor
Riveros
Se
pidió un minuto de silencio por los soldados caídos en el combate y Londoño
arengó diciendo que las sociedades requerían de héroes y recordando que sus
alumnos deberían haber aprendido la importancia de la fuerza para el derecho.
Después
alguno de los precandidatos hizo poner de pie a los oficiales en retiro que
estuvieron en la reunión para rendirles un homenaje y varias veces se pidió
aplausos para el Coronel Plazas Vega condenado por los hechos del Palacio de
Justicia. La verdad no fue el único preso que recibió aplausos, también los
hubo –entre otros- para Luis Alfredo Ramos detenido por orden de la Corte Suprema de
Justicia por supuestos vínculos con la parapolítica.
Inmediatamente
después, el expresidente Uribe dijo que en los Talleres democráticos se había
aprobado pedirle a los pre-candidatos presidenciales que, en caso de resultar
elegido alguno de ellos como Presidente, el 8 de Agosto del 2014 sobrepasara el
meridiano 82 como una demostración de soberanía frente a Nicaragua. La
proposición fue aclamada.
Después
vino una declaración contra el socialismo del siglo XXI y la dictadura
venezolana, que se repitió a lo largo de los dos días de la Convención.
Cada
uno de los candidatos –en diferentes tonos- dijo que daría por terminado el
proceso de paz que adelantan los negociadores escogidos por el Gobierno
colombiano y el grupo guerrillero de las Farc. “Se acabó la fiesta de La Habana ” se repitió una y
otra vez.
Oscar
Iván Zuluaga, el candidato previamente escogido por los directivos del
movimiento, entregó un corto programa cuya primera propuesta es: “Recuperar la
política de seguridad democrática y complementarla con una justicia eficaz. La
verdadera paz se construye con más seguridad y más justicia, no a partir de
impunidad y privilegios políticos para los violentos”.
En su
discurso de aceptación de la candidatura dijo que con las Farc no hay nada que
negociar y que la paz son los cinco pilares del uribismo.
Fueron
casi veinte horas de discursos altisonantes en el que no se mencionaron a las
víctimas y en los que la palabra “conflicto” estaba proscrita: en Colombia no
hay un conflicto hay una amenaza terrorista.
El
lenguaje militar fue el que más se uso: ”soy un soldado de esta causa”; “el
Presidente tiene que volver a ser el primer soldado”; “hasta la batalla final”
fueron estribillos que se oyeron varias veces y el discurso de unción de Uribe
a Zuluaga terminó diciendo: “en sus pulcras manos entrego esta batalla”.
Nadie
habló de una sociedad más igualitaria y cuando se usaba la palabra democracia
era para denotar cosas distintas de las que le corresponden. Nadie dijo, por
ejemplo, que esa palabra proscribe intenciones de perpetuarse en el poder, o
que obliga a respetar el sistema de controles y la separación de poderes, o que
exige dar garantías a la oposición, o que obliga a respetar las reglas como la
que ellos mismos habían adoptado de hacer una consulta para elegir su
candidato. Es otra democracia la que ofrecen.
Quiérase
que no, las próximas elecciones son un referendo por la paz. Con acuerdo o sin
acuerdo en La Habana
lo que se decide primero en marzo, en las elecciones de Congreso, o en mayo en
las elecciones presidenciales es si los colombianos vamos a resolver el
conflicto por la vía militar o por la vía negociada, si vamos a fortalecer
nuestra Fuerza Armada para confrontar al vecindario, si en la lucha contra el
crimen vamos a tener como máxima que el fin justifica los medios o si –en
cambio- nos decidimos por apostarle al proceso de paz y a una sociedad más
respetuosa de las reglas democráticas.
El
uribismo se opone a que se convoque un referendo para aprobar o no un eventual
acuerdo de La Habana
pero en la práctica lo que plantea como estrategia electoral es que lo que se
decida sea eso. La diferencia es que el eje que se propone es el de la guerra y
no el de la paz.
El
Congreso aprobó una reforma a la ley estatutaria para abrir la posibilidad de
que un eventual referendo se pueda hacer el día de las elecciones. Para marzo
es imposible por razones de tiempo y para mayo tampoco parece posible. Pero con
ese referendo o sin él la disyuntiva será la misma.
En
términos electorales la dificultad está en que quienes están del lado de la paz
están divididos: hay unos con el Presidente Santos, quien cada vez parece más
decidido a asumir que éste es el tema y otros: “la tercería” que buscan un
candidato porque no les gusta Santos, pero que respaldan el proceso de paz.
Éstos últimos perdieron una parte de su discurso electoral con la bajada de
Uribe a Pacho Santos. El estribillo de lo patético que resultaba tener que
escoger entre dos Santos Calderón se acabó.
Hay además
un amplio sector de la opinión que no está organizada, que no tiene voceros,
que no está alienado ni con la reelección, ni con “la tercería” que en realidad
es una tendencia de sectores de izquierda hasta ahora minoritarios. Quizás la
clave está en que esa fuerza se active para promover una especie de coalición
“pro-paz”
Si
no, si el aire marcial que se respiraba por estos días en Corferias en Bogotá
se llega a propagar, habrá que aprovisionarse para tiempos de guerra.