A propósito de Raúl
por D.S.
Subvertir la política (Buenos Aires, Quadrata, 2013) es el título del tan esperado –al menos por sus numerosos lectores–
libro de Raúl Cerdeiras. ¿Cómo pueden preceder tantos lectores al autor de un
primer libro? Sencillo: el autor es un intelectual militante que edita hace 22
años la revista Acontecimiento. Y los textos que se reúnen en este
volumen deben mucho a la coherencia de ese trayecto.
Alain
Badiou lo describe autor como un “Sócrates de Buenos Aires”. Un retrato de Raúl
no debería excluir algunos datos de su biografía (abogado de oficio, estudió
filosofía con Sciarreta y se inició en política con Silvio Frondizi y estuvo
próximo a Montoneros, fue althusseriano, tradujo El Ser y el
Acontecimiento de su amigo Badiou, enseña filosofía en grupos de
estudio) ni algunos rasgos de su personalidad (la insistencia o la
perseverancia -la “fidelidad”-; el “cuestionamiento”, la afectuosa dureza). Exista
o no la expresión “inclaudicabilidad”, bien le cabría.
Raúl es
una figura apartada, pero no ignorada en la densa trama
intelectual-psiconalítica y política de Buenos Aires. Lo que hay en él de
solitario obedece, creo, a su obtusa confianza en la fuerza de “la Idea”. No es
fácil vivir contra la evidencia.
En el
último número de la revista Acontecimiento (N. 43-44 de 2013)
firma tres artículos. Uno de ellos, “la economía no existe”, propone un
ejercicio capaz de explicar en términos muy prácticos su “tesis”. Hagamos
el intento de pasar un día entero sustituyendo la palabra “economía” (ligada en
los discursos habituales a “crecimiento” y a “desarrollo”) por la palabra
“capitalismo” (que ya nadie dice, pero que es el único significado real para
el significante “economía”) y veremos desnudarse ante nosotros la verdad
de nuestro presente.
Esa
verdad no es negativa sólo por la infamia con que carga el capitalismo en
términos de opresión y de explotación. Lo es también por otra razón: la
“economía” suprime el pensamiento y la política. En efecto la política no es
poder y economía, como se cree –dice nuestro Sócrates- sino “un pensamiento de
la gente”. Y ese pensamiento requiere de unas ciertas condiciones que el poder
y la economía (el capital) aplastan.
La política es el pensar de los muchos
cuando se “desligan” de la máquina objetiva de la reproducción del capital. Y
“acontecimiento” es el nombre de esa ruptura con el desenvolvimiento del
sistema de la opresión, que en el presente se viste con un manto progresista y
democrático, aunque se muestra totalmente incapaz de detener o regular siquiera
su barbarie. La “Idea”, a su vez, es la constitución de una verdad por parte de
los sujetos que participan de la ruptura con este orden, y se entregan a la
creación colectiva, por definición a distancia del poder del Estado y el
capital. Se comprende que el sujeto de la política (Raúl lo identifica con nombre y apellido: las Madres de Plaza de Mayo
en la postdictadura, los Zapatistas después de 1994, los movimientos sociales
autónomos de fin de siglo en Venezuela o Argentina) constituyen el reverso
absoluto del discurso de la víctima y sus
“derechos”.
Si
alguien decidió vivir a fondo el revés de esta “década ganada” (para bien y
para mal) ese es Raúl. El kirchnerismo fue para él la gestión reaccionaria del
acontecimiento 2001. Y el antikirchnerismo (tanto para él como muchos de
nosotros) algo aún peor.
Todo
esto se escribe ahora en pasado. La salida del libro, sin ser Zaratustra,
divide el tiempo. Lo que debimos pensar estos años (zona de despeje), ya no se
parecerá a lo que afrontemos de aquí en más. Se trata ahora de vislumbrar
(tarea a la que se entrega Raúl en uno de sus artículos de la revista, con la
expresión: “amanece una chance”).