Acontecimiento y subjetivación política
Como complemento actual de aquellas fundamentales conferencias del año 2000, http://lahipotesiscomunista.blogspot.com.ar y @audiodelica recomiendan leer esta conferencia de 2012.
por Alain Badiou
Existen cuatro elementos a considerar en los procesos políticos:
M: Movimiento popular
O: Organización
I: Idea/ideología
D: Estado
Toda política puede describirse como una relación entre estos cuatro términos: las acciones colectivas, las formas organizativas, el conflicto de las Ideas, y el poder del Estado.
Estos términos son constitutivos de cualquier política contemporánea.
En el mundo contemporáneo propongo decirles que existen cuatro formas principales de la política y que estas posibilidades pueden describirse bajo la forma de un esquema, que es el siguiente:
Los procesos políticos no se agotan en estos cuatro tipos, sino que más bien estas formas son el trasfondo o el horizonte de cualquier política concreta.
En la República de Platón también hay cuatro políticas, aunque no las mismas: Democracia, Oligarquía, Timocracia y Tiranía. A primera vista podemos decir que fascismo y tiranía son lo mismo. El resto de las analogías no es tan sencilla, y se las dejo a ustedes como tarea.
En estos esquemas podemos apreciar dos extremos: fascismo y política revolucionaria. Y tenemos dos políticas intermedias que podemos llamar, de manera clásica, de izquierda y derecha, siempre dentro de los regímenes parlamentarios.
¿Cómo diferenciarlas?
Política Fascista
Se caracteriza por el hecho de que es una política de fusión. La Organización, el Movimiento, la Ideología y finalmente el Estado tienen que formar una sola y misma cosa. Esto se debe a que en cualquier política fascista se supone que existe una comunidad política orgánica, por ejemplo "Alemania", o la "Raza Aria". Los cuatro términos representan manifestaciones de lo mismo. El pueblo se expresa a través de un Movimiento, mediante una Organización, y una Idea de comunidad orgánica, y sólo por medio del Estado. Hay una especie de equivalencia entre los cuatro términos.
La flecha tachada que va de Estado a Movimiento muestra que cualquier movimiento que no sea un movimiento del Estado tiene que ser reprimido. Sólo hay un Movimiento aceptado si es idéntico a la Organización, a la Idea de comunidad y al Estado. No puede haber movimiento exterior a esta comunidad.
Por eso la Política Fascista se realiza por medio de la exterminación de sus adversarios. Esto se deduce del esquema. Si el pueblo se expresa por fuera de los términos del Estado, tiene que ser reprimido. La política es de fusión. Un punto muy importante es que el poder del Estado es el representante de una esencia del pueblo, y por eso se arroga el derecho de exterminar. El justificativo de los poderes fascistas es que pueden exterminar porque son los garantes del pueblo o de la identidad comunitaria. Esa es la naturaleza particular de la práctica fascista.
Política Revolucionaria
En el otro extremo, la política revolucionaria puede calificarse como la política que parte en cierta forma de la Idea, pero en tanto que la Idea viene del pueblo mismo, es una creación del Movimiento Popular. El Movimiento crea la Idea, y esta creación es el punto de partida de toda la concepción revolucionaria, desde siempre. Ya Marx decía que podía pensar la política porque había entendido a las grandes insurrecciones obreras de los años '30 y '40.
La Idea revolucionaria no va a proyectarse en el Estado, la Organización y el Movimiento como en el caso del fascismo, sino que proviene del mismo Movimiento Popular, tal como se despliega en la historia. Tenemos una especie de diagonal que hace que la Idea sea fundamental, aunque en realidad, en última instancia, provenga del Movimiento. Esta doble proveniencia de la Idea revolucionaria a partir del Movimiento y del ideal mismo es la que va a proyectarse sobre las formas organizativas. Por lo tanto la Idea va a dar lugar a la Organización, que es finalmente el medio por el cual ésta se estabiliza. Proviene del Movimiento, de una forma viva, y va a organizarse y estabilizarse bajo la forma de una Organización, una Organización que no se detiene ahí sino que vuelve al Movimiento, y el Movimiento mismo en última instancia es el que debe modificar y transformar al Estado en forma radical.
La verdadera Política Revolucionaria no implica entonces un enlace directo entre Idea y Estado. La relación entre Idea y Estado siempre pasa de alguna u otra manera por el Movimiento. Como pueden ver éste es un problema que ha inquietado mucho al siglo XX: Si olvidamos que en la política revolucionaria la relación entre Idea y Estado siempre debe pasar por el Movimiento, entonces transformamos el esquema revolucionario en el esquema fascista.
Este puede ser el resultado mismo del proceso, incluso de manera inconsciente. No porque los militantes sean malos, sino porque se trata de una verdadera dificultad, una tentación de, habiendo tomado el poder, restablecer una relación directa entre Idea y Estado, y construir un Estado Ideológico.
Este Estado es necesariamente terrorista. Si un Estado es el garante de la Idea, entonces lo será por medio de la policía y la violencia. La Idea tiene que pasar por el movimiento para protegernos contra la degeneración policial del Estado revolucionario.
Si comparamos estos dos esquemas podemos notar que el de la Política Revolucionaria es abierto y el de la Política Fascista es cerrado. El esquema revolucionario no puede representar una política de fusión; es necesario que la Idea pase por el Movimiento. La Política Revolucionaria implica una transformación constante, porque la Idea debe pasar por el Movimiento en su relación con el Estado y la Organización.
Esta es la pregunta que atormentó al siglo XX ¿Cómo es que el poder revolucionario se asemeja al poder fascista?
Políticas intermedias, parlamentarias, modernas
Si tomamos la Política Parlamentaria de Derecha podemos comprender esencialmente que la Idea viene del Estado, es de hecho idéntica al Estado. La derecha es el conservadurismo, la defensa del orden establecido. La Idea es precisamente defender lo que hay, es decir, defender el estado de las cosas. Sobre la base de esta cuasi identidad Idea / Estado como punto de partida, tenemos una Organización generalmente débil, es decir, no hay tanta necesidad de organizar a la gente, ya que todo está supuestamente organizado: los que controlan a la sociedad son los ricos, los que tienen el poder, y es así como debe ser. Pueden construirse partidos, pero esto siempre cambia. A esta política no le gustan los Movimientos populares. De ahí la flecha tachada.
La Política Fascista sí tiene necesidad del Movimiento. Hay movimientos populares fascistas reales.
Para la Política Parlamentaria de Derecha estos movimientos no son imprescindibles; se trata de una política de poder de clases. Cuando hay elecciones, es necesario que exista la diagonal que va de la Organización al Estado. Estas son sus características más importantes: En la ideología conservadora, no hay mayores diferencias entre Idea y Estado; hay una relación negativa con la Movilización Popular y una relación directa y provisoria entre Organización y Estado.
En la Política Parlamentaria de Izquierda la Idea proviene del Estado, de un análisis particular de la situación. Pero vuelve a éste, porque su forma organizativa más general, el partido de izquierda, tiene como objetivo tomar el poder del Estado, por métodos pacíficos, electorales, etc. Por lo tanto va a tener organizaciones en un sentido más fuerte y también va a intentar organizar y estar presente en el Movimiento Popular. La izquierda realmente necesita un partido para ocupar el Estado, y a diferencia de la derecha, también va a necesitar organizar al Movimiento Popular. Pero el Movimiento es sólo un apoyo para que la Organización ocupe al Estado.
La flecha que va de O a M es un apoyo a la flecha que va de O a E. Es algo que vemos muy comúnmente en el análisis concreto de las situaciones: La izquierda oficial parlamentaria utiliza los Movimientos Populares para obtener sus propios beneficios electorales. Al fin de cuentas, la presencia del Movimiento Popular tiene el objetivo de llevar a la izquierda nuevamente al poder.
El pasaje de un gobierno de derecha a uno de izquierda es frecuentemente mediante una Movilización Popular, que al no poder entrar en un esquema revolucionario funciona en realidad como un apoyo de las intenciones particulares de la fracción de izquierda.
Subjetivación Política
Estos cuatro esquemas nos dan un panorama de la situación política contemporánea, al menos en el mundo occidental. Los procesos de subjetivación que corresponden a las cuatro políticas son bien diferentes. No se trata solamente de una diferencia estructural representada en el esquema, sino de una diferencia subjetiva. Aquí quisiera darles una definición: vamos a llamar subjetivación política a la entrada de los individuos en un esquema político.
No podemos entrar en los cuatro esquemas de la misma manera. Así como existen cuatro figuras en política, existen cuatro tipos de subjetivación diferentes. Son las diferentes maneras en las que se entra en un proceso político: cómo y en qué momento y en qué condiciones.
En el caso de la Política Parlamentaria de Derecha no podemos entrar más que mediante el Estado. Ese decir vamos a entrar en política porque en realidad sostenemos el estado de las cosas como están, y esperamos nuestro turno para formar parte de ese Estado. La subjetivación conservadora consiste, en el fondo, en sostener las cosas como están. Hay jóvenes que tienen la ambición de entrar en política para mantener la continuación de este Estado. Puede parecer paradójico, pero existen jóvenes conservadores, incluso reaccionarios: Es necesario que la derecha encuentre sus sucesores. No se entra por las ideas, sino directamente al servicio del Estado
En la Política Parlamentaria de Izquierda es distinto. No se puede entrar directamente desde el Estado. Eso sería confesar que uno es al fin de cuentas un conservador. Se entra en un proceso político no por el Estado sino por la Idea del Estado, que sin embargo no es la Idea revolucionaria del Estado. Se trata de la subjetivación reformista. Se entra en un proceso político mediante una idea de reforma del Estado. Es la idea de que podría haber un buen Estado proponiendo reformas positivas y sin conmocionar el orden de las cosas. Por eso se entra por medio de las Ideas, que son en este caso programas de reforma del Estado.
Son dos subjetivaciones en las que el Estado es el objetivo.
En el caso del Fascismo la subjetivación es completamente diferente. Hay que entrar en la fusión: Idea, Movimiento, Organización y Estado están destinados a fusionarse, y es necesario subjetivar esa fusión. Hacerse un fascista fanático es sostener el carácter homogéneo de I, M, O y E. Inmediatamente comprendemos por qué en el fascismo siempre hay un jefe, un culto al jefe. Porque el jefe simboliza la fusión. En un sólo hombre -el jefe- tenemos al Estado, porque dirige al Estado, a la Organización, porque es el jefe del partido, y a la Ideología, de la cual es inventor, portador y propagandista. No es casualidad que en la Política Fascista haya un jefe que represente a esta fusión de manera patológica. Por lo tanto, cuando en la Política Revolucionaria aparece este mismo fenómeno (el culto al jefe) es por las razones que vimos previamente: Hay un deslizamiento del esquema revolucionario al esquema fascista que proviene del hecho de que la subjetivación se ha perdido, ha caído en una subjetividad de fusión. Aparece inevitablemente un jefe, porque no hay muchas maneras de simbolizar una fusión. Tiene que aparecer un cuerpo, como en el cuerpo del rey... esto ha sido muy estudiado. El jefe simboliza la fusión, en el Estado, del Movimiento, la Organización y la Idea. A partir de esto suprime al Movimiento, que se vuelve un término que ya no tiene realidad.
Esto nos lleva a la subjetivación revolucionaria.
Aquí es imposible entrar por el Estado. Porque el Estado es un callejón sin salida; ahí el circuito se cierra. Es imposible subjetivar la Política Revolucionaria en nombre del Estado, incluso en nombre de la reforma del Estado. La Política Revolucionaria, según la tendencia histórica, trata de suprimirlo: Ese es el ideal. La subjetivación revolucionaria surge a partir del Movimiento, a partir de la relación entre Movimiento e Idea. Los que hemos participado en movimientos lo sabemos muy bien. Hay una subjetivación muy fuerte a la vez como Movimiento que entusiasma (acción colectiva), pero también como Idea. El Movimiento es portador de Ideas, hay un vínculo muy estrecho entre ambos términos.
Por otro lado, Organización y Estado están subordinados al servicio del vínculo entre Movimiento e Idea. El Estado no es más que un objetivo provisorio: no nos vamos a fusionar con el Estado, es más bien el punto de interrupción. El Estado fue siempre un problema más que una solución. En cierto sentido la subjetividad revolucionaria se dirige hacia el Estado. Pero la cuestión de qué hacer con el Estado ha sido un callejón sin salida de la subjetividad revolucionaria. Es algo que no ha sido del todo resuelto. El gran problema del siglo XX es que la cuestión del Estado no ha encontrado una solución revolucionaria. Se ha abandonado la subjetivación revolucionaria para volver a una figura parlamentaria, o para transformarse en una figura fascista. No se ha podido resolver el problema que plantea la relación con el Estado. Pero ése es otro debate.
Recapitulando:
La subjetivación fascista es de fusión, dominada por la figura del jefe.
La subjetivación conservadora está completamente orientada al poder del Estado.
La subjetivación reformista subjetiva a partir de una Idea de Estado.
La subjetivación revolucionaria nace de la vinculación entre Movimiento e Idea.
Quisiera profundizar en esta última subjetivación, no porque sea la que prefiero, sino porque se han visto sus límites, sus problemas sin resolver. Podemos comprender que si la subjetivación revolucionaria surge por el vínculo entre M e I, eso significa que está en relación con un acontecimiento, porque para que haya movimiento es necesario que ocurra algo. El Estado está siempre ahí, el poder es una estructura siempre presente. De la misma manera, si la Idea es una idea de mantenimiento del Estado, o de reforma, no es necesario que haya un acontecimiento. En el caso del fascismo se propone una fusión. En la política revolucionaria es necesario que ocurra algo. Nadie se vuelve revolucionario cuando no ocurre nada. Incluso cuando el acontecimiento es un pequeño acontecimiento local, una huelga en una fábrica, una pequeña revuelta en una ciudad, un movimiento contestatario de estudiantes, internacionalista, o de apoyo a obreros indocumentados... lo que crea la subjetividad es siempre algo que ocurre, algo que acontece. Lo que quiero decirles es que no hay una estructura para la subjetividad revolucionaria.
No nos volvemos revolucionarios al adherirnos a un partido. Es necesario que en algún momento u otro nos ocurra algo. Entramos en la historia política a partir de un acontecimiento, grande o pequeño. ¿Qué es necesario entender aquí por acontecimiento?
Un acontecimiento para la subjetivación política es el momento en el cual se descubre la posibilidad de que la Idea se vuelva real. No descubrimos o experimentamos que la Idea se ha vuelto real, sino la posibilidad de que esto pase. En el interior de un Movimiento se experimenta una nueva posibilidad, que cambiará nuestra visión política porque descifraremos que después de todo la Idea puede volverse real. La subjetivación revolucionaria es creativa, descubre por su propia cuenta que hay una relación verdadera entre Movimiento e Idea, idea de emancipación, libertad, igualdad, todas las ideas positivas y liberadoras que ustedes quieran. Llamaremos acontecimiento político a eso que crea una posibilidad desconocida. No un nuevo real, sino la posibilidad de algo nuevo en lo real. Después será necesario explorar las consecuencias.
Si ustedes descubren que la Idea puede ser real, que existe esta posibilidad, es porque antes no tenían esa posibilidad, por lo tanto antes era imposible. Por eso la subjetivación revolucionaria es siempre el momento en el que algo imposible se vuelve posible. Eso es muy importante porque la propaganda conservadora o reaccionaria nos dice que la igualdad es imposible, que la emancipación es imposible etc. La propaganda siempre alude a lo imposible. Es importante decir que precisamente la subjetivación revolucionaria en el Movimiento es el descubrimiento de que algo que era imposible ahora es posible, y que ese es su devenir real. Es por ello que la verdadera cuestión política de la subjetivación revolucionaria no es realizar lo que es posible, sino transformar lo imposible en posible.
Había un lema en Mayo del 68 que decía "deseen lo imposible". Hay que comprenderlo de manera racional, porque desear lo imposible puede querer decir cualquier cosa. Si lo analizamos de manera precisa quiere decir que la subjetividad revolucionaria siempre está en relación con lo imposible, con lo que la sociedad dice que es imposible, y por lo tanto con el Estado que es en última instancia es el que decide qué es lo imposible y qué lo posible. Esto es lo más importante. Si deseamos la emancipación no podemos empezar por el Estado, porque el Estado es por definición el que dice qué es lo posible y qué lo imposible. Hay Estados que dicen que nada es posible, otros aumentan un poco más las dosis de posibilidad. La subjetivación revolucionaria transformará la relación entre posibilidad e imposibilidad. Va actuar de manera distinta que el Estado, que es el que fija los límites. En consecuencia la subjetivación política está relacionada con el acontecimiento en el sentido fuerte del término, si entendemos por acontecimiento la creación de nuevas posibilidades, y es al entrar en este descubrimiento que tenemos un nuevo sujeto, que es lo que en realidad habita en una nueva posibilidad.
La subjetivación es el momento en en que nos volvemos el nuevo sujeto. Sólo puede sostenerse en el tiempo o consolidarse si la subjetivación continúa. La subjetivación no es algo fugaz, sino algo a lo que permanecemos fieles. La fidelidad es el deseo de continuación de una subjetivación. Eso es organizar las consecuencias del acontecimiento: Si continuamos con otros (el fenómeno siempre es colectivo) la construcción real de ese nuevo posible. Ahí es donde se tiene la experiencia del encuentro entre la Idea y lo real, que se volverán, en un momento, localmente, una misma cosa. Eso es lo que llamo una verdad: el devenir real de la Idea, cuando la posibilidad del devenir real de una Idea se realiza. El proceso político es un proceso de verdad, el proceso de realización de una Idea, que puede ser una realización total o parcial. Es decir, la realización puede ser muy larga, y también puede ser recomenzada...
La política revolucionaria es una política de verdad. Los otros tres esquemas tienen su interés, su fuerza, su historia, pero no son subjetivaciones de verdad. Simplemente porque permanecen en el espacio del Estado, en una modalidad de fusión fascista, o de conservadurismo derechista o de reforma izquierdista. Sólo la subjetivación revolucionaria funciona por fuera del Estado. El Estado no es su objetivo, sino más bien un problema. Esto está sumamente claro. La subjetivación política sólo es verdadera cuando es fiel a un acontecimiento, a la apertura de una posibilidad en cuanto a la Idea.
Desde el punto de vista del pensamiento, diremos simplemente que la única política que puede interesarle a la filosofía es siempre una política de los extremos. Es por eso que hay filósofos tentados por el fascismo (Heidegger y otros). Porque han creído que ahí estaba la verdadera subjetivación, la de la fusión. Su filosofía los preparó para aceptar una subjetivación de la fusión, ese momento intenso y violento en el que se fusionan Idea, Organización, Movimiento y Estado en la imagen de un jefe carismático. Esa figura fuerte es lo que fascinó a mucha gente.
Pero en la Política Revolucionaria ocurre todo lo contrario: Idea y Estado no pueden fusionarse. Un fragmento de Idea se vuelve real por fuera del Estado; lo real es una nueva creación: puede ser la igualdad, una nueva sociedad, la realización inesperada de lo que la humanidad es capaz... no una fusión, sino una apertura infinita. Es por eso que al fin de cuentas hay dos tipos de filosofías diferentes y opuestas: Las que se ven tentadas por el modelo de la fusión, las filosofías identitarias, y las contrarias, tentadas por la apertura: las filosofías de lo abierto, que son también, desde cierto punto de vista, filosofías de la emancipación. Cuento todo esto para explicar la situación filosófica y política y decirles que en el mundo de hoy, difícil y complejo, en el que hay una especie de mezcla complicada de las cuatro figuras que presenté, pueden encontrar la posibilidad de interesarse por lo que es imposible.
Lacan siempre sostuvo esta tesis realmente extraña de que lo real es lo imposible. Es una fórmula un poco extraña, pero pienso que lo que vimos está muy claro. En efecto, lo que es posible es el Estado. Por el contrario, la aventura del mundo, la poesía del mundo es lo imposible. Es sobre todo cuando se es joven que se considera eso. No es necesario dejarse llevar por lo posible. Lo posible es un instrumento principal de la educación de los jóvenes. Sobre todo es necesario ver muy de cerca lo que se dice que es imposible, aunque a veces es difícil. Pienso que Lacan tiene razón. Es necesario que la Idea se someta a la prueba de lo real, y para esto, es necesario que se someta a la prueba de lo imposible. Hay que buscar en la vida todos los lugares, todas las experiencias y tentativas en las cuales la Idea esté en relación con lo imposible.