“En un mismo país, hay un Brasil Menor contra un Brasil Mayor”, entrevista a Giuseppe Cocco
por Lola Matamala
Una de las personas que observan con más atención lo que acontece en Brasil es Giuseppe Cocco, profesor de Teoría Política en la Universidad Federal de Río y miembro de la Red Universidad Nómada. Además es autor, entre otros libros, de 'MundoBraz: el devenir mundo de Brasil y el devenir Brasil del Mundo', editado por Traficantes de Sueños-Mapas.
La subida de los 20 centavos en el transporte público ha colmado la paciencia de la sociedad brasileña y se ha traducido a un polvorín de manifestaciones por todo el país. La presencia de millones de personas en las calles brasileñas ha causado estupefacción en el Gobierno de Dilma Rousseff, en diferentes medios de comunicación de todo el mundo de multitud de lugares del planeta.
En primer lugar, las manifestaciones comenzaron inicialmente en Porto Alegre a finales de abril, pero se esparcieron por todo el país el pasado mes de junio cuando se celebraron en Sao Paulo. En todas ellas, los objetivos e interlocutores eran ayuntamientos (prefeturas) o gobiernos de cada Estado, no englobaban al Gobierno Federal. A partir del lunes 17 de junio, y sobre todo del día 20, las manifestaciones alcanzaron un nivel de “masificación” que se desbordó, pero sin que eso fuese un ataque directo a Dilma Rousseff y al Gobierno federal. Por otro lado, el Partido de los Trabajadores (PT) y el Gobierno federal (de Dilma) no vieron llegar el “tsunami”: sintieron la tierra temblar y esperaron a que pasara, que no se les cayese la casa encima. Así, el PT no dijo nada, los ministros no dijeron nada ( y si algo dijeron fue muy malo). En cambio Dilma si que habló, pero fue el 21 de junio: muy tarde y de una manera muy tímida.
Las propuestas de Dilma son insuficientes y las materializaciones de estas --influidas por Lula-- son hechas de manera equivocada. El PT y Lula no tienen con quién conversar y creen que hablar con las “organizacioncitas” de jóvenes patrocinados por el Gobierno resuelve algo, cuando el movimiento, por un lado, se caracteriza por ser irrepresentable y por otro, por una demanda de giro a la izquierda que necesita mucha más determinación. No es con retórica o con el fomento de ONG y otros aparatitos como se va a poder resolver lo que está ocurriendo.
La propuesta de de reforma política que Dilma está haciendo ya era discutida hace tiempo. Inicialmente, ella habló de una constituyente restringida y sometida a un plebiscito. Lo que pienso es que se trata de una manera de ofrecer algo a las calles pero de una manera leve.
La derecha no desempeña ningún papel en estas movilizaciones aunque hay que resaltar que ella fue la que dio la orden de cargar contra los manifestantes en el Estado de Sao Paulo, que es donde gobiernan. Ese supuesto papel de la derecha en el movimiento es fruto de rumores absurdos difundidos en la primera fase del movimiento por sectores del Gobierno que, paralizados ante los acontecimientos, intentaban hacer cundir el miedo al fascismo y pedir “unidad”. Solamente después de que el lunes 17 de junio, millones de personas bajaron a la calle, la derecha aprovechó su monopolio de los medios de comunicación y pasó a intentar influenciar en el movimiento en las grandes manifestaciones del 20 de junio, con millones de personas en las calles, pero fue muy limitado. Río de Janeiro albergó la manifestación más grande (entre dos y tres millones de personas) que terminó con una batalla campal que se extendió a todos los barrios del centro de la ciudad y de ahí al Palacio del Gobierno.Fue en ese momento, el día 21 de junio, cuando el Gobierno y el PT reaccionaron con la única declaración de Dilma.
Otra tontería del Gobierno y de la izquierda del Gobierno es haber dicho que hay pocos pobres y pocos negros. En Río de Janeiro, en cuatro días, se manifestaron alrededor de dos o tres millones de personas, o sea, una parte importante de la ciudad. El lunes 24 de junio, hubo manifestaciones en las dos grandes favelas de esta ciudad. La primera, en la favela Maré, fue reprimida con sangre: diez muertos por la Tropa de Élite de la Policía Militar, usaron como pretexto el conflicto con el narcotráfico. Pero los habitantes de la favela Rocinha salieron a la calle a pesar de la represión acontecida en la anterior. Es la primera vez que miles de favelados toman el derecho de descender del “morro” (exactamente del de Rocinha) y van hasta la casa del gobernador, situada en el barrio rico de Leblon, en donde después hubo una acampada y otras manifestaciones, con enfrentamientos con la policía.
Los partidos de izquierda no entienden absolutamente nada, y el PT el que menos. Lo grave es que el PT no lo entienda, porque esto tiene consecuencias para el gobierno de Brasil. Quien está intentando articular una respuesta es Lula, pero es muy insuficiente porque se limita --como he comentado anteriormente-- a promover como representantes del movimiento algunas pequeñas organizaciones de jóvenes patrocinadas por el mismo. En este momento, el movimiento está pasando de las grandes movilizaciones (recordemos el pasado lunes 1 de julio en la final de la Copa Confederaciones) a iniciativas descentralizadas: asambleas de barrio, ocupación de Consejos Municipales como ocurrió hace casi una semana en Belo Horizonte (capital del Estado de Minas Gerais) o de Parlamentos de los Estados federados (como ocurrió con la ocupación de la Asamblea Legislativa de Espirito Santo, en Vitoria. El gobierno y el PT no entienden que la revuelta también es contra todos las formas representacíon (ONG, y el resto de movimientos controlados por los aparatos).
Si continuamos así, todo va a depender del movimiento. Si se debilita, y ante la postura conservadora de la izquierda, están corriendo un fuerte riesgo que pueda ser capitalizado por la derecha electoralmente hablando. Además, según los últimos sondeos de opinión, Dilma Roussef ha perdido el 30% de la intención de voto. Lo que es palpable es que #BRevolution está totalmente dentro del ciclo de luchas que conocemos en Tahrir, en la Puerta del Sol, en la Plaza Taksim y nadie sabe cómo será el desenlace de este movimiento increíble. Sin embargo, puede afirmarse que en un mismo país hay un Brasil Menor --de la gente pobre, estudiantes, favelados, indígenas, las mujeres-- contra el proyecto del Brasil Mayor: el de las grandes industrias automovilísticas, de las del agro-negocio, contra los representantes políticos. El devenir Brasil del mundo (como devenir-mundo de Brasil) confirma la necesidad de crear nuevos valores y no dejarse homologar dentro de aquellos valores extenuados del capitalismo global.