“Te ordeno que seas espontáneo [1] ”

Sobre Ambivalencia de la Multitud, de Paolo Virno
 
 

Improvisación
 
Todavía en 1971, era posible formular una crítica al capitalismo (y al Estado) en estos términos: "un elemento fundamental de la naturaleza humana es la necesidad de trabajo creativo, de investigación creativa no limitada arbitrariamente por instituciones coercitivas. Por ende, una sociedad decente debería maximizar las posibilidades de realización de esta característica humana fundamental". ¿Pero qué sucede cuando la creatividad, la innovación y la improvisación humanas se convierten en los resortes económicos fundamentales del capitalismo? Entonces, ya no será posible postular a la improvisación, o al menos no sin rodeos, como aquello que se opone al poder. Y mucho menos aún deducir de esa “naturaleza humana” una estrategia política emancipadora y certera. En un lenguaje ya extendido y conocido: la valorización capitalista del trabajo encuentra hoy buena parte de su potencia incentivando, precisamente, tanto la autonomía (las empresas convocan a “emprendedores” y “soñadores”, capaces de “valerse por sí mismos”) como la cooperación inteligente (todos tenemos facebook, google drive o dropbox).
 
Este modo de producción no solo ha colocado a los requisitos naturales de la especie en el centro  de la escena, sino que, además, ha puesto en crisis la máquina interpretativa moderna sostenida en los conceptos de “estado de naturaleza” (como “apertura al mundo” y “neotenia”) y “estado civil” (como “compulsión a repetir” y “orden”): “la apertura al mundo, y por lo tanto un cierto grado de potencia indiferenciada, constituye el requisito eminente de la actividad productiva contemporánea. El proceso laboral basado en el saber y la comunicación lingüística, como también las formas de vida sometidas a la innovación perpetua, presuponen la capacidad de pasar de reglas bien definidas a la regularidad bio-antropológica, y luego de ésta a aquellas, en un vaivén sin fin” (Virno, 2006: 53). De ahí que salir del estado de naturaleza sea hoy imposible: si el estado de naturaleza ha vivido siempre en el corazón del estado civil –emergiendo en la aplicación concreta de las reglas (nunca puede deducirse de una regla un modo de aplicación unívoco) y en la formulación de reglas nuevas- la propia coyuntura histórica saca esta verdad a la luz. Y en ese juego excepcional y de fronteras difusas, vive y se muestra la multitud… tanto como vive y se muestra el Estado.
 
Formas políticas
 
Para Paolo Virno, si algo caracteriza al capitalismo posfordista eso es la presencia de una suerte de hiato: hiato entre este nuevo modo producción y la política.  Y la contienda de nuestro tiempo será entonces ésta: ¿qué formas políticas acompañarán a este nuevo orden productivo? La investigación está abierta en todos los frentes.
 
Para las multitudes contemporáneas, se trata de traducir la cooperación en el trabajo basada en el intelecto general –único Uno de los muchos- en nuevas instituciones políticas abiertas. Instituciones que, como las propias multitudes en su cotidianeidad, exhiban plenamente la relación entre regularidad y reglas, y, por consiguiente, la siempre latente indistinción entre cuestiones de derecho y cuestiones de hecho.
 
El Estado, por su parte, también improvisa, dando forma “a un modelo de ¢instituciones abiertas¢, construidas sobre un principio de permanente improvisación respecto a sus modos de actuación y sus parámetros de eficacia. Nuevas estructuras, capacidades y legitimidades se forman alrededor de competencias específicas, configurando una institucionalidad por ¢proyectos¢” (Gago, Mezzadra, Scolnik y Sztulwark, 2012). Y Mucho más rico que leer en estas prácticas una suerte de recuperación o aumento del  índice de realización del Estado (“ha vuelto el Estado”) será pensar al Estado, también, como una institución abierta, cuya –siempre parcial- eficacia dependerá, en última instancia, de su capacidad de gestionar la misma productividad y movilización social que lo abre.
 
Diciembre 2012, Revista Sinécdoque Nº 3
 


[1] Las comillas son parte del título. Es como “hablado”.