Roger Money x 3
No lo soné
por
Damián
Es redundante,
bien sabido, pero me dislocó, verdaderamente, sobre todo en estos días que hay
que armarse y matar.
Situación: ayer
caminaba por Núñez a las tres y media de la mañana. Iba con un conocido. Nos
cruzamos con tres pibes. Cartoneando. Aspirando poxi. Tenían las marcas de lo
que debe dar miedo.
Uno a la
distancia, me dice: loco, ¿cómo estuvo el recital?
Impresionante. El
recital se había terminado hacía tres o cuatro horas, y él se daba cuenta de
que yo no era de ahí, de que había ido, etc. en suma, el pibe quería que le
contara. Sabía toda la situación. Me hizo acordar a pura suerte.
Le contesto:
increíble.
Me vuelve a
decir: ¿estuvo piola?
Sí, muy piola. En
seguida me sale el pensamiento: el pibe intentando sobrevivir, y yo contándole
lo que no tiene ni puede. Por suerte, no dije ninguna bajeza, aunque estuve
cerca. Digo por suerte porque así yo hubiese hecho lo que él intentaba no
hacer. La compasión es la otra cara del miedo. La misma mierda, con distinto
nombre. La célebre tablita de valores.
¿Tenés un
cigarro?, me pregunta. Paro, se acerca, me da las gracias y se va.
De nuevo, me
pareció impresionante: el pibe buscando simpatía, también el cigarro, pero se
tomó la molestia de generar algo primero. De eliminar distancias. Era Sartre
rechazando el Nobel. Con esa altura. Ni más ni menos. Una emocionalidad
alucinante.
Al toque pasan
otros dos pibes que eran de la zona, aparentemente. El mismo que me habló los
llama y los dos siguen caminando, pero con miedo. entonces, los empieza a
bardear. No pasa de ahí.
¿Y quién provoca
qué?