Lecturas comentadas: Liliputienses de Luis Bruschtein

Cables superpuestos hacen cortocircuito. Es liliputiense decir, por ejemplo, que hay que dar espacio a la juventud y cuando se lo dan, decir que se la prostituye. Es liliputiense en ambos sentidos. En ese caso sería más honesto decir que no hay que darle espacio o mentirles: decirles que sí y no hacerlo. Y si se lo dan: ¿los jóvenes tienen que ganar menos que los viejos, ocupando los mismos espacios? (Sí, definitivamente sí. A los pendejos se les paga menos. Y si vienen de la Facu, bien alimentados con más razón. además de que se les pagó la universidad hay que pagarle unos sueldazos porque son profesionales? qué está diciendo jefe!?) Sobredimensionada por la oposición, se quiere mostrar a La Cámpora como una paja en el ojo de la CGT, los transversales y los intendentes del conurbano. Los grandes medios se alegran con ese “vieron que se los dije” que no hay lugar para la juventud, que todo el espacio está ocupado por las viejas generaciones, que el poder es para los grandes. Lilita Carrió y Eduardo Duhalde se sumaron a esa visión liliputiense de la política donde todo lo que hace el otro sirve para un discurso cloaca.

En el afán difamatorio de esos discursos se cuelan algunas hilachas de la envidia. Convocar a los jóvenes es difícil, pero más difícil todavía es convocarlos desde un espacio oficialista. Porque la naturaleza de la juventud es transgresora (afirmación falsa, muy trucha, una mejicaneada de "poesía contraargumental"). Tiene que haber alguna sintonía, un punto de contacto sensible, una encrucijada de confluencia con el imaginario utópico de nuevas proyecciones que caracteriza al universo de la juventud. La historia demuestra que no es fácil, que esa confluencia es más una excepción que la regla.
Pero este gobierno ha podido generar ese fenómeno y su expresión más visible, pero no la única, ha sido La Cámpora. Todas las fuerzas políticas intentan esa convocatoria (¡¡MENTIRA!! Como podes decir que todas las fuerzas quieren convocar a la juventud? ¿Estas diciendo que el conatus de los partidos políticos argentinos es hacer una convocatoria a la juventud a que tome el destino en sus manos? Si vamos a tirar flores para festejar a La Campora y la nueva generación de jovenes K, hagamoslo. Escribamos en verso. Pero no sumemos confusión haciendo filosofía política en medio del recitado. Vieja costumbre de reescribir la historia argentina a la luz de los hechos diarios. ), pero pocas veces obtienen respuesta. Esta vez la tuvo, en un proceso similar al del radicalismo a la salida de la dictadura. Las esperanzas que se abrían en aquel momento con la caída de los militares impulsaron a miles de jóvenes a participar en la fuerza que mejor los convocaba en ese momento. Antes de ellos hubo otras generaciones que se levantaron en los años ’60 contra la serie interminable (no exageres, se pueden contar, sería incluso saludable reconocerl@s, diferenciar y entender en lugar de apelotonar y mistificar) de golpes y dictaduras militares. La “gloriosa Jotapé” encarnó la convocatoria de esos años. (compararlo con los 80 podía internarnos en el terreno del análisis político-historico con alguna esperanza de tocar una fibra sensible del debate actual, pero ya esta referencia final nos da la idea del grado de renuncia que habita el texto, de la pura necesidad de escribir justificaciones)
Han sido momentos esporádicos relacionados con determinados hitos de la historia y los procesos que hicieron esos jóvenes tras su incorporación a la política fueron diferentes (queda dicho!). Hicieron el aporte en el momento que los convocó y después cada experiencia derivó a destinos disímiles (esto es cierto, no es lo mismo terminar asesinado por un sindicalista de la UOM o por los milicos, que no terminar nada y seguir pasilleando al día de hoy como Coti Nosiglia o Federico Storani. Lastima que el poeta no se detenga en la densidad de estas diferencias y se limite a decir que cada uno dio como pudo una mano en "esos momentos determinados por hitos" y chau).
Esta nueva generación no tiene por qué seguir ninguno de los caminos que tomaron las anteriores y tendrá que encontrar el suyo, con su propia marca (¡Justo la marca es lo que ya tienen no lo que tienen que buscar! ¡Pensemos lo que decimos! La K de Kirchner es punto de partida. Camporaes desde el principio una marca: la juventud maravillosa. Y la marca en el recuerdo del tio, el período de hegemonía de otra marca, la M). Sin embargo, en todos los casos constituyó la posibilidad de trascendencia de las fuerzas políticas que los contuvieron. Cuando Perón hablaba del “trasvasamiento generacional”, por aquella Jotapé, era muy consciente de ese devenir necesario para cualquier fuerza política. Le resultó difícil lidiar con esa generación, tuvo choques duros y cuestionamientos, pero en todo momento supo que de esa materia prima (qué fea palabra para hablar de esto! qué falta de tacto, un señor que sabe perfectamente qué hizo luego Perón y las TresA con esa "materia prima". Usted no piensa las cosas que escribe! Yo no lo puedo creer.), expresión de los nuevos impulsos de una sociedad en un momento determinado, debería surgir la renovación del peronismo.
Hay una ("Hay una"!! ¿donde?¿quien? es el despliegue impersonal y total de la Historia? este parrafo no tiene desperdicio!) visualización de un Kirchner como rupturista de una inercia de muchos años. Esa imagen encarnó con las expectativas de una generación que había escuchado muchos discursos, la mitad de resignación y la otra mitad abstractos, sin vías de concreción. Así como Alfonsín pudo representar en el imaginario popular la recuperación de la democracia, Néstor Kirchner aparece en ese imaginario como la recuperación de los seres humanos como protagonistas de su historia. Surge con la idea de una democracia donde las personas dejan de ser víctimas pasivas a tener la capacidad de transformar situaciones. La imagen de Kirchner como El Eternauta, el héroe de Oesterheld, que utiliza La Cámpora, sintetiza ese cruce de las expectativas de una generación con un proyecto político.
Se podrá criticar a la generación de los ’70 y a los de la Coordinadora y seguramente también a los de La Cámpora. Pero cuando se producen esos fenómenos hay que abrirles la puerta porque están mostrando algo que va más allá incluso de ellos como expresión política. Como el agua que se filtra por las grietas, están poniendo de manifiesto sentidos y tendencias profundas de una sociedad que busca los declives, los intersticios para seguir avanzando. Son los pequeños derrames (otra palabra mal elegida! desconcentración! lapsus? sabés lo delicada que es la salud) que confluirán en el nuevo gran cauce, como sucedió con las experiencias anteriores (¿qué esperiencia anterior en cual cause? acá ya tenemos un caso en el cual el abuso de las metáforas terminó por marear -ahogar en este caso- al escritor. no obstante, para comprender el texto sigamos con esa ideas que nos da: las experiencias de todas las generaciones confluyen en un mismo gran cause que va para adelante en la historia. veamos...).
Las designaciones en muchos espacios de gestión en los últimos meses, más la conformación de las listas del Frente para la Victoria dan la pauta de un proceso de apertura. El mismo Kirchner lo hizo antes con los movimientos sociales, sobre todo con el movimiento de derechos humanos, incorporando a muchos de sus referentes jóvenes a las listas parlamentarias. Esta vez, el rasgo distintivo está enfocado en la juventud que se incorpora a la militancia.
Cuando se produjo el fenómeno de la Coordinadora, el peronismo maltrecho que había llegado a la democracia asistió con sorpresa al surgimiento de esa nueva juventud, a la que Alfonsín cedió espacios rápidamente.
Con este nuevo fenómeno, que tiene su expresión mayoritariamente peronista pero que lo excede en un ámbito más amplio, las viejas formas de hacer política son las primeras en reaccionar con malicia y de manera solapada (las viejas formas o las viejas personas, hasta el momento no tocamos el tema de las "formas políticas", sólo hablamos de la juventud, de los hitos, de los derrames, las grietas y los grandes causes, etc.). Los acusan de oportunistas ocultando que en realidad esa generación se incorpora al kirchnerismo en el peor momento, justamente cuando se iban los oportunistas, después de la derrota de la 125 y de las elecciones de junio de 2009, cuando los grandes medios festejaban por anticipado la caída del gobierno y la oposición daba por descontado que gobernaría desde el Congreso. Si fue una decisión oportunista, evidentemente elegían mal las circunstancias. Antes no figuraban, pero fueron mayoría en los festejos del Bicentenario, fueron mayoría en el último acto de Kirchner en el Luna Park y fueron mayoría en la Plaza de Mayo en las exequias de Kirchner. Todas esas presencias en el peor momento de la gestión kirchnerista estaban diciendo algo, tenían un significado importante para el saldo histórico de esa etapa.
La otra acusación es la corrupción. “Son jóvenes que cobran como varios jubilados juntos”, dijo Duhalde. Entonces o se les cierran los espacios o se les paga menos por ser jóvenes, porque ninguno gana más de lo que gana cualquier funcionario de la misma categoría. La acusación no es inteligente, solamente maliciosa. A diferencia de las dos anteriores(?), esta generación tiene mucha formación técnica y heterodoxa y también la soberbia y el empuje que tienen todas las nuevas generaciones. Tienen el conocimiento académico y la carga cultural de la época para ensayar nuevos caminos. La mayoría de ellos viene de alguna militancia estudiantil, profesional o territorial independiente en los años ‘90, y fueron atravesados por la crisis del 19 y 20 de diciembre del 2001 (ves, esta sí me parece  una buena razón para cobrar un sueldazo, ser un sobreviviente del 2001. una pensión vitalicia tenemos merecido, pero que no dependa de estar metido ahora de funcionario!).
Este es el momento en que sus destinos se cruzan con una coyuntura política que los convoca (Los sé Tío). Es el momento de sus vidas de aporte más genuino (Aha, Tío). Tienen la responsabilidad de ser jóvenes (Si, tío). Lo que harán después dependerá de la forma en que la sociedad (Obvio, sí, claro, Tio) y ellos mismos sean capaces de elaborar y madurar con esos aportes (como vos Tío). Para los jóvenes de los ’60 y ’70 hubo un después del 20 de junio de 1973. Para la Coordinadora hubo un después del Punto Final y la Obediencia Debida (Claro, el destino Tio).
Pero más allá de todas esas consideraciones, los nombres que comienzan a ser nombrados, las caras que empiezan a ser conocidas, serán las que ocupen de aquí en más y por mucho tiempo, el escenario de la política, al igual que lo hicieron sus antecesoras con sus aciertos y errores. (Ok, ya entendí, cómo un boludo estuve pensando qué hablaba de militancia, de las generaciones y la política, y estaba hablando de biología!!!)