Víctimas, runflas y empoderados. Diego Valeriano
Los familiares
de Cromañon o los de la masacre de Once no pararon, ni van a parar. No
tienen nada que perder. Apenas les queda su cuerpo y seguro no les importa. Las
victimas persiguen y consiguen, son a fuerza de tenacidad el único sujeto
político de los últimos tiempos. Son imbatibles, incansables e inabarcables.
Las vidas
runflas siguen afirmando sus derechos de sociedades segmentarias contra el
orden de los centros. Son cuerpos nómades que se niegan a sedentarizan su fiesta y el consumo. Llegan después de
largos viajes, ocupan, disputan, se quedan mientras no los puedan echar. Y casi
nunca pueden.
Los empoderados
por ahora son ordenados, como con memoria floja. Llegan y se vuelven. Les tira
la comodidad del hogar. Algo moral los arroja a las plazas, pero algo del
cuerpo los vuelva a casa.
Macri con tres
DNU desmantelo todo un andamiaje simbólico; tiro a la mierda la ley de Medios,
el Afsca, el Centro Cultural Kirchner, dejo sin laburo a 10.000 personas y varias
cosas más. El mismo Macri un par de años atrás quiso borrar de los alrededores
de la estación de Once a los runflas que ocupan todo y venden lo inimaginable.
En este caso el saldo fue negativo para la restauración. Las vidas runflas resistieron, pusieron el cuerpo y se enfrentaron con quienes les vinieron a quitar sus
derechos adquiridos. Gases, inspectores huyendo por Jujuy, piedrazos, doñas
descompensadas llorando en los medios, muchos detenidos y dos patrulleros
quemados fueron el saldo de la batalla.
Víctimas y vidas
runflas saben de combates, saben de poner el cuerpo, saben de derrotas pero
principalmente saben que retroceder es perder. Tal vez los empoderados deban
soltar algunos lastres y aprender de los impulsos vitales de esas vidas.