501, adiós a las urnas
Mabel Bellucci
De cara a las elecciones presidenciales del 24 de
octubre de 1999, surgió el Movimiento 5Ø1. Se proponía llevar
a cabo una iniciativa sumamente
sencilla: sugerir a los potenciales electores que no se sintieran representados
por ninguno de los partidos políticos presentes en el comicios quedar eximidos
de la obligación de votar por encontrarse a más de 500 kilómetros de su
domicilio legal. La idea surgió de una lectura atenta del Código
Electoral.
Quienes protagonizaron tal acontecimiento, situado
en Buenos Aires, era un grupo de estudiantes secundarios, universitarios y
jóvenes profesionales que no superaban los 30 años. La presentación del movimiento fue realizada a través de listas de correos electrónicos y muestras callejeras,
despertando todo tipo de
animosidades: desde supuestos conjuros, arranques caldeados y exasperantes
hasta muestras incondicionales de afectos como si fueran estrellas de rock. Por
ejemplo, el diario Página
12, del 26 de septiembre de 1999, en una amplia nota “Con un manifiesto quisieron darles
voz” surtida de opiniones
criticaba al Club 501. Daniel A. Sabsay, profesor
titular de Derecho Constitucional (UBA), anunciaba que esta convocatoria a la
deserción encerraba otro tipo de intereses al orden público:”El
intento de un grupo de ciudadanos de constituirse en militantes de la no
participación en los próximos comicios, desaconsejando aun el voto en blanco,
anulado o impugnado, nos deja perplejos. ¡Cuánto esfuerzo para romper con las
bases de nuestro trabajoso devenir democrático! ¿O es que en realidad lo que se
propone es la fundación de un sistema político diferente?”
Mientras que el dirigente del Partido Obrero, Jorge
Altamira, lo trataba de reaccionario: “Incluso para defender su planteamiento
vacío, no propone una movilización, salvo la esotérica de retirarse al km 501,
o sea que se parece más que nada a una huida. Hablamos de ausentismo electoral,
porque se trata de eso y no de un boicot electoral, el cual, por enfrentar
conscientemente al Estado.”
A partir de una protesta
lúdica y performativa, el Movimiento 5Ø1 si bien cuestionaba el
fetichismo del voto, en realidad,
su impugnación se centraba en el sistema
representativo en su conjunto. En efecto, deseaban transformar el acto de sufragar en un
contra-acto público. Evidentemente, fue un
llamado a la desobediencia política y un presagio
de un suceso a futuro: la irrupción de la revuelta
del 19 y 20 de diciembre de 2001 bajo el grito “Que se vayan todos. Que no
quede ni uno solo” en el marco de la mayor crisis económica en la Argentina por
la implementación de políticas neoliberales durante la década de los noventa.
Este
grupúsculo de jóvenes adhirió voluntades sin apelar a campañas institucionales, a
reuniones comiteriles ni siquiera a volanteadas a las salidas de las fábricas.
Eso sí, se convirtió en el epicentro de miradas maleficias tanto
de la dirigencia política, del Parlamento Nacional como de los aparatos
mediáticos.
Mediante una acción
colectiva, 500 almas aventureras subieron a un tren alquilado desde Buenos
Aires rumbo a Sierra de la Ventana. De inmediato, al llegar se presentaron en
la comisaria del pueblo para dejar constancia de su prescindencia, en el mismo día que se realizaban las
elecciones nacionales. Sin duda, los lugareños poco comprendían de lo que estaba
sucediendo.
En cuanto a la
recaudación de fondos, el movimiento recurrió a tácticas lícitas sin necesidad
de plagiar a Butch Cassidy, famoso ladrón por
sus atracos de trenes y bancos en Estados
Unidos hacia fines del
siglo XIX. En una nota del diario La Nación, del 3 de octubre de 1999, titulada “Insólita iniciativa de
un grupo que no quiere votar” anticipaba a sus lectorxs que el 5Ø1 para hacerse de un botín armaría bailes al
estilo de los egresados secundarios. Ese dato trajo cierta tranquilidad a los
hogares porteños. “En una fiesta que organizó en una fábrica cooperativizada,
en Almagro, se reunió a casi 1000 personas. Con el precio de las entradas
(entre 2 y 5 pesos) ya podrían pagar el alquiler de "medio tren" a
Sierra de la Ventana. Aunque la empresa ferroviaria que cubre el trayecto
todavía no decidió si aceptará el trato, el 501 no pierde el tiempo: el sábado
próximo hará otra fiesta en el mismo lugar, Querandíes 4290”. Su última intervención pública antes del comienzo del
comicios, consistió en parodiar una
manifestación, con murgas y tinte de circo, llamándola irónicamente
"Caravana hacia la democracia".
Dicho esto, no era menos aventurado para dar a conocer sus planteos, recurrir
a un dispositivo de lejana tradición socialista por parte de Karl Marx, de Émile
Zola como de las feministas radicales de New York en los combativos años
sesenta: el uso del manifiesto. De
esta manera, lanzó propuestas sobre
la lógica representativa en la política tradicional,
los débiles alcances del voto y la necesidad de una democracia directa.
Carta a los no votantes
“En la última elección presidencial dos millones y medio de
personas no se presentaron a votar, votaron en blanco o impugnaron. Boletas
convertidas en papel picado, una feta de jamón o un sobre vacío sirvieron como
forma de protesta o como secretas venganzas individuales. Estas actitudes
particulares, si bien dan cuenta de la magnitud de la insatisfacción frente a
las posibilidades electorales, no expresan más que una forma de esquivar lo que
se nos propone. Nadie se entera de ello, ni nada nuevo se produce con ellas.
Esto no es suficiente; todas y cada una de estas propuestas privadas se agotan
al nacer, e impactan sólo en la conciencia solitaria del votante rebelde.
Representan un acto de silencio porque no tienen palabra ni interpelan.
Este 24 de octubre hay quienes ya decidieron votar al menos peor. No
sería extraño que en la lúgubre oscuridad de ese cuarto no puedan distinguir
entre una lista de nombres y la otra, entre un logo y otro. Porque por más que
se esmeren por parecer diferentes, las alternativas que se nos presentan son
más de lo mismo. Dentro de un tiempo, cuando los fuegos artificiales de la
campaña hayan pasado, casi todo permanecerá igual; o peor. La política no tiene
nada que ver con esto. La política tiene que ver con la transformación y no con
la mera gestión de lo existente.
El Código Electoral Nacional exime de la obligación de votar a quienes se
encuentran a más de 500 km. de su domicilio. Nuestra apuesta política es
precisamente esa: que el 24 de octubre nos encuentre en el km. 5Ø1, más allá
del voto, que hoy se nos presenta como una imposición. Entendemos que la
política no tiene porqué ser solemne y ajena a nuestra vida cotidiana. Más bien
se trata de poner colectivamente en movimiento nuestro pensamiento junto con
nuestras pasiones, afectos y deseos. Y es con ese fin que queremos invitarlos a
sumarse a este proyecto.
Mientras nosotros estemos en el km. 5Ø1 imaginemos, en cambio, a los
candidatos y su corte de bufones. Nerviosos, sudorosos, trajinados, luego de
meses de sonreír a desconocidos, sus futuros votantes. Ellos sí se están
jugando muchísimo en esta elección, casi todo. Para ellos sí es una jornada
crucial. Para los demás, los que no cambiamos de cara, de discurso ni de
vestuario de un día para el otro según el resultado de las encuestas y las
órdenes de un asesor de imagen, tiene que haber otros caminos.
No tenemos ninguna duda de que esta realidad clama por ser transformada,
y que en esta elección no está en juego esa transformación, sino todo lo
contrario. Por eso el 5Ø1. Queremos empezar a pensar colectivamente cómo parar
esa máquina abstracta de acumulación de dinero y poder que produce miseria,
violencia y muerte. Algunos pueden llamarla el capital o el sistema; otros el
poder, el neoliberalismo o el pensamiento único. No se trata aquí de discutir
cómo lo llamamos sino de pensar qué hacer, habiendo dado ya el primer paso.
Querrán acaso acusarnos de antidemocráticos, de boicotear el único momento de
la vida cívica donde se ejercen los derechos ciudadanos. Sin embargo, es exactamente
por lo contrario que decidimos levantarnos: para recuperar el poder de decisión
que se halla en el fundamento de la idea de democracia. Es porque el sentido
profundo de la democracia se ha extraviado que rediscutirla se ha tornado
imperioso. Sería mucho más simple quedarnos en casa a no votar una vez más. Más
simple aún caminar hasta la escuela más cercana y colocar la boleta menos mala
dentro de la codiciosa urna. Volver a casa y encender la televisión, escuchar
los resultados, ver los festejos tirados en la cama, quedarnos dormidos… Al día
siguiente todo seguirá demasiado igual, y nuestra falsa democracia seguirá
estando reducida a una falsa elección una vez cada cuatro años. Es eso lo que
prefieren los políticos de turno que ven en una participación real un complot
contra su monopolio. Los que quieren que nos quedemos en nuestras casas,
aislados, siendo meros espectadores del lamentable show que nos brindan cada
día. Pero nosotros creemos que la política no es de los políticos, aunque la
tengan secuestrada, amordazada, sofocada. Hacer política significa decidir
colectivamente sobre el devenir de nuestras vidas; el km. 5Ø1 puede ser un
lugar para empezar a pensar por qué y cómo hacerlo.
Estamos seguros de que es necesario reencontrarse con la pasión política,
darle brillo a palabras hoy gastadas, abandonar la inercia y el lamento ante lo
que nos sucede. Intentar trazar el recorrido de una hipótesis política,
comprometernos, juntarnos. 5Ø1 es esa apuesta. 5Ø1 es el nombre de un malestar,
es el nombre de una crisis, es el nombre de un ya basta; 5Ø1 es el nombre de
todos aquellos que están hartos de estar hartos. Ellos somos nosotros”.
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