Entrevista a Jun Fujita
Por Damián Huergo
Jun Fujita Hirose es crítico de cine
y profesor de la Universidad de Ryukoku (Kioto). Sus clases son conocidas por
exponer -creativamente- ideas deleuzianas y llevarlas al terreno del cine, la
política y la comida. Recientemente estuvo en la Argentina para presentar su
libro Cine-Capital.
Cómo las imágenes devienen revolucionarias (Tinta Limón ediciones, 2014).
Un ensayo político y filosófico sobre el cine capitalista y las imágenes, donde
-entre otros tanques occidentales- cruza a Deleuze, Hitchcock, Marx, Virno,
Bergson y Rohmer sin perder su voz en el revuelto. Aprovechamos la publicación
de su primer libro en castellano, para hablar -en perfecto español- de cine,
del devenir revolucionario de las imágenes, del movimiento antinuclear en Japón
y de empanadas criollas.
¿A qué llamás Cine-Capital?
La idea de “cine-capital”
me llegó cuando comparé una frase de La imagen-movimientode Gilles Deleuze
con un pasaje de El
capital de Carlos Marx. Hablando del cine, Deleuze dice:
“la producción de las singularidades se hace por acumulación de ordinarios”. Y
Marx dice por su lado: “lo que caracteriza la división manufacturera del
trabajo es el hecho de que el obrero parcial no produce mercancía. Lo que se
transforma en mercancía es sólo el producto colectivo de los obreros parciales.
El capitalista paga a cada uno de los cien obreros su fuerza de trabajo
independiente, pero no paga la fuerza combinada de la centena.” Me pareció que
ambos dicen exactamente lo mismo. De ahí me vino esta idea: el cine extrae
plusvalía del trabajo colectivo de las imágenes parciales. El cine hace
producir lo extraordinario a las imágenes ordinarias. A eso llamo
“cine-capital”.
¿Cómo una imagen puesta en cooperación con otras imágenes
ordinarias puede producir plusvalía?
Imaginémonos por ejemplo
que vos compraste un pajarito blanco. En la medida en que lo dejás vivir solo,
tu pajarito se queda como un simple pájaro blanco. Pero si comprás además un
pájaro celeste y lo ponés junto con el blanco en una misma jaula, ellos forman
una pareja de pájaros argentinos en su conjunto. Al encontrarse con el celeste,
el blanco deviene pájaro argentino aun siguiendo siendo un pájaro blanco. Es lo
mismo que decir que entrando en relación diferencial con el celeste, el blanco
se desdobla en pájaro blanco y extra-pájaro argentino.
¿Cuál es la sensación ambivalente del explotado?
Si vos llegás a obtener
una pareja de extra-pájaros argentinos sin invertir nada más que el
valor-capital equivalente al valor sumado de un simple pájaro blanco y un
celeste, es el sobretrabajo de los pájaros lo que produce una tal “plusvalía”
argentina. Vos explotas a los pájaros, poniéndolos a trabajar juntos en una
jaula-fábrica. Por el lado de los pájaros, se experimenta sin embargo un
sentimiento ambivalente. Todo sucede como si ellos dijesen: “claro que estoy
explotado, pero, al mismo tiempo, no es tan desagradable el hecho de realizarme
como pájaro argentino.”
¿Puede haber liberación del sujeto mientras tal
sentimiento prevalezca?
El proceso de liberación
del sujeto empieza cuando ese sentimiento ambivalente se convierte en una
vergüenza. Vergüenza de no poder realizarse sino sólo dentro del marco del
régimen capitalista, vergüenza de no poder vivir sin contraer compromisos con
el capitalismo. Es ese sentimiento lo que produce nuestra potencia
revolucionaria. Es la vergüenza de ser incapaz de llevar la revolución la que
nos fuerza a cada uno a devenir revolucionario.
¿Cómo se da ese devenir revolucionario? ¿Es un acto de
voluntad lo que abre a nuevos posibles?
Lo que está en juego es
una voluntad. No se trata de la voluntad del cineasta sino de la de las
imágenes. Todo lo que puede un cineasta es entrar en alianza con las imágenes
resistentes. Al leer entrevistas, te darás cuenta del hecho que todos los cineastas
del cine moderno hablan no tanto en sus propios nombres sino siempre en el
nombre de las imágenes. Por ejemplo, Roberto Rossellini dice: “las cosas están
aquí, ¿por qué manipularlas?”. Es un grito de las imágenes mismas, y ahí el
cineasta italiano no hace nada más que entrar en alianza con esas imágenes que
se ponen en resistencia contra la manipulación explotadora cine-capitalista. Lo
importante es que la potencia nunca cae del cielo. Si uno quiere crear nuevos
posibles, hace falta primero crearse una potencia, con la cual se identifica de
tal suerte que aumente su propia potencia creativa.
¿Cuáles son las estrategias de resistencia del
Cine-Capital para perdurar?
Son las mismas
estrategias que las que emplea el capitalismo contemporáneo: financiarización
de la economía. La financiarización de la economía cine-capitalista apareció a
principios de los ‘70 con una nueva forma de valorización, que consiste según
Deleuze en “parodizar los clichés”. Desde los ‘60, la producción
cine-capitalista cayó en un estado de crisis permanente, en el que los
productos extra-ordinarios del trabajo colectivo de las imágenes ordinarias
aparecían como meras repeticiones, estereotipos, clichés. Las fábricas de
sueños hollywoodenses ya no podían hacer más que reproducir los sueños
americanos (y las pesadillas, en el caso del cine fantástico) ya producidos. De
ahí surgió la necesidad urgente de inventar una nueva forma de valorización: la
parodia.
¿Qué papel tiene el espectador en esta valorización
paródica?
La valorización paródica,
el valor de lo extra-ordinario ya no es determinado sólo por el trabajo de las
imágenes sino también por el del público que lo interpreta. El cine integra así
el trabajo del público espectador en el proceso de producción de plusvalía.
Después del Nixon
Shock, el espectador ya no se queda pasivo, inerte o
improductivo, sino se vuelve activo, productivo, en tanto que especulador. En
suma, se trata de una versión de aquello al que Jacques Rancière llama
“espectador emancipado”.
En la revista Crisis escribiste sobre el movimiento
antinuclear. ¿Cuál es la situación actual del levantamiento?
El movimiento antinuclear
desarrollado en Japón desde el comienzo del accidente de la central de
Fukushima (dije “comienzo”, porque el accidente está siempre en curso) tiene un
impacto importante en la sociedad japonesa contemporánea, sobre todo en la
medida en que hizo surgir una nueva relación de fuerzas. Por un lado, la
población japonesa reconoció por primera vez la existencia de la alianza
estrecha entre el Estado y el Capital. Por otro, se esparció de manera inédita
una imaginación colectiva de unidad nacional. Mucha gente se sintió de repente
unida o unificada bajo una sola y misma nube atómica. Desde poco después del
comienzo del accidente, recorrió todo el Japón una llamada a una unidad
nacional que decía: “nosotros somos todos iguales bajo la irradiación nuclear.”
Así el movimiento antinuclear instauró un nuevo antagonismo (inédito al menos
en la sociedad japonesa contemporánea), a saber: antagonismo entre la Nación y
el poder complejo Estado-Capital. En efecto, todo sucede como si la dicha
Nación se diera cuenta de repente de la opresión estatal-capitalista que
padecía desde hace mucho tiempo y, al mismo tiempo, de su propia capacidad de
oponerse o resistirse contra ella.
¿Existe esa unidad o es una ilusión nacionalista?
A esa pregunta, un volante distribuido por una agrupación sindical muy combatiente da una sugerencia aclarante. El volante dice: “nunca somos iguales bajo una irradiación nuclear.” Es decir que los ricos y los pobres jamás están irradiados de manera igual. Los pobres están siempre más expuestos a la radioactividad que los ricos. Por ejemplo, los alimentos que provienen de la región atomizada son siempre mucho más baratos que los que provienen de las otras regiones. Y los pobres están siempre obligados a comprar y comer esos alimentos baratos. Además, los pobres o los precarios están siempre en peligro de trabajar en los lugares en donde el riesgo de irradiación es más alto, incluso en el sitio mismo de la central nuclear accidentada.
¿Qué impresiones te llevas de tu visita a la Argentina?
El 24 de marzo asistí a las dos marchas del 38º aniversario del último golpe militar. La del gobierno me supuso un impacto enorme con su marea celeste y blanca. Es decir, con la presencia física e inmediata de una imaginación colectiva de unidad nacional y de identidad Nación-Estado. Claro que antes de venir acá, a través de internet estaba más o menos al corriente de la subida de una nueva versión del peronismo en el nombre de kirchnerismo, pero no la esperaba hasta un punto tal de masividad. Creo que hoy debería ser muy grande la tarea de la izquierda argentina. A grandes rasgos, habría dos tareas principales. En primer lugar, habría que descoser la identificación imaginaria de la Nación al Estado. Y después, habría que desconstruir la idea misma de la unidad nacional, reconociendo ahí donde se supone una unidad nacional la realidad de la existencia permanente de una división interna, a saber: división de clases.
¿Pudiste ver cine argentino?
No conozco mucho. Durante
mi visita en Buenos Aires, conocí a Mariano Llinás y sus películas. Llinás
realizó una película cuyo título parece sospechoso desde el punto de vista de
mi libro: Historias
extraordinarias. Este título, ¿es una confesión de fe de
un cine-capitalista? Llinás, ¿es uno de aquellos cineastas explotadores que no
dejan de hacer contar historias extraordinarias a nuestras queridas imagencitas
ordinarias? Precisamente no lo es. Si su película cuenta efectivamente
historias extraordinarias, no son las imágenes las que las cuentan. Durante
cuatro horas de la duración de la película, son exclusivamente las voces-en-off
las que cuentan las historias (aun cuando los personajes hablan en las
imágenes, sus actos de habla conservan siempre una autonomía respecto a las
imágenes mismas). Acá ya está un punto crucial. En la película hay algo al que
podríamos llamar “rechazo de trabajo”. Las imágenes rechazan trabajar, dejando
toda la producción de historias extraordinarias a cargo de las voces-en-off. Y
rechazando así producir lo extra-ordinario por sí mismas, las imágenes aparecen
como lo que son, como ordinarias. En otras palabras, “se autovalorizan” en su
propia realidad ordinaria, aquella realidad a la que Deleuze llama “situación
puramente óptica y sonora”.
En tus clases solés llevar también ideas deleuzianas a la
cocina, ¿pudiste hacer una lectura de alguna comida argentina?
Deleuze crítica siempre
la fenomenología francesa, diciendo que la carne es demasiado blanda. Si los
argentinos quieren “empanar” la carne (en empanada o choripan), a mi juicio es
porque comparten perfectamente esa crítica deleuziana. Deleuze dice: para sacar
la potencia de la carne necesitamos darle un hueso. El acto de empanaje
consiste precisamente en dar a la carne un hueso o, más precisamente dicho, un
caparazón.
¿A qué le decís Ni a Palos?
A todas las posibilidades fáciles y fantasmagóricas que se venden en el mercado capitalista, a todas las esperanzas-mercancías ya sean Obama, Cristina, Evo, Mujica o Dilma.