“Sumak Kawsay o la política del vivir felices”
por
Francesco Salvini
Un espectro recorre América Latina,
moviéndose entre movimientos sociales y constituciones programáticas. Es el
espectro del sumak kawsay, principio de
reciprocidad entre seres vivientes, con y en la naturaleza, propio de las
culturas indígenas. Traducido en Ecuador como buen vivir, el uso
de la locución se refiere a una concepción política del vivir social en
relación no solamente a la naturaleza sino más en general al vivir juntos, en común, la vida en plenitud,
es decir, como queda definido en la Constitución de Ecuador del 2008:
Art. 14. Se reconoce el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak kawsay. Art. 275 El Buen Vivir requerirá que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades gocen efectivamente de sus derechos, y ejerzan responsabilidades en el marco de la interculturalidad, del respeto a sus diversidades, y de la convivencia armónica con la naturaleza.
Sin embargo, kawsay es un verbo y en el mundo anglosajón se
prefiere la traducción to live well con respecto a good living, para evitar
subjetivar kawsay y mantener la fuerza
activa de la forma verbal (de acuerdo, en cualquier caso, con la Constitución Política del Estado de Bolivia de
2009 donde sumak qamaña es traducido como vivir bien). A nivel semántico, además, no es tan
sencillo cerrar sumak en una única traducción:
puede significar tanto bueno, como bien, como bello.
La traducción en sí misma se vuelve entonces
espacio abierto, más que una línea entre dos significantes. Y, quizá,
este espacio abierto entre sumak kawsay, sumak qamaña, la
buona vita, el buen vivir, la bellezza del vivere, la vida en plenitud nos
devuelve un territorio político propicio, donde muchas de las palabras que
usamos para imaginar una vida social alter-capitalista pueden encontrar un espacio
en el cual hablarse y también escucharse: sumak kawsay, convivium,
commons, sumak qamaña, commonfare, comune.
El sumak kawsay,proponemos
desde el proyecto de investigación de Democracias
en Revolución en el Instituto de Altos Estudios
Nacionale, nos permite habitar este debate sobre cómo hacer el común y como
vivir bien y juntas. Y nos permite hacerlo asumiendo la heterogeneidad política
como terreno constituyente de una práctica colectiva en la cual los conceptos y
las maneras de hacer se compongan sin jerarquías preconcebidas.
En este sentido, la función de esta
primera contribución es definir los márgenes flexibles de un espacio de debate
sobre el sumak kawsay, con la idea de que una serie de
sugestiones y problemáticas, que surgen hoy en día en América Latina, pueden
ademàs ser útiles para pensar también la acción política en el espacio europeo
de la crisis y de que el deseo de vivir bien pueda
ayudarnos a descubrir una nueva complejidad de las prácticas y los conceptos
para construir un altrove -un otro-lugar-,
materialísticamente, feliz.
Por esto el blog de la Fundación
de los Comunes, y las páginas web de eipcp.net y de EuroNomade, así como
la página de Democracias en Revolución serán un espacio polimorfo de debates
heterogèneos, que intentaremos volver permeables.
El sumak kawsay como altrove
Se trata de hecho de pensar la
relación entre deseo e imaginación política no de acuerdo al paradigma de la
utopía, sino según la dimensión del altrove – otro
lugar que supone un continuo desplazamiento de y desde el determinismo de lo
real.
Sumak kawsay significa construir a través del propio vivir una otredad del
espacio. Un altrove respecto a la manera
en que el cotidiano es estructurado. Un altrove como
lugar donde habitar desde ya. Un altrove como
territorio por producir y no como tierra por descubrir – lo cual demasiadas
veces es sinónimo de conquistar.
Dicho al mismo tiempo desde Quito y
en Europa (¡santas tecnologías!), el sumak kawsay es
en primer análisis un altrove con respecto a la Europa de la crisis. La
dimensión del sumak kawsay como práctica constituyente
en América Latina más allá de lo público y de lo privado es tanto la afirmación
de un proyecto anti-neoliberal, inscrita en la complejidad del cuadro
macro-regional de los últimos veinte años, como una fuerza crítica con respecto
a la tradición moderna y social-democrática del welfare keynesiano
euro-atlántico, donde el bien común está siempre sujetado a la racional
autoridad del Estado.
En este sentido es útil recordar la
historicidad reciente de América Latina, que ha llevado a la afirmación de este
concepto como principio constitucional tanto en Ecuador como en Bolivia. Aunque
tengan sus raíces en las culturas indígenas antes de la Conquista, sumak kawsay y sumak qamaña ha
encontrado nueva linfa en el resurgir de los movimientos latinoamericanos a
partir de la Marchas del Quinto Centenario de la Conquista, pasando por el
levantamiento indígena mexicano del 1994, con las sublevaciones de Quito en el
1999, con las guerras del agua y del gas en Bolivia entre 2000 y 2003, así como
con las victorias electorales de las fuerzas democráticas y populares en todo
el continente a partir de 1997, y, de nuevo, con los movimientos que siguen
configurando el espacio político latinoamericano como espacio abierto,
conflictual, vivo y democrático.
Ese altrove vivo,
abierto y conflictual no mora por tanto en la utopía, sino en la continua
tensión inmanente entre lo que es y lo que puede ser, aquí y ahora. Existe un
hilo rojo que liga las distintas experiencias y es, creemos, una dimensión
continuamente prefigurativa y performativa de la política radical
latinoamericana; ya sea en sus términos instituyentes, desde los piqueteros de
2001 a la Copa Confederaciones de Brasil de este verano, pasando por las juntas
de buen gobierno zapatistas, las tomas de las fábricas argentinas, o el
protagonismo de los barrios populares en la nueva geografía del poder en
Venezuela; o en sus términos constituyentes, como en las nuevas cartas
constitucionales de Ecuador y Bolivia, o en el Plan Nacional del Buen Vivir
para la República de Ecuador (2009-2013), y en las leyes de democratización de
la información, así como en las de gestión democrática de los recursos
naturales en todo el continente.
En otras palabras este hilo rojo es útil para imaginar el futuro porque
está siempre en tensión: entre nuevas prácticas (prefigurativas) de la
emancipación política – en oposición a la autoridad tecnocrática del desarrollo
y al determinismo eurocéntrico del progreso – y una voluntad (performativa) de
afirmación programática y pragmática de nuevos principios de organización para
la vida social.
Esta tensión entre insurrecciones
instituyentes y tentativas constituyentes es la base fundamental para que el
debate sobre lo qué es el sumak kawsay pueda
ser abierto, plural y productivo (no obstante los continuos y múltiples puntos
de crisis en estos procesos, como por ejemplo, hace poco aquí en Ecuador, sobre
cuestiones tan centrales como la libertad reproductiva – el aborto – y la cuestión
extractivista – Yasuni-ITT, así como sobre las maneras para hacer concretos los
principios constitucionales). El sumak kawsay de
hecho constituye un espacio de discusión donde ningún Poder puede presumir una
posición de autoridad que permita decir, de verdad, qué
significa vivir bien.
Un espacio de debate plural que es
crucial para seguir teniendo confianza en – creer – que los
laboratorios latinoamericanos estén dando vida a infraestructuras sociales
radicalmente democráticas y duraderas, capaces de contribuir a la afirmación de
un nuevo modo de organizar la vida, o mejor dicho el vivir, en común.
El sumak kawsay, dicho
en otras palabras, nos permite definir un altrove conceptual con respecto a la
historia del pensamiento político europeo e imaginar la emancipación y los
derechos en un espacio abierto y múltiple capaz de escapar a los límites de la
historia moderna y antropocéntrica del Viejo Continente en crisis. En este
sentido la crítica ecologista así como la post y de/colonial latinoamericana emerge
de forma extremadamente declarativa en el debate alrededor del sumak kawsay.
Los derechos del sumak kawsay, de hecho, no se basan exclusivamente en
la dimensión individual del derecho civil europeo. No sólo. Se generan,
precisamente, en la afirmación de que los derechos no son algo propio y
exclusivo del “hombre” y de la humanidad, sino que, al contrario, constituyen
la posibilidad de un equilibrio entre la vida social humana y el vivir del
mundo, más allá de las vidas individuales. Un punto de partida, basado en un híbrido jurídico entre la cultura occidental del
derecho y la definición andina de la naturaleza, pachamama, como portadora de derechos, útil para pensar
la armonía no como una categoría banalmente naif (y cínicamente neoliberal) que
individualiza la relación entre singularidad y naturaleza – y la vida social,
por ende, como mero subconjunto de una naturaleza puramente a disposición -,
sino como una práctica política y siempre social, que afirma la reciprocidad,
la participación y la responsabilidad hacía el común como raíces del buen
vivir.
Finalmente, este altrove no está fuera del mundo capitalista. Al
contrario, discutir y construir el buen vivir en el cotidiano de la crisis
europea, así como en el debate complejo y contradictorio de América Latina,
significa construir en lo real a possible hold upon the functioning of capitalism. Una
posibilidad de morder el capitalismo que señala la incompatibilidad
estructural, el antagonismo constituyente, entre sumak kasway, como producción y reproducción de un altrove, y la reproducción ampliada propia del capital.
Se trata en primer lugar de comprender que la relación entre vivir y capital es
una relación de producción y por ende de explotación. Romper esta relación de
explotación y reapropiarse de los mecanismos de reproducción social es siempre,
y desde adentro, una relación de insubordinación y conflicto. Aquí es donde nos
situamos al empezar este espacio de debate:
Ahora, si es verdad que la producción posfordista se apodera de la vida, es decir del conjunto de facultades específicamente humanas, es bastante obvio que la insubordinación se determine en función de este mismo hecho. A la vida incluida en la producción flexible se contrapone la instancia de una buona vita. Y la búsqueda de la buona vita es justamente el tema de la ética. (Virno)
Buscando encontrar una solución a la
relación entre producción y vida, el sumak kawsay señala
un elemento importante, poniendo no sólo la vida, sino el vivir como comportamiento social, más allá del
individuo y de la humanidad, en el centro del problema. Se trata, quizá, de
repensar (nuestra) vida como expresión singular de un vivir en armonía, de
imaginar una manera de vivir juntas y bien, es decir de
producir una belleza del vivir juntas.
Se trata al fin y al cabo de escapar
a la dirección homolingual del capital y entender, como propone Gareth Brown, la importancia crucial de la lucha contra
el cercamiento de la imaginación, que intenta encerrar palabras y proyectos
dentro de confines identitarios, para garantizar una distancias de seguridad
entre todas aquellas palabras que nos permiten imaginar la felicidad.
Sumak kawsay, vivir felices. Intentamos traducirlo de esta manera. Y
en este sentido nos proponemos en esta sección poblar con voces y palabras,
historias y prácticas este territorio conceptual.
Para conocer felizmente. Sumak yachay.