El primer vagón

Por Turco Machete


En lugar de cortarme el pelo hoy por la mañana, decidí tomarme el tren que habitualmente me lleva al trabajo (no todos los días, sólo los cuando voy a trabajar), el ramal TIGRE-RETIRO. Un lujo viajar allí, sólo que ayer se incendió algún vagón por Olivos (“¡Que parezca un accidente… TBA dixit!”).


Aire acondicionado, gente leyendo best sellers, Ipods y caras de culo, solo para encontrar algún punto en común entre Héroes: Mitre y Sarmiento, alumnos bajo el virreinato de TBA.

Y casi como por obra divina (¿qué dirán los dioses griegos?) y por el mismo precio, se dibujó un vagón vip, cómodo, con poca gente a esa hora donde todos (y todaaaaaas) estamos destinados a viajar como ganado.

¡¡¡¿Qué pasó?!!!, pregunté a un zombie de al lado que venía escuchando música al palo. ”La gente no viaja más en el primer vagón, ¿no ves cómo está atrás?... hasta las manos, y acá de diez”. Bueno, la alegría de viajar bien tiene su riesgo, ese riesgo se llama, entre otros, “El primer vagón”.

Ante la imposibilidad de pensar que todo nuestro recorrido cotidiano está lleno de peligros y que estamos inmersos y transitando una precariedad total, nos aliviamos creyendo que el “segundo vagón” es el refugio contra el“error humano”, la “falla técnica” o, quizá, la “culpa de las estructuras”.

Pero, ¿cuánto tardará en convertirse el segundo en primero?